Scholz, a gritos contra el pacifismo: "¡No es tiempo para eso!"


El canciller alemán Olaf Scholz se ha caracterizado por sus discursos relajados. Este fin de semana, sin embargo, defendía a gritos por qué el apoyo germano a Ucrania incluye armas pesadas.
"¡Tiene que sonarle cínico a un ciudadano de Ucrania cuando se le dice que tiene que defenderse sin armas contra la agresión de Putin!", gritaba Scholz para hacerse oír en una tribuna ante una enorme pitada en Düsseldorf.
Olaf Scholz se convirtió con éxito en el mejor político para tomar el relevo de Angela Merkel en la Cancillería Federal porque, entre otras cosas, el discurso del socialdemócrata sonaba siempre bien pensado, cauto y desapasionado. Recordaba a Merkel y los alemanes tienen debilidad por la estabilidad, también en política.
No hay que olvidar que se creó una expresión para definir su estilo como "Scholz-O-Mat", comparando su estilo retórico y político con el de una aplicación informática, el Wahl-O-Mat. El domingo, en el Día Internacional de los Trabajadores, sin embargo, Scholz dio un discurso excepcional en Düsseldorf (oeste germano).
No fue excepcional porque participara como canciller en una tribuna montada por los sindicatos el día de la movilización de los trabajadores, algo que no ocurría desde 2003. Sino, sobre todo, porque en esa ocasión se vio a Scholz, literalmente, gritando al micrófono para que los presentes pudieran escuchar lo que tenía que decir, especialmente en lo relativo al apoyo alemán a Ucrania frente a la invasión de Rusia.
Bei der #DGB-Kundgebung zum #TagderArbeit in #Düsseldorf verteidigte #Bundeskanzler Olaf #Scholz die beschlossenen #Waffenlieferungen in die #Ukraine – unter Pfiffen und Buhrufen. 👇https://t.co/YAIbR2SQSg pic.twitter.com/06BWI9PnkY
— BR24 (@BR24) 1 de mayo de 2022
Scholz tuvo que proyectar su voz al máximo para tener opciones de superar el muro de pitos y gritos que una buena parte del público le había preparado. Carteles que le acusaban de “belicista” o “mentiroso” de manifestantes del primero de mayo deseosos de “lograr la paz sin armas”, según rezaba otra pancarta, daban cuenta de por qué Scholz se vio obligado a enfrentarse al pacifismo alemán.
“Vamos a seguir apoyando a Ucrania, con dinero, con ayuda humanitaria, pero esto también hay que decirlo, vamos a apoyarlos para que puedan defenderse con armas como están haciendo otros muchos países en Europa, esto también es necesario”, se veía obligado a gritar Scholz, aludiendo, entre otras cosas, a la decisión de su Gobierno de la semana pasada de apoyar al Ejército ucraniano con armas pesadas.
El canciller alemán, Olaf Scholz, decide finalmente que su país envíe armas pesadas a Ucrania para contribuir a repeler allí la invasión rusahttps://t.co/TWVbSqrBfR
— NIUS (@NiusDiario) 27 de abril de 2022
No pocos han criticado que esa decisión de Scholz se había hecho esperar demasiado. Ahora bien, también abundan los que han criticado dicha iniciativa, porque temen que con decisiones así la situación se esté escalando la situación. El pasado viernes, 28 intelectuales firmaban una carta abierta al canciller en la que manifestaban sus inquietudes respecto a la política de Scholz. Hablaban en esa misiva del riesgo de llegar a una “Tercera Guerra Mundial” por la vía de una escalada de violencia alimentada también por las armas.
A buen seguro, argumentos como esos movían los pulmones de quienes pitaban sin parar en Düsseldorf para que Scholz no expresara su opinión. Pero Scholz no está para pacifismos. “¡Respeto todos los pacifismos, respeto todas las posiciones, pero tiene que sonarle cínico a un ciudadano de Ucrania cuando se le dice que tiene que defenderse sin armas contra la agresión de Putin!. ¡No es tiempo para eso!”, decía el canciller a voces en un auténtico ejercicio de retórica gritada.
Un Scholz extraño por la claridad de sus palabras
Pocos se esperaban que el canciller fuera a reaccionar así ante un público tan hostil. “Es muy raro ver a Scholz dar un discurso apasionado, como también lo es ver a un canciller dando un discurso apasionado sobre el hecho de exportar armas a una zona de guerra. Fue significativo”, dice a NIUS Marcel Dirsus, experto del Instituto para la Política de Seguridad de la Universidad de Kiel.
Además, Scholz, muy criticado por cómo ha comunicado desde que comenzó la guerra, con mucha – algunos dirán excesiva – cautela, sorprendía porque el modo en que hablaba en Düsseldorf “difiere mucho de cómo lo ha venido haciendo”, según Dirsus. “Fue significativo porque fue muy claro”, abunda.
Claro también quedaba que Scholz “no jugaba en casa” cuando le tocaba hablar en la tribuna montada por la Federación Alemana de Sindicatos (DGB, por sus siglas alemanas). Igual da que el SPD haya sido, tradicionalmente, el partido más cercano al movimiento de los trabajadores alemanes. El presidente de la DGB, Reiner Hoffmann, es de los que ha criticado los planes de aumentar ostensiblemente el gasto militar del Gobierno alemán.
Un pacifismo alemán anti-americano y prorruso
Tras iniciar Rusia su invasión contra Ucrania, Scholz anunciaba la creación de un fondo especial de 100.000 millones de euros para rearmar a su Ejército además de prometer, a partir de 2024, un gasto en defensa del 2% del PIB, un objetivo de la OTAN que hasta la fecha Alemania había ignorado sistemáticamente. Quieren en cierto sector de la izquierda, seguramente también el más pacifista, que ese gasto se destine a otros menesteres del Estado.
Olaf Scholz está cambiando a marchas forzadas la política exterior y de defensa de Alemania en @NiusDiario. https://t.co/7i74kUh6oi.
— Salvador Martínez Mas (@SmmEnBerlin) 27 de febrero de 2022
Sobre esto mismo, Scholz también gritaba en Düsseldorf que su Gobierno no se va a olvidar de las medidas sociales que han contribuido a la vuelta de un político del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) a la Cancillería Federal. Por ejemplo, la subida del salario mínimo a 12 euros la hora.
Obviamente, el canciller no parecía convencer a nadie de la pitada. Durante su intervención en Düsseldorf, los pitos no cesaron, como tampoco cesa de estar dividido el espectro político de la izquierda en Alemania a cuenta de qué hacer con la guerra de Rusia contar Ucrania.
“Hay una tendencia en la cultura filosófica alemana que es pacifista, anti-americana y prorrusa. Anti-americana porque Estados Unidos impuso la democracia tras la Segunda Guerra Mundial, tiende a ser prorrusa por siglos de guerras y una complicada relación con Rusia y es pacifista porque creen que Alemania ha estado ya en tantas guerras que ya no quieren tener nada que ver con el uso del poder militar”, explica a NIUS Judy Dempsey, investigadora del Carnegie Europe, centro de estudios del prestigioso Fondo Carnegie para la Paz Internacional dedicado al viejo continente.
A su entender, ese pacifismo está especialmente bien representado en el partido izquierdista Die Linke y en el SPD de Scholz. Sin embargo, a Scholz le ha tocado operar un cambio político como consecuencia de la guerra en Ucrania que atenta con lo que creen estos pacifistas. “Otros cancilleres socialdemócratas lidiaron más o menos con esto, Helmut Schmidt lo hizo, Gerhard Schröder no tanto”, según Dempsey.
En la Cancillería Federal ya no se ve a Ucrania por el prisma ruso
“Ahora, el problema de Ucrania es que se ha mirado a ese país a través del prisma de Rusia. Por eso se pide que no se vaya hacia una escalada. Pero los que dicen esto no tienen solución. Las cartas abiertas al canciller son importantes porque forman parte del debate en una sociedad democrática, pero no tienen soluciones”, plantea esta experta.
En la misma línea se muestra Dirsus desde el Instituto para la Política de Seguridad de la Universidad de Kiel.
“Estamos en un país libre y la gente puede creer lo que quiera. Pero hay una diferencia entre el pacifismo a nivel individual y el pacifismo a nivel de países. Si nosotros somos atacados y decidimos no responder, entonces pagamos las consecuencias y ya está. Pero ahora mismo, el pacifismo en Alemania significa que otros tienen que pagar las consecuencias, porque si nosotros no apoyamos a Ucrania, los ucranianos sufrirán más”, sostiene Dirsus. “Una cosa es que tú sufras por tu pacifismo y otra que otros sufran por tu pacifismo”, añade.
Con o sin cartas apelando al pacifismo en el debate alemán, con pitos o aplausos para el canciller, Dempsey ve a “Scholz convencido de que los días de mirar en Alemania a Ucrania a través del prisma ruso y de los intereses de Rusia han terminado”. Por eso se desgañitaba el canciller ante los movilizados el Día Internacional de los Trabajadores, también cuando dijo a voces con ironía: “¡Gracias a los que se han ocupado de que a mí hoy se me haya escuchado bien!”.