Las amenazas anónimas acaparan la recta final de la campaña del 4M en Madrid


Todos los partidos han incluido de alguna manera las amenazas en su discurso
Ayuso insiste en el riesgo de efecto contagio, pero Interior considera que hay que informar
Especialistas creen que hay un riesgo de fomentar la imitación, pero también formas de informar sin hacerlo
Quedan cinco días para las elecciones del 4 de mayo en Madrid y ya no se habla de otra cosa que de la seguridad y las amenazas recibidas o incluso de una navaja -caso de la ministra de industria, Reyes Maroto-.
El jueves llegaron tres, con amenazas de muerte y munición para Fernando Grande Marlaska, Pablo Iglesias, y la directora de la Guardia Civil María Gámez. El lunes, una carta con una navaja, para Reyes maroto; el martes se interceptó otra, dirigida a la Dirección de la Guardia Civil, pero con amenazas a Iglesias; y una más para Isabel Díaz Ayuso. El miércoles, el destinatario era el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.
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Mientras se investiga el origen, que según fuentes policiales es más de uno, los políticos hacen casus belli de las amenazas.
Distintas posiciones
Ni el coronavirus, ni la economía, ni las medidas sociales, pueden desplazar los mensajes de los candidatos sobre las amenazas que ponen sobre el tapete de distintas maneras. Unos lo minimizan, otros señalan que es mejor no hablar de ello porque provoca un efecto contagio, y otros destacan su gravedad.
Es el caso de Pablo Iglesias, a cuyo nombre se han emitido dos amenazas acompañadas de balas -6 cartuchos en total- . El candidato de Unidas Podemos considera que "la normalización de la mentira y el insulto" están detrás de las cartas y lo ha vinculado a su último año: "Una cosa es que te insulten y otra que mi familia lleve acosada un año", ha respondido en una entrevista en La Sexta.
Fue esa primera remesa la que sacudió la campaña llevando incluso a la suspensión de un debate en la Cadena SER. La candidata de Vox puso en duda las amenazas a Iglesias y el de Unidas Podemos abandonó el estudio, seguido un poco después por los aspirantes del PSOE y Más Madrid, Ángel Gabilondo y Mónica García.
El debate fue en viernes, pero no terminó con el fin de semana. Las cartas del martes y el miércoles no han hecho más que amplificarlo.
Monasterio ya condena las amenazas, pero se queda un tanto fuera de juego, porque una vez superada la refriega con Iglesias, el asunto no le ha afectado. Su argumento de que las amenazas son habituales, es contradicho por un dato de fuentes de la Seguridad del Estado que aseguran que en los últimos tres años no se ha recibido una sola amenaza de este tipo, es decir, con proyectiles reales.
En cuanto a Edmundo Bal, candidato de Ciudadanos, tampoco ha sido víctima ni protagonista en la polémica. Eso sí, ha entrado en el asunto con una carta para todos los partido en la que ofrece un pacto en el tema ofreciendo un pacto "por el respeto y la conciliación".
Nadie está en desacuerdo con la propuesta, pero mientras Gabilondo le ha recordado que él "lleva na vida luchando por los acuerdos, el consenso y la convivencia", Mónica García le ha reprochado la presencia de Cs en la foto de Colón con Vox y PP.
En cuanto a Isabel Díaz Ayuso, una de las últimas destinatarias de las amenazas le ha dicho que no hace falta: "Es evidente que todos condenamos la violencia. Es evidente que todos buscamos la concordia", ha resaltado. Para para ella, el manifiesto sobra porque sería "como firmar" que no se va a golpear a los niños "cuando lleguen a clase".
Efecto contagio, o copycat
copycatLa aspirante a repetir como presidenta madrileña asegura que prefiere no hablar de las amenazas para evitar "el efecto contagio" después de las remesas de cartas que los investigadores atribuyen a distintos responsables.
Sin embargo, el secretario de Estado de Seguridad, no teme a ese efecto contagio y ha asegurado en una declaración a los medios en Santiago de Compostela que "hay que hablar de estas amenazas como se habla de otros delitos".

Fuentes policiales consultadas, algunas con experiencia en el servicio de escoltas, explican a NIUS que la decisión de hacerlo público, o no, siempre es de la víctima. Aunque la experiencia les dice a algunos de ellos que es mejor ser prudente y no hacerlo. Por un lado por los posibles imitadores que puedan surgir y por otro lado por el riesgo para la investigación.
Eso sí, a ninguna de las fuentes consultadas les consta una consigna o directriz oficial -ni ahora ni antes- que incluya la recomendación de sugerir a las víctimas que no lo hagan público. Todo lo más, una especie de norma no escrita o costumbre de ser discretos.
Los envíos
En este caso en concreto, los investigadores señalan que hay más de un autor.
- Las tres primeras cartas a Iglesias, Marlaska y Gámez sí parecen relacionadas.
- La navaja aparentemente ensangrentada que recibió la ministra de Industria, Reyes Maroto, es obra de otro autor. Puso su nombre y dirección en el remite y tiene problemas mentales. Aquí no habría efecto contagio, porque el envío se hizo el miércoles, cuando todavía no habían trascendido las primeras amenazas.
- La carta a Isabel Díaz Ayuso fue interceptada este martes se detectó en Barcelona, por lo que también parece obra de otro autor. Según fuentes policiales, y por lo que se desprende de los primeros datos de la investigación, este envío no está directamente relacionado con las primeras cartas.
- La carta remitida a la Dirección General de la Guardia Civil este martes, con mensajes amenazadores y cuatro cartuchos para Pablo Iglesias, tampoco estaría vinculada a la primera remesa, según los investigadores.
- Sobre la carta con dos proyectiles detectada para José Luis Rodríguez Zapatero este miércoles, todavía no hay conclusiones.
La tormenta perfecta
José Cabrera, psiquiatra forense, que dirigió el Plan Nacional sobre drogas, sí tiene claro que dar publicidad a este tipo de amenazas tiene ese riesgo de generar un efecto contagio, y más en este momento social.
"En campaña, en pandemia, y todos enmascarados", estas cosas hacen que la noticia se vea en bucle y "los que están en el borde saltan", reflexiona a preguntas de NIUS…
Además señala que "estamos viviendo la tormenta perfecta para el mundo paranoide, todas las personas que viven en situación psíquica un poco extrema están recibiendo señales que los hacen más vulnerables", explica, aunque insiste en que no se puede estigmatizar a las personas con problemas mentales, porque "no son más peligrosas, sólo más vulnerables".
A su juicio los políticos lo hacen público porque hay una campaña electoral, y después está la repetición en los medios y las redes sociales, con lo que crece ese posible efecto llamada, o copycat,
Ana Villarrubia, psicóloga, también señala que el fenómeno imitación existe. Y añade otros riesgos, como el del narcisismo, que consistiría en aprovechar que el foco está puesto en algo para querer ser también protagonista de ello.
Pero para ella, el gran problema no está en dar la información, sino en cómo abordarla. "Si hay detalles, morbo, información de cómo ejecutar la amenaza con éxito, y explicación de cómo libarse de ser detenido, se está contribuyendo a ese efecto contagio".
Sin embargo, si se cuenta que ha ocurrido y se habla de posibles castigos, no se entra en detalles y no se dan pistas de cómo escapar de la policía, se evita ese efecto contagio.
Porque al fin y al cabo, apunta, "la noticia hay que contarla".