La España de las tres crisis: un relato a través de los datos

Desde 2013 España ha sufrido una crisis económica, otra política y otra territorial que han acabado con el sistema bipartidista y nos han traído al escenario actual
Ya en 2013, el entonces secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, apuntaba que España sufría tres crisis: una económica, una política y social y otra territorial. Siete años después, mientras se estanca de nuevo la percepción sobre el estado de la economía, los españoles siguen mirando con desesperanza a la política.
En el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, del mes de diciembre, un 51% de los españoles opinaban que el estado de la economía es malo o muy malo, mientras que el 75% pensaban igual acerca de la situación política. Sin embargo, esto no siempre fue así.
La crisis económica estalló primero
Todo empezó en 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Más allá del empeoramiento repentino de todos los indicadores, la herida más profunda la provocó la destrucción de empleo. La tasa de paro, que había llegado a situarse en el 8% en 2008, el punto más bajo de la serie histórica, se disparó hasta plantarse por encima del 25% en 2013.
La crisis económica estalló primero y con ella aumentó la percepción de que la economía no estaba funcionando. Los que pensaban que la situación económica era mala pasaron de ser el 37% en marzo de 2008 al 77% dos años después, por el camino se habían destruido casi dos millones de empleos. Sin embargo, lo peor estaba por venir. Las heridas abiertas por la crisis económica ayudaron a incubar la crisis política que siguió.
La crisis política impulsó cambios en el sistema
En mayo de 2011 las plazas de todo el país se llenaron de ciudadanos clamando contra un sistema que ya no les representaba. Sin duda, el contexto de crisis económica ayudó a ello, pero no fue lo único. Los múltiples casos de corrupción también formaron parte de la ecuación. Había una generación entera que se sentía ajena a lo que representaba el sistema instaurado con la Constitución de 1978. Un sistema que no había sabido responder a sus necesidades.
La crisis política demandó ajustes en el sistema, y algunos ocurrieron. El tan denostado bipartidismo comenzó a flaquear con la aparición de Podemos en 2014 y la expansión del proyecto de Ciudadanos desde Cataluña al resto del país. Carolina Bescansa, fundadora de Podemos hace ahora seis años, apuntaba que todos los indicadores sociales y políticos anunciaban una “crisis de régimen”. Y así fue, apenas dos años más tarde, el sistema dominado por dos grandes partidos era historia.
A partir de 2015, tras la aparición de Podemos y Ciudadanos y con una leve mejoría de la economía, la percepción sobre el estado de la situación política y económica mejoraron a la par. Sin embargo, tras las elecciones de diciembre de 2015, mientras que los ciudadanos seguían percibiendo que la economía comenzaba a funcionar, las opiniones negativas sobre la situación política se mantuvieron, con altibajos, en torno al 75%. La crisis política se había cronificado.
No obstante, han existido alivios momentáneos, resquicios en los que parecía que la percepción de la situación política mejoraba. Principios que nunca llegaron a ser del final. Estos momentos de recesión coinciden en el tiempo con la celebración de elecciones y la moción de censura de 2018 que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno. Cada elección es una puerta abierta a la esperanza, que apenas tarda unos meses en cerrarse. Por ejemplo, en enero de 2019, un 73% eran pesimistas acerca de la situación política; tras las elecciones de abril el porcentaje era del 53%.
A esta cronificación de la crisis política ayuda la inestabilidad derivada de las tensiones producidas al transitar de un sistema bipartidista a otro multipartidista. Pero no es lo único, la prolongación de la crisis política tiene que ver también con el conflicto en Cataluña.
La crisis política y social en el origen del conflicto en Cataluña
Ya en 2013 la crisis territorial provocada por las tensiones con Cataluña era parte de la vida pública. Sin embargo, no es hasta el otoño de 2017 cuando, coincidiendo con el referéndum de octubre convocado por los partidos independentistas, hay un repunte del número de españoles que creen que la situación en Cataluña es uno de los principales problemas del país.
La transición al independentismo del nacionalismo conservador catalán se fragua en los primeros años de la crisis económica y política. Fomentar el enfrentamiento entre Cataluña y el resto de España era una estrategia que permitía controlar la crisis de indignación social que amenazaba tanto al gobierno de Artur Mas como al de Mariano Rajoy. Esa dinámica se ha mantenido hasta hoy con la diferencia de que ahora la situación se ha desbordado. En 2015 la crisis política tenía una dimensión propia; hoy no se concibe una resolución de la crisis política sin abordar el conflicto en Cataluña.
En España hace meses que el malestar con la situación política corre de manera independiente a la evolución de la situación económica. Los cambios que ha experimentado el sistema político en los últimos años no bastan por sí solos. Y parece que todavía queda lejos la creación de un nuevo consenso en el que pueda descansar la mayoría social del país.