Los adoquines, la impresora, el crucifijo... el museo virtual de la política

Abascal exhibe un adoquín que presuntamente le lanzaron en Vallecas: un caso más en la tendencia política de subrayar con 'gadgets' los discursos
Santiago Abascal tenía este jueves cita en el Programa de Ana Rosa. Así que se ha embutido su traje, se ha puesto sus zapatos, ha cogido su adoquín y se ha enfrentado a la cámara, dispuesto para la entrevista.
Lo del adoquín no es un detalle menor. Era la prueba del nueve del boicot sufrido por el mitin de Vox el día antes en Vallecas. Había que enseñarlo. Así que, adoquín en mano, Abascal ha optado por sumarse a la relación de políticos que han hecho suya la máxima de que una imagen vale más que mil palabras. Más aun dependiendo de quién sean.
La lista es larga. La de políticos que han usado el truco y la de objetos que han ido apareciendo ante las cámaras en mitad de discursos, debates o entrevistas como prueba de sus argumentos, sus quejas o sus denuncias. “Ver para creer...”, deben pensar.
La impresora de Rufián, el interminable rollo de papel de Ayuso o el crucifijo que esgrimió un anónimo diputado de Vox en el Congreso son algunas de las aportaciones más exóticas a una relación en la que son más habituales banderas, mapas, fotos, gráficos, documentos... Los adoquines ganan puestos y ya van al menos dos. El de Abascal de ahora y otro que sacó Rivera (destacado practicante de esta estrategia) en un debate electoral. En su caso para acreditar las agresiones que estaban sufriendo los mossos en Cataluña.
Las exhibiciones son, en muchos casos, pasto de los memes. Qué más da o, por ser más precisos, mejor aún. De eso se trata. En la cultura de la imagen, lo que queda no es tanto lo que se dice como lo que se ve. Y un adoquín otra cosa no, pero verse se ve. Y, lo que es más, se recuerda.
El caso es que, tacita a tacita, los autores de las performances (o sus asesores de comunicación, que en muchos casos será cosa suya) han ido acumulando gadgets que darían ya para un, modesto, museo de la política.

Rufián, el más imaginativo
Al portavoz de ERC hay que reconocerle el indudable mérito de haber sido el que más se lo ha currado. Cuando ya lo de adornar los discursos con cosas tenía cierta tradición, Rufián le dio una vuelta de tuerca exhibiendo en el hemiciclo del Congreso, en una sesión de control, una impresora. De pequeño tamaño, sí, pero el suficiente para que costara lo suyo colarla de tapadillo en el salón de plenos y acarrearla hasta el escaño para apenas unos segundos de gloria. Del artilugio se acuerda todo el mundo. ¿De la denuncia que hacía con ella?

La otra gran aportación de Rufián han sido las esposas. Fue después de lo de la impresora, que le debió coger gusto. Y también en una sesión de control. Mostró unos grilletes para quejarse ante el entonces ministro de Interior, Ignacio Zoido, del traslado a prisión de los consellers condenados por el procés. “¿Señor ministro, sabe qué es esto?”, preguntó sabiendo que todo el mundo sabía lo que tenía en las manos: unas esposas.

Rivera, el rey del efectismo
Así como Rufián destaca por la imaginación, el ex líder de Ciudadanos sobresale por la exuberancia. Albert Rivera llevó al paroxismo la tendencia en un debate que se recordará más por el tenderete que montó en el atril que por los argumentos. Un adoquín, la foto enmarcada de Sánchez con Torra, un máster encuadernado (también de Pedro Sánchez)... son algunas de sus muchas aportaciones a ese imaginario museo.
Ayuso y su lista interminable
A base de empeño, el ex de Ciudadanos llegó a crear escuela. Hasta el punto que, cuando Isabel Díaz Ayuso, quiso sorprender en la Asamblea de Madrid con un papel de impresora que llegaba hasta el suelo se dijo: “Se ha hecho un Rivera”. La presidenta madrileña quiso escenificar la larga lista de actuaciones realizadas por su Gobierno en las residencias de ancianos durante la pandemia.
Para muchos, la cosa quedó en "escenita". La lista de memes -"la parte contratante de la primera parte...", ironizaba uno de ellos- es aún más larga que el papel con el que alfombró el salón de plenos.

Un crucifijo con historia
Un caso singular también en esta relación es el crucifijo de José Contreras. La imagen del diputado de Vox en la tribuna del Congreso exhibiéndolo hacia los escaños en su mano levantada tuvo un aire de exorcismo. Inquietante.
Era un debate de presupuestos y quería denunciar que con ese dinero se iba a dividir España en “buenos y malos” como, según él, se hizo en los años 30. El crucifijo era una reliquia de su abuelo, sacerdote mártir, pendiente de beatificación.

Arrimadas, a la sombra de su líder
A la estela de su anterior líder, la actual número uno de Ciudadanos ha hecho también sus pinitos en lo de subrayar sus palabras con objetos. En el Parlamento de Cataluña, una bandera; en el Congreso, fue célebre la carpeta sobre la que escribió: “CV Adriana Lastra. PSOE”. O sea, venía a decir que tenía el supuesto currículum académico y laboral de la portavoz socialista.
En este caso la exhibición era un truco con doble tirabuzón: quería que se viera algo donde según ella no hay nada.

Hasta aquí algunos de los ejemplos más destacados. El que se recuerden es la prueba más fehaciente de su éxito. La relación crece día a día: lo último es el adoquín de Abascal. ¡Ojo! De seguir, pueden llegar a abarrotar ese museo que aún no existe. Llegar a un Diógenes.