La promesa de los 800.000 empleos del PSOE: de Felipe González a Pedro Sánchez

La campaña del PSOE de 1982 tuvo una promesa estrella: Se iban a crear en esa legislatura 800.000 puestos de trabajo. El paro en aquellos años centraba el debate político. Había más de 2 millones de parados en 1982, según la EPA, un 16% de paro (no muy lejos delas cifras actuales). La promesa fue polémica, pero el PSOE ganó de calle aquellas elecciones. “Partido socialista, 202 diputados”, anunció Alfonso Guerra, que solo era el número 2 del PSOE y no tenía ningún cargo público. Y lo clavó. Aquello supuso el ascenso del PSOE hegemónico de González y el desalojo y desmembramiento definitivo de la UCD.

¿Y qué pasó con aquella promesa? Pues que fue incumplida, como tantas otras (por ejemplo, la de salir de la OTAN). Sirvió para apuntalar la victoria, pero poco más. Años después, en 2008, Felipe González reflexionaba sobre ello: “Prometí 800.000 empleos y destruimos 800.000 empleos, y ya me callé para siempre porque los empleos los dan los empleadores, no el Estado.” El propio ministro de Economía de la época, Carlos Solchaga, declaró posteriormente que no se lo creyó, pero que tampoco lo discutió. Algo muy común en la política.

Aquel programa electoral contemplaba otras cosas: subida de salarios acompasada a la subida IPC que por aquellos años era del 14%, bajar la edad de jubilación a los 64 años y las anticipadas a los 59, jornada laboral de 40 horas semanales, más flexibilidad en la contratación o aprobación de la ley del aborto para casos de peligro para la madre, violación o malformaciones del feto.

Mucho de aquello ya ha quedado desfasado pero ahora, en 2020, vuelve la promesa de los 800.000 empleos. Sánchez y su equipo de Moncloa resucita aquella cifra. No es casual. No puede serlo. Demasiada coincidencia. Quienes diseñan la comunicación política del Gobierno saben que ese titular iba a ir solo a las portadas de los periódicos y a los sumarios de los informativos de televisión y radio. La pregunta es: ¿es posible hacerlo?

Sánchez cuenta con dos armas a favor:

- La destrucción de empleo generada por la pandemia tendrá que rebotar cuando la situación mejore. Quedan tres años de legislatura y hay tiempo suficiente para volver a la antigua normalidad y recuperar lo perdido. De momento, la pérdida de empleo por la covid-19 ronda las 600.000 personas, sin contar a los que están en ERTE.

- La inyección de fondos procedentes de la UE: 140.000 millones para los próximos años que se irán inyectando en cantidades anuales asignadas a planes específicos relacionados con el medio ambiente y la digitalización. En esta ocasión, el Estado sí tiene instrumentos para fomentar la contratación.

Sin embargo, sigue habiendo mucha incertidumbre sobre el futuro: las vacunas aún se ven lejos, la inmunidad de grupo no se va a lograr en breve y los tratamientos contra el SARS COV-2 siguen en modo experimental. Con este panorama no hay nadie que se atreva a apostar por una fecha real para el despegue y todos los países siguen al ralentí, obligados por los rebrotes. En España, seguimos a la cabeza en cuanto a contagios y parece que las olas nos inundan cada vez que llegan.

Los planes presentados por el Gobierno hoy suponen potenciar sectores en los que no somos una fuertes. Sí lo somos en el turismo. Antes de la pandemia, el sector turístico suponía el 12% del PIB y el 13% del empleo nacional. Esa creación de puestos de trabajo es probable que lleguen cuando recuperemos la entrada de turistas. Pero lo que hoy promete el Gobierno es otro modelo económico que no esté tan basado en el sol y las playas. La creación de 800.000 empleos en esta nueva economía es lo que parece muy difícil. De momento, ya tenemos argumentos para la próxima campaña electoral: ¿se acuerdan de la creación de 800.000 empleos?