Sánchez sobrevive con un bloque de investidura deteriorado por el caso Pegasus

La mayoría de la investidura está tocada tras el voto en contra de ERC que castiga al Gobierno por el espionaje
El PP de Feijóo vota no y mantiene su estrategia de no apoyar al Ejecutivo en un decreto con medidas sociales
Bildu salva el decreto anticrisis pero reconoce que se ha abierto una brecha con el PSOE por Pegasus
El Gobierno estuvo al borde del precipicio pero no se estrelló. Pedro Sánchez ha salvado otra vez por la campana un decreto simbólico, el del plan anticrisis para paliar los efectos de la guerra en Ucrania. 176 votos a favor, 172 en contra y 1 abstención. El presidente ganó la votación por tan solo cuatro votos y evitó un fracaso parlamentario, pero pudo constatar que la mayoría de la investidura que le llevó a La Moncloa y le permite sacar adelante su agenda legislativa en el Congreso está tocada.
La votación refleja que ese bloque se ha debilitado y que Sánchez tendrá que emplearse a fondo para templar ánimos, reconducir la situación y reactivar esa mayoría si no quiere vivir el año y medio que queda de legislatura de sobresalto en sobresalto sorteando votaciones de infarto.
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El espionaje marca la agenda
La tormenta política que supone el supuesto espionaje masivo a líderes independentistas le está pasando una factura que en el Ejecutivo no esperaban. La relación con ERC, su socio principal, siempre ha sido complicada pero las dos partes admiten que ahora está atravesando su peor momento en un escenario además muy complejo para el Ejecutivo de crisis económica.
Algunos socialistas dicen sin tapujos que ERC se borra en las citas decisivas y deja en la estacada al Gobierno cuando más la necesita. Primero fue en la reforma laboral, que se salvó por tan solo un voto erróneo de un diputado del PP tras el abandono de Esquerra, y ahora en este decreto que contempla medidas sociales que benefician a los ciudadanos con la reducción de 20 céntimos por litro en el precio de los carburante, límites al alquiler, la extensión del bono social eléctrico o el aumento del Ingreso Mínimo Vital.
El castigo de ERC
Sánchez, que reivindicó la "política sana" frente a la insana que da la espalda a la calle y a la "politiquería", recibió el castigo de sus aliados de Esquerra por no actuar de forma contundente contra el espionaje. Es la denuncia de los republicanos que siguen exigiendo la dimisión de Margarita Robles. El presidente no va a dejar caer a su ministra de Defensa. Se le preguntó que si, ante los ataques de los independentistas la respaldaba, y contestó: "Por supuesto".
ERC, que ha anunciado su voto en contra como un "primer aviso" al Gobierno, ha ido elevando el tono de la crítica y del enfado desde que se hizo público el escándalo hasta un nivel difícilmente compatible con respaldar al Ejecutivo. Están todavía por medir las consecuencias del no de este jueves. Si es un camino sin retorno o podrá retomarse el diálogo. De momento, las relaciones entre los dos Gobiernos están congeladas.
Esquerra tiene la presión interna de una parte de su militancia para que rompa con Sánchez y la externa de Junts, el partido de Carles Puigdemont, y la CUP en su eterna competición por quién es más independentista. Esas dos fuerzas le están reclamando en los últimos días que no puede seguir dando estabilidad a un Gobierno que no toma medidas contra el espionaje.
Bildu, al rescate
En esta ocasión ha sido Bildu quien ha salido al rescate de Sánchez y ha salvado el decreto rompiendo una unidad de acción que los dos partidos independentistas llevan ejerciendo prácticamente durante toda la legislatura. Los vascos también han sido espiados, pero han votado sí con el argumento de que lo hacían por la gente y no por el Gobierno. Aún así, Mertxe Aizpurua reconocía que hay "una brecha abierta" y que la confianza está dañada.
Ahí también pesa la competición electoral con el PNV en Euskadi. Los nacionalistas vascos iban a votar a favor de un decreto con medidas sociales y Bildu no podía quedarse fuera sin dañar su imagen de fuerza de izquierdas.
El PP de Feijóo votó no
La votación ha servido también para situar al nuevo PP de Alberto Núñez Feijóo. Por un momento se especuló con la abstención pero en la primera gran prueba en el Congreso, la nueva dirección optó por el voto en contra. Al PP no le conviene aparecer frente a Vox como la muleta de Sánchez. Salvar al Gobierno junto a Bildu no es el mejor cartel de cara a las elecciones andaluzas que están a la vuelta de la esquina y será el primer termómetro para medir fuerzas entre todos los partidos.
La principal conclusión es que todo sigue igual en la relación PSOE-PP tras la llegada de Feijóo más allá de un nuevo estilo en las formas.
El plan anticrisis ha sido otra prueba de resistencia para Sánchez y la ha vuelto a superar. ¿Está la continuidad de la legislatura en peligro? Para empezar el Gobierno de coalición tiene aprobados los presupuestos y puede prorrogarlos hasta finales del año que viene, cuando sobre el papel están previstas las elecciones generales.
El contexto político actual no es el más favorable para el PSOE hasta que se despeje la incertidumbre económica y mucho menos con un PP y Vox subidos a una ola creciente.