Los unionistas norirlandeses, último escollo para el acuerdo del ‘Brexit’

Boris Johnson cedió sus líneas rojas para cerrar el pacto
Bruselas espera a Belfast pero también estudia una tercera prórroga
El DUP, el partido de los unionistas norirlandeses más radicales, una formación que en las últimas elecciones regionales obtuvo 225.000 votos y que tiene 10 diputados de 650 en la Cámara de los Comunes, tenía bloqueado este miércoles el acuerdo que debe permitir que el Reino Unido salga de la Unión Europea (UE) sin tener que saltar por la ventana.
El negociador europeo Michel Barnier informó este miércoles a los representantes permanentes de los otros 27 Estados miembros del avance de las negociaciones. Barnier les contó que Boris Johnson ya cedió, que el Gobierno británico fue moviendo todas sus líneas rojas para llegar a un acuerdo que evite que su primer ministro tenga que pedir otra prórroga (la tercera) este mismo sábado.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, había dicho a mediodía: “las bases para un acuerdo están listas y, en teoría, mañana (este jueves) podríamos aprobar el acuerdo con Gran Bretaña”. Pero de la teoría de Tusk a la práctica de Barnier van muchos telefonazos, muchas negativas, muchas cesiones.
¿Por qué es importante para Londres el DUP?
Barnier dijo a los diplomáticos que seguían abiertos algunos asuntos pero que era optimista y que este jueves deberían poder resolverse. Pero todo depende del DUP. Los 10 diputados de esa formación en el Parlamento británico son clave para que Boris Johnson pueda sumar una mayoría suficiente que le ratifique el acuerdo. Arlene Foster, la jefa de filas del DUP, se permitió responder en Twitter a un periodista de la TV pública irlandesa para negar que hubiera aceptado el trato.
El DUP es necesario pero no suficiente. A Boris también le harán falta otros 24 diputados que deberá conseguir entre los tories que fueron abandonando el partido en los últimos meses y la oposición laborista y liberal. El Parlamento británico ya rechazó tres veces el anterior acuerdo, el que había logrado Theresa May en diciembre del año pasado. El deja vu es tal que el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker repitió por enésima vez uno de sus peores chistes: “todo el mundo entiende inglés pero nadie entiende a Inglaterra”.
¿Acuerdo o tercera prórroga?
Bruselas veía anoche tres escenarios. El primero sería que se levantaran los últimos obstáculos para que la cumbre diera el jueves o el viernes el visto bueno al acuerdo y la Cámara de los Comunes lo votara el sábado.
El segundo sería mantener la presión y seguir negociando para, ya a la desesperada, organizar una cumbre extraordinaria, el 27 ó el 29 de octubre, que sacara con fórceps el acuerdo. En los dos casos el Parlamento Europeo debería votar el acuerdo antes del 31 de octubre.
El tercer escenario sería abandonar ya la idea de un acuerdo a corto plazo y empezar a preparar la tercera prórroga, que Boris Johnson está legalmente obligado a pedir el sábado si antes no tiene un acuerdo aprobado por sus diputados.
El acuerdo sobre la mesa establece que Irlanda del Norte seguirá siendo de iure parte del territorio aduanero británico pero de facto será parte de la unión aduanera europea porque tendrá que aplicar la normativa europea y las normas del mercado interior de la UE para mercancías y respetar la legislación europea en asuntos como controles sanitarios y fitosanitarios. Una solución que Londres rechazaba hasta ahora y que estaría en vigor desde el ‘Brexit’ hasta que la UE y el Reino Unido firmen un futuro acuerdo comercial.
Sin esa solución o con un ‘Brexit’ sin acuerdo habría que levantar una frontera física entre Irlanda e Irlanda del Norte, violando así los tratados de paz que en 1999 acabaron con el terrorismo norirlandés.