La cumbre Sánchez-Ayuso, una ayuda más simbólica que efectiva frente a la pandemia

Madrid se enfrenta al empeoramiento de la curva con los mismos médicos, el mismo dinero y el mismo marco legal que antes de la reunión de los presidentes
Los avances se concretan en el valor político de la foto juntos y la creación de un nuevo órgano de colaboración
Madrid se enfrenta al otoño del recrudecimiento de la pandemia en el nuevo clima de “colaboración” estrenado este lunes por Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso. El encuentro de ambos en Sol se presentó como la gran cumbre política del momento, con la solemnidad y parafernalia con que se presentan estas cosas. Cámaras en todos los ángulos, seguimiento al detalle de los protagonistas y despliegue escenográfico en el que, por cierto, a los asesores de Ayuso se les fue la mano. Las 23 banderas de España y Madrid que le arropaban en su comparecencia conjunta con Sánchez sirvieron más para desviar la atención que para realzar su discurso.
Una mera anécdota, en todo caso, frente al objetivo nuclear de la jornada: marcar un antes y un después en la relación entre el Gobierno central y el de la Comunidad de Madrid, por ver si de esa forma resulta más efectivo el combate contra la pandemia. Sánchez y Ayuso, cara a cara en Sol, se esforzaron en transmitir sobretodo esa idea. Dos horas de charla después y un acuerdo de por medio, la pregunta sobre si Madrid se encuentra mejor preparado ayer que hoy para doblegar la curva plantea una duda más que razonable.
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La foto, el Grupo covid y los rastreadores
La jornada, sí, dejó una foto que no había antes y un puñado de declaraciones que dan a entender que la relación Sol-Moncloa pasa del enfrentamiento abierto al intento de entenderse. No es poco. Ya lo dijo Ayuso lo de “remar todos en la misma dirección” tiene su importancia. Bienvenida al club debió pensar alguno. No evita contagios pero reduce el ruido, el estrés social y la distracción de fuerzas.
Lo otro nuevo, además, es ese acuerdo entre ambas partes cuyo único punto es crear un “Espacio de colaboración” (es la palabra fetiche del momento) entre las dos administraciones. A efectos prácticos, reuniones semanales de un par de ministros y otro par de consejeros. Además, y cada dos semanas, dos comités técnicos van a debatir las medidas que se vayan implantando y elevar propuestas al equipo político. La primera reunión, este lunes, de los ministros con los consejeros se cerró con el “acuerdo” de celebrar dos reuniones, este martes.
Una foto, por tanto, y un nuevo engranaje de “coordinación”… y hasta ahí. En el terreno de lo tangible, los resultados de la cumbre son mucho más imprecisos, mucho más limitados. Hay dos aportaciones cuantificables: una son los 150 rastreadores que Madrid ha pedido al ejército y que ya ha empezado a llegar; otra, la ayuda que van a prestar las fuerzas de seguridad del Estado en el control de las 37 zonas de Madrid en las que Ayuso ha decidido limitar la movilidad.
Ni dinero ni médicos
Pero tanto los rastreadores como el refuerzo del control estaban ya comprometidos de antes, no serían pues fruto de la cumbre. Así pues, en el ¿y ahora qué? son más las cosas que no cambian tras el encuentro que la relación de nuevas aportaciones.
No habrá más dinero que el que le corresponda a Madrid del fondo de 16.000 millones no reembolsables que el Gobierno empezó a liberar en junio para la reconstrucción social y económica de las comunidades autónomas.
No hay noticias de ese nuevo marco jurídico que reclama Ayuso para evitar inseguridad y tratos diferentes entre regiones. El Gobierno central entiende que los recursos legales son suficientes y operativos.
Tras la cita de este lunes, la propia Ayuso admitió, además, que va a haber que seguir buscando médicos que permitan mejorar el talón de Aquiles de la Sanidad madrileña, la atención primaria.
Tampoco está previsto un incremento de los controles en Barajas como pide la presidenta regional. Ya dijo Sánchez que los positivos detectados en el aeropuerto son apenas el 0’2% de los casos contabilizados.
La lista, por tanto, es lo suficientemente amplia para considerar que Madrid, en términos efectivos, dispone de los mismos recursos que los que contaba antes de la sonada reunión de Sol. Otra cosa es que el nuevo clima político y los nuevos equipos de seguimiento contribuyan, con similares medios, a optimizar los resultados. Esto es, doblar la curva.
Lo contrario aproxima a la temida e indeseada hipótesis del estado de alarma. Una opción que tampoco es nueva. Está ahí desde que Sánchez les ofreció a todos los presidentes autonómicos su disposición a aprobarla, siempre que se lo pidan. Ayuso –“hay que evitarlo a toda costa”- no lo contempla.