Gregorio Ordóñez vuelve a San Sebastián 25 años después de su asesinato

La exposición permanecerá abierta al público hasta el 30 de abril en el Palacio Miramar de San Sebastián
Entre las cartas que se exponen hay una dirigida a su hijo que entonces tenía 14 meses
Su viuda asegura que "no es digno de una democracia" que sienten en el Congreso a personas que están vinculadas directamente con atentados terrorista
El título de la exposición ‘La vida posible’, que ya se puede ver en el Palacio Miramar de San Sebastián, es toda una declaración de intenciones. Porque para su viuda y presidenta de la asociación que lleva su nombre, Ana Iríbar, “habría llegado a ser alcalde de San Sebastián”. Pero un 23 de enero de hace 25 años sus sueños, sus ilusiones, su vida se truncaron con un tiro en la nuca. Aquel día, Ordóñez no llevaba escolta porque, en esos momentos, un atentado de estas características era impensable. Pero la banda terrorista había decidido cambiar de estrategia. Querían sembrar el miedo y el terror con la 'socialización del sufrimiento'. Sin embargo, consiguieron todo lo contrario: convertirle en un símbolo de libertad.
Basta con leer una de las 300 cartas que ciudadanos y personalidades políticas enviaron poco después de su muerte para entender lo que supuso el asesinato de este hombre, marido, padre, político, al que ETA le arrebató cruelmente la vida. "Queríamos ganar las elecciones y verte de alcalde", le escribió José María Aznar tras el asesianto. Otra de las cartas está dirigida a su hijo Javier, que entonces tenía catorce meses. El autor de la carta, padre de otro niño, le decía lo mucho que sentía que “una bala asesina” les hubiese robado “miserablemente” una relación “maravillosa”. A muchos visitantes las lágrimas les impiden continuar la lectura. Estas y otras misivas estaban guardadas en una caja que su mujer no tuvo fuerzas para leer. No es de extrañar. Muchas sobrecogen sólo con ojear las primeras líneas.

Ordóñez mejoró los resultados de su partido
Esas cartas, que ahora ven la luz con esta muestra, al igual que las fotografías con Aznar o Jaime Mayor Oreja, los carteles electorales en los que aparecía y los recuerdos y objetos personales, como el cómic sobre la historia de la tamborrada que había en el maletín que llevaba el día de su asesinato, nos trasladan al San Sebastián de hace 25 años y que nada tiene que ver con el actual. Entonces, Gregorio Ordóñez era un referente en el mundo de la política. Durante los tiempos difíciles consiguió mejorar los resultados de su partido en San Sebastián, primero con Alianza Popular y luego con el PP. Candidato a la alcaldía donostiarra -llegó a ser teniente alcalde-, alzó su voz contra ETA en un momento en el que nadie se atrevía a enfrentarse públicamente a la banda. Eran momentos complicados. Tiempos de plomo, de tiros en la nuca, de impuestos revolucionarios, de miedo a hablar, de miedo a decir, de vivir señalados, de vivir con miedo o de morir por pensar diferente.
Vivir en una sociedad con miedo
Para recrear ese malvivir, esa sociedad amenazada, ese miedo en los rostros, esas bocas cerradas y esas ideas calladas, los recuerdos del político asesinado están acompañados de otros materiales, como pancartas electorales o incluso obras de arte, como una pieza del escultor Eduardo Chillida, que formaba parte del proyecto del ‘Arco de la Libertad’, y cuadros de Agustín Ibarrola. Pasear entre ellos sobrecoge, porque vuelve a la vida un sentimiento casi ya olvidado por la mayoría de la sociedad: el de hablar libremente, el de poder pensar diferente.

Heridas abiertas
Los tiempos han cambiado, sí. Pero todavía hay muchas heridas que cerrar y mucho camino por recorrer. Visiblemente emocionada, Ana Iribar, que ha estado presente en este regreso figurado de su marido a la escena política, ha querido aprovechar el momento para lanzar a los responsables políticos un mensaje sobre los familiares de las víctimas de ETA que aún tienen su caso sin resolver. "¿Qué hemos hecho mal para que el discurso de Gregorio vuelva a ser efectivo hoy en día?", ha preguntado, al tiempo que ha recordado que “están pendientes muchas tareas vinculadas a las víctimas del terrorismo como esas 300 familias que todavía no han visto resuelto su caso, que no han pasado por un juzgado y no saben quién ha asesinado a su familiar”. Pero la viuda de Ordóñez ha ido más allá. También ha criticado la presencia en las instituciones de políticos relacionados con el terrorismo. “No es digno de una democracia que admita en sus filas, que siente en su Congreso, en sus ayuntamientos, en sus parlamentos autonómicos a personas que están vinculadas directamente con atentados terroristas. Me parece que el discurso político de ETA, al que se enfrentó Gregorio Ordónez con mucha valentía, no puede tener cabida en una sociedad y en una democracia que se precien”.
La exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 30 de abril, llegará también a Bruselas y Madrid. Además, el sábado, se colocará una placa en recuerdo de Ordóñez junto al bar La Cepa, en el que fue asesinado, en el lugar donde ETA arrebató la vida a un hombre cuyo legado no morirá jamás.