El papa: “Las mujeres todavía son esclavas, debemos luchar por su dignidad”


El papa hace balance de su viaje por Irak, que el Vaticano considera un éxito
"Después de estos meses encerrado, me sentía realmente un poco enjaulado", confiesa
Cansado tras un agotador periplo por Irak, el papa Francisco regresó este lunes a Roma. Fue el primer viaje internacional durante la pandemia y, por tanto, la primera rueda de prensa que ofrece en los últimos 15 meses. Como es habitual, respondió a las preguntas de los periodistas a bordo del avión papal. En el Día Internacional de la Mujer, aseguró que “las mujeres todavía hoy son esclavas, tenemos que luchar por su dignidad”. “Son ellas las que llevan adelante la historia”, remarcó.
Al pontífice le preguntaron por las iraquíes a las que encontró en su recorrido por el país. Él hizo su respuesta más extensiva, al asegurar que “también en el centro de Roma se lucha contra la trata”, ya que “las mujeres se venden y se esclavizan”. Aunque resaltó que uno de los motivos que lo impulsó a visitar la nación árabe fue el testimonio de la activista Nadia Murad, galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2018, que contó en su libro ‘Yo seré la última’ las atrocidades cometidas por el Estado Islámico. Murad, cristiana yazidí, fue secuestrada por el ISIS, que la sometió a todo tipo de abusos durante los tres años que duró su cautiverio.
El sufrimiento del pueblo iraquí tras años de guerra lo empujó definitivamente a emprender este delicado viaje. Cuestionado por las aglomeraciones motivadas a su paso por las calles iraquíes, respondió: “Es algo que me hacía dudar, pero recé mucho y tomé una decisión que me venía de dentro”. Insistió en que escuchó a muchos colaboradores antes de decantarse. “Tantas veces se debe arriesgar para dar este paso. Hay algunas críticas de que el papa no es valiente, que es un inconsciente, que está dando pasos contra la doctrina católica, que está a un paso de la herejía. Son riesgos, pero estas decisiones se toman siempre en oración, en diálogo, pidiendo consejo. No son un capricho", reflexionó.
El papa reconoció que sentía “más cansado que en otras ocasiones, los 84 años no vienen solos…”, bromeó. Sin embargo, anunció que ya está pensando en los siguientes países. Su próxima salida será a Hungría, para presidir la misa final del Congreso Eucarístico Internacional, y se está planteando también acudir a Líbano, otro país donde conviven multitud de confesiones religiosas y que se encuentra en una situación límite, sobre todo tras la explosión del verano pasado en el puerto de Beirut. “Después de estos meses enjaulado, me sentía realmente como en una prisión. Este viaje me ha permitido revivir”, confesó en el avión.
Francisco también habló del “derecho a emigrar” y de asentar las condiciones necesarias para no tener que hacerlo, tras haberse encontrado con el padre del niño Aylan Kurdi en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí. Además, hizo un largo repaso por la destrucción que observó en el país y resaltó como uno de los momentos fundamentales del viaje su reunión con el líder chií Ali Al Sistani. “Me decía que hace 10 años que no recibe a gente que va a visitarlo con otros motivos, políticos o culturales, solo religiosos. Fue muy respetuoso en el encuentro. Yo me sentí honrado. Él nunca se levanta y se levantó dos veces para saludarme. Es un hombre humilde y sabio, me hizo bien al alma este encuentro", consideró Francisco.
Balance positivo
Todo esto después de un recorrido de tres días por Irak, que el Vaticano considera un éxito. El pontífice, el primero en la historia en pisar este país árabe, concentró en este breve espacio de tiempo todos los temas que llevaba en la agenda. El viaje estuvo cargado de símbolos. Se entregó a los cristianos perseguidos, estrechó lazos con el islam chií y condenó las atrocidades del Estado Islámico en la que fue considerada capital del califato. Desde las ruinas de Mosul, afirmó que “la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”.
La reunión con el ayatolá chií Ali Al Sistani, una de las autoridades religiosas más importantes del país, supone un nuevo hito en la relación entre cristianos y musulmanes, después del llamado “Documento sobre la fraternidad humana”, firmado en 2019 en Abu Dhabi. En esa ocasión, Francisco estuvo acompañado del gran imán de Al Azhar, Ahmed Al Tayeb, referencia para los suníes, la rama mayoritaria del islam. La intención de ampliar el entendimiento hacia el mundo chií supone un importante paso en la agenda del pontificado.
Y no sólo desde el punto de vista religioso. El viaje también adquiere así un cariz muy político. El acercamiento hacia la corriente chií mira también a Irán, donde éste es el credo dominante. Con las implicaciones eso tiene en la disputa regional entre Irán y Arabia Saudí, en la que el Vaticano podría ejercer de puente; las relaciones entre el país persa y Estados Unidos, con quien se espera un deshielo tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca; o la guerra en Siria, donde Irán tiene un papel fundamental como principal aliado del régimen de Al Asad. La obsesión del papa por acudir a Irak encerraba un fuerte mensaje religioso y geopolítico, que finalmente ha podido cumplir, pese a la pandemia y las condiciones de seguridad.