Ximo Puig se quita presión con la dimisión de Oltra a un año de las elecciones


A once meses de las elecciones valencianas, la presión para que Oltra dimitiera empezaba a ser intensa
La ya exvicepresidenta ha comunicado su marcha públicamente sin haber hablado con Puig
El presidente valenciano ha emitido un escueto y frío comunicado tras la dimisión de Oltra después de varios días pidiendo una "reflexión"
El escueto y frío comunicado de Ximo Puig tras la dimisión de Oltra, es un reflejo del alivio que ha debido sentir el presidente valenciano después de unos días de intensa presión al ser imputada su vicepresidenta. Cuatro líneas para recordar que el presidente pidió a la líder de Compromís una "reflexión", y a partir de ahí, lo esperable: "respeto, agradecimiento, y reconocimiento a si figura". Tan evidente es que Puig pone distancia con la segunda del Consell, que el alcalde de Valencia, de Compromís, ha señalado "la poca empatía" del PSOE con Oltra. Puig, que empieza a hacer cálculos electorales, no parecía cómodo con una vicepresidenta imputada y cuya dimisión era reclamada por toda la oposición. Al final, la salida de Oltra le quita un peso de encima.
Seis días ha durado la travesía de la ya exvicepresidenta desde que fue imputada por presunto encubrimiento de su marido, condenado por abusar de una menor tutelada por la Generalitat, es decir, por taparle antes de que se diera a conocer el caso. Ella siempre ha negado saber lo que estaba pasando, pero la Fiscalía y el juez creen que su departamento miró a otro lado. Manteniendo su tesis de la ignorancia, Oltra se resistió a dimitir mientras Puig guardaba silencio. Pero el fin de semana, un "baile" acabó con ese silencio.
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Oltra, encima de la cuerda floja, participó el sábado en un acto político que acabó en un "baile" captado por las cámaras. "Yo no estoy para fiestas", decía Puig, cuando le preguntaron. A esa frase, acompañó una petición de reflexión "personal" a Oltra y "coral" a su formación. Para terminar, aseguraba que el futuro de la vicepresidenta se decidiría "más pronto que tarde".
No había apoyo en las palabras del presidente socialista al que hoy ha contestado la propia Mónica Oltra. La primera razón que ha esgrimido para justificar su dimisión ha sido que no quería ser la "coartada" que sirviera a nadie para sacar a Compromís del Gobierno valenciano de una manera "unilateral". La ya exvicepresidenta Oltra se la estaba devolviendo a su presidente durante casi siete años. En el turno de preguntas ha asegurado que anunciaba su dimisión a la prensa, sin haber hablado con el presidente y que ni él le había trasladado su apoyo ni ella lo esperaba.
Una asociación sin roces públicos
El de Oltra y Puig es uno de esos "finales tristes" que nada tiene que ver con los comienzos de su relación, aparentemente idílicos. Los hemos visto bromeando en Les Corts; apenas se han escuchado enfrentamientos; además de vicepresidencia, ella era la portavoz, la que hablaba en nombre del Gobierno. "Hemos estado estos cuatro años trabajando juntos, haciendo que esta comunidad sea una de las tres comunidades autónomas que ahora tiene presupuestos, la mayoría ha renunciado ya a tener presupuestos", decía Puig al final de su primera legislatura juntos. Y así llegó la segunda, también en coalición.
Pero el caso del exmarido de Mónica Oltra lleva demasiado tiempo instalado entre ellos, haciendo crecer la tensión -incluso con una comisión de investigación-. Al final, la imputación de la vicepresidenta ha sido demasiado para ellos.
Oltra ha sido víctima de su propia exigencia con rivales políticos como Camps o Sonia Castedo a los que afeaba no dimitir estando imputados. Ella se negó a hacerlo 24 horas después de que el juez la citara para el día 6 de julio. Pero luego llegó el baile que motivó el reproche, y al final su caída, habían sido seis.
Valencia, territorio clave
La crisis llega en un momento crítico para el PSOE, que todavía está digiriendo los peores resultados de su historia en Andalucía. 30 diputados, en un granero de votos histórico, para un partido que ya ha sufrido varios varapalos: primero Madrid, y después Castilla y León. Las elecciones en la Comunidad Valenciana serán dentro de once meses, y si nada cambia, poco antes de las generales.
Con tres regiones perdidas con claridad, la Comunidad Valenciana se perfila como uno de los lugares que los socialistas pueden aspirar a mantener. El PP marcado por la corrupción de la época de Rajoy sigue pagando por aquello y no consigue presentar un candidato que pueda hacer sombra a Puig, que además juega con el efecto Presidencia.
Por eso, quedar tocado por una vicepresidenta imputada y que se niega a dimitir, era presión para la parte socialista del Gobierno valenciano, que hoy se ha limitado a cuatro líneas que dicen adiós a siete años de vicepresidencia.
Los últimos seis días de Oltra
La última travesía de Mónica Oltra en el Gobierno valenciano ha durado seis días. Empezó el 16 de junio, el día en que el TSJ de la Comunidad consideró que había indicios sobre la existencia de un "concierto" de la vicepresidenta con varios funcionarios para "proteger a su pareja" o su propia carrera. La oposición empieza a pedir su dimisión, pero Oltra y Puig, ese día, guardan silencio.
El segundo día fue el de su negativa a dimitir: "exactamente" contestó a un periodista que preguntó si estaba decidida a seguir en el cargo. Oltra habla de "cacería" y Puig calla.
El 18 de junio, Compromís celebra el acto político que acabó con el baile que afeó Ximo Puig. "Nunca caminarás sola", le decían sus compañeros a Mónica Oltra. Ella se ofreció para un tercer acuerdo, y Puig tranquilizó a Compromís en lo que al pacto se refiere, pero empezó a pedir reflexión.
El domingo, día de las elecciones andaluzas no hubo actos ni palabras. Pero ese día, Puig ya había visto el baile de Mónica Oltra y el lunes pidió la "reflexión coral" sobre el futuro de la vicepresidente, al tiempo que decía que no estaba "para fiestas". Además de lo que ocurría en su Gobierno, sus compañeros andaluces habían sufrido un descalabro.
El lunes, los cargos de Compromís se habían convocado en la sede del partido. El futuro de su cara más conocida no estaba en el orden del día oficial, pero sí en el extraoficial. Hasta tal punto que la vicepresidenta dijo que no asistiría para que sus compañeros pudieran hablar "con tranquilidad". Sin embargo, en el último momento, cambió de idea, se presentó en la sede y anunció que dimitía. Lo dijo llorando y lamentando la victoria de "los malos" que según ella han organizado una cacería desde la extrema derecha. Pero lo cierto es que su presidente no la ha defendido, y que las últimas horas de su alianza han dejado claro que todo estaba roto.