El papa viaja a Irak, frente a la pandemia y la amenaza terrorista


Desde este viernes hasta el próximo lunes, Francisco viaja a Irak, la primera visita de un papa a este país
Es su primera salida internacional durante la pandemia, que complica su estancia
Por la mente de cualquiera durante el confinamiento pasaba un viajecito modesto, una reunión familiar, una visita al pueblo. Como todos, el papa también estuvo encerrado, pero ahora, por fin, rompe el aislamiento con su primera salida internacional. A Irak. El destino elegido es mucho más ambicioso de lo cabría esperar, bordea el terreno de lo imprudente. Hubo muchas presiones para que lo retrasara, aunque su deseo era inamovible. Será la primera vez que un papa ponga un pie en este país árabe.
Los pocos mandatarios que llegan a Bagdad suelen refugiarse en la llamada ‘zona verde’, ese perímetro de seguridad heredado de la invasión estadounidense de 2003. No lo hará Francisco, que lleva una agenda intensísima, concentrada de viernes a lunes. Se desplazará a Mosul, Qaraqosh y Erbil -donde hubo fuertes combates con el Estado Islámico- o a las ruinas de Ur, la tierra en la que se supone que nació el profeta Abraham. Habrá trayectos en avión y helicóptero. Y cuando tenga que moverse por tierra, el papa lo hará en un vehículo cerrado ante el riesgo de atentados.
Hace sólo un par de días la base militar de Ain al Asad, en el oeste iraquí, fue bombardeada. Nadie reivindicó el ataque, aunque se cree que pudo ser obra de grupos afines a Irán, en respuesta a la ofensiva estadounidense del pasado viernes contra milicias chiíes en la frontera con Siria. El brote de violencia más grave en las últimas semanas se produjo a mediados de enero, cuando una treintena de personas murió en un doble atentado suicida reivindicado por el ISIS.
Entonces, más que nunca, peligró el viaje. Pero desde el Vaticano entienden que el gesto del pontífice era impostergable. “Irak no puede esperar, esperaba a Juan Pablo II y se le prohibió ir. No se puede desilusionar a un pueblo la segunda vez”, dijo Francisco en su audiencia del miércoles. El hito de convertirse en el primer papa en acudir a este país iba a ser para Karol Wojtyla, pero Sadam Husein se negó a última hora.
Lo hace ahora Francisco, en mitad de una pandemia que está lejos de terminar. Tanto el pontífice como toda la comitiva ya están vacunados. Sin embargo, el número de casos de coronavirus en Irak se ha multiplicado en los últimos días, por lo que las autoridades locales han tenido que endurecer las restricciones. Se ha prohibido los desplazamientos entre regiones, eventos públicos o la celebración de actos religiosos. Hasta que llegue el papa, que presidirá una misa al aire libre en un estadio de fútbol en Erbil, a la que podrán acudir 10.000 personas, un tercio del aforo máximo.
En el resto de citas, el público estará limitado a unas decenas de personas. El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, manifestó esta semana que “no será posible ver al papa por la calle” y que era “muy importante que el pueblo iraquí constate el apoyo de Francisco, aunque sea por televisión”. Aún así, en un país como éste parece muy complicado contener a las multitudes si los fieles intentan acercarse a quien esperan como una especie de redentor.
Apoyo a cristianos y cercanía al islam
La minoría cristiana en Irak lleva décadas sufriendo por duplicado en medio de un conflicto cronificado. Se calcula que antes de la caída de Sadam había unos 1,5 de iraquíes pertenecientes a esta religión, de los que no quedan más que unos 300.000. La irrupción hace años del ISIS provocó la persecución y el éxodo de cientos de miles de cristianos, que ahora tratan de volver a unas casas que han quedado arrasadas. Hacia ellos y lo que representan dedicará el papa buena parte del viaje.
Los otros puntos fundamentales serán un gesto más de cercanía hacia el mundo musulmán y el mensaje de paz que el pontífice extenderá a toda la región, con especial atención hacia Siria. La situación en esta parte del mundo ocupa una parte fundamental del discurso habitual de Francisco, que llevaba años intentando viajar a Irak y ha aprovechado la primera oportunidad que se le ha presentado. La seguridad y la covid quedan en un segundo plano para el Vaticano.
“Vengo como peregrino de paz” para pedir “perdón y la reconciliación después de años de guerra y terrorismo”, anticipó Francisco, en el habitual mensaje que dedica a los diferentes países antes de visitarlos. No es una gira más, es el viaje que muchos esperaban, en un momento extremadamente complicado.