Diferencias entre voto nulo, voto en blanco y abstención

Si no tiene candidato claro para las elecciones del 10-N, estas son las opciones con las que cuenta
Voto nulo, voto en blanco o abstención. Tres opciones a disposición de los ciudadanos que el 10 de noviembre no vean claro a qué partido elegir como su representante en el Congreso y el Senado.
En NIUS vamos a intentar aclararlo a los lectores que aún tengan dudas.
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Voto nulo
Según la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio del Régimen Electoral General, es nulo el voto emitido en sobre o papeleta diferente del modelo oficial, así como el emitido en papeleta sin sobre o en sobre que contenga más de una papeleta de distinta candidatura. En el supuesto de contener más de una papeleta de la misma candidatura, se computará como un solo voto válido.
Serán también contabilizados como nulos los votos emitidos en papeletas en las que se hubieren modificado, añadido o tachado nombres de candidatos comprendidos en ellas o alterado su orden de colocación, así como aquéllas en las que se hubiera introducido cualquier leyenda o expresión, o producido cualquier otra alteración de carácter voluntario o intencionado.
En el caso del Senado, también es nulo si se marcan más de tres casillas. El voto nulo es el del "me enfado y dejo de respirar".
Voto en blanco
Por otro lado se considera un voto en blanco (pero válido) todos aquellos en los que el sobre no contenga papeleta (Congreso) o las papeletas que no contengan indicación a favor de ninguno de los candidatos (Senado).
Esta opción es la que perjudica a las candidaturas pequeñas. ¿Por qué? Para que se considere una candidatura, se exige un mínimo de votos del 3%. Y como el voto en blanco se suma al total de sufragios (no como en el caso del nulo) conseguir ese 3% es más caro.
Abstención
Está claro. Es la opción de aquellos que no quieran manifestar su voluntad y no tengan ni ganas de acercarse al colegio electoral el domingo. En este caso, se trata de no votar.
Es una alternativa por la que opta una parte significativa del censo electoral.
Curiosamente, la tasa más alta de abstención desde las primeras elecciones democráticas se produjo en los comicios de marzo de 1979 (31,96%), y la menor tres años después, en los del 82, que dieron la victoria al PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra (20,03%).
En las pasadas elecciones de abril se abstuvo un 30,17% de los ciudadanos llamados a las urnas.