La nueva vida de los afganos evacuados empieza en la base militar de Torrejón: "Aquí nunca se escucha a niños jugar"


Las familias han cambiado el paisaje interno de la base militar
80 afganos llegados en dos aviones han sido los primeros en pasar una noche en el campamento de acogida de Torrejón de Ardoz
Las instalaciones tienen cabida para 800 personas, zona de ocio, de rezo o comedor
"Están bien, pero echan de menos a los que todavía no han podido salir de Afganistán", nos dice una militar del Ejército de Tierra, que habla sobre los afganos evacuados desde Kabul a la base de Torrejón de Ardoz. Hay mucha información que no puede dar, por respeto a la intimidad y a la seguridad de esas personas, pero está claro que a ella le han calado: "Este fin de semana libro, pero me voy a acercar para volver a verlos, les he cogido cariño ya", cuenta en una breve charla a escasos metros de los iglús donde descansan mujeres y niños.
Llegaron durante la madrugada del jueves, cansados pero contentos de pisar terreno seguro. Fueron recibidos por dos ministros, el de Migraciones y el de Exteriores, dejaron sus datos, se sometieron a pruebas PCR y por fin pudieron descansar después de semanas de terror ante la vuelta de los talibanes.
La madrugada en Torrejón dejó alguna escena emotiva, como la de un traductor que pudo hacer una videollamada con su hijo y sus nietos, que siguen en Kabul, a la espera de ser evacuados. "Fue muy bonito", dice la militar sonriendo de oreja a oreja, mientras mira la fotografía que captó del momento.
En un máximo de 72 horas serán conducidos a pisos de acogida y otro tipo de centros mientras se tramita su situación. Su lugar lo ocuparán otros, pero los ocupantes de dos aviones que han llegado durante la madrugada han sido los primeros. Uno llegó vía Italia con cinco familias que serán derivadas a otros países europeos como Dinamarca o Alemania; el otro era el primer A400M del Ejército español que partió de Kabul con ciudadanos afganos a bordo.
... y de repente, un autobús
El jueves por la mañana, hace calor, y los periodistas intentan, en vano, acercarse a ellos. Les ven, pero muy de lejos.
A las 14:10, de repente, un autobús sale desde la zona del campamento. Es negro y no va muy lleno. Dentro, se ve a un niño, a una mujer con pañuelo en la cabeza... son los primeros afganos que abandonan la base en dirección a su próximo destino, en ese caso, fuera de España, en los países a cuyas tropas ayudaron.
Ningún uniformado suelta prenda, los periodistas tiran de teléfono intentando confirmar a dónde van, pero la discreción sigue primando.
Mientras, un dron vigila el perímetro de seguridad y graba imágenes del campamento. Los pocos testimonios, al margen de declaraciones oficiales, son comentarios de los que les han atendido o de los que han estado presentes durante su primera mañana en España.
Otro militar sonríe ampliamente cuando le preguntamos por los niños que juegan al fondo: "Aquí nunca se escucha a niños jugar, la zona residencial militar está lejos", nos dice mientras los mirar correr entre los contenedores-vivienda, las tiendas de campaña, y las carpas donde van a pasar las próximas horas.
"Menos mal que no llegaron el fin de semana, con el calor que hizo", apunta otro miembro del ejército, mientras acerca unas botellas de agua para hacer más soportable la espera bajo el sol de agosto. La base de Torrejón no es un lugar lleno de árboles ni pensado para vivir. Es eso, una base militar de La Meseta española. Sin embargo, los soldados de la Unidad Militar de Emergencias que se acercan por allí hablan orgullosos del campamento y explican que está muy acondicionado para una situación temporal.
Zona de rezo, de juegos, comedor...
"Lo han montado entre 92 personas en menos de 24 horas", afirman. Tienen aire acondicionado, luz y duermen en literas militares.
Por un lado, se han dispuesto 42 iglús, donde duermen las mujeres y los niños. Además, se ha habilitado el polideportivo para albergar a unos 200 hombres, y hay 11 contendores con espacio para seis personas, donde de momento se ha alojado a mujeres.
Lo que han llegado son familias con sus niños. La intención es que no lleguen a juntarse los 800 que se pueden acoger aquí, porque mientras unos lleguen otros se irán marchando.
Mientras estén, los pequeños podrán usar la zona de ocio dispuesta para ellos; todos podrán rezar en la carpa habilitada para tal fin; y compartirán comida en otra carpa con espacio para 200 personas.
"Por supuesto, en el menú no hay nada que contravenga su religión", señala uno de los militares que nos acompañan por el limitado recorrido, mientras hacen llamadas a instancias superiores para poder responder a las insistentes preguntas: "¿Cuándo llegará el próximo avión?"; "Sí, cuándo llegará?; "¿Sabéis ya a dónde iban los del autobús, quiénes eran?"... así una tras otra. La mayoría de las veces, la respuesta es una de estas dos: "no lo sabemos" o "eso no os lo podemos decir".
Trabajadores de seis ministerios coordinan la operación de puesta a salvo del personal afgano que ayudó a la misión española. A los de defensa, militares, les ha correspondido el transporte desde Kabul y la acogida de las primeras horas.
A Interior, le corresponde dar curso a las peticiones de asilo. "De todos los que han llegado, sólo lo han solicitado 12, explican fuentes de ese ministerio a NIUS. Ellos son los que irán a distintos lugares de acogida en España, el resto subirán a aviones que les lleven a otros países que participaron en la misión en Afganistán.
Lo que tienen por delante no es fácil. El ministro Escrivá ha explicado que España tiene un cupo de 3.000 plazas de asilo y que las primeras van a ser para ellos. Pero aún así, el futuro es incierto. Lejos de su casa y de su país, en el que ya no son bienvenidos después de haber ayudado a ejércitos de occidente en la lucha contra los talibanes, que se acaban de hacer con el poder de nuevo.