Los familiares de los radicales yihadistas sufren miedo y violencia, según un informe


El estudio, que recoge los testimonios de 9 familiares, pretende aportar información para “comprender esta radicalización violenta” y prevenirla
Los testigos relatan que el radical intenta “atraer al resto de las familia” que ,en ocasiones, “ sufre malos tratos y castigos físicos”
El Centro Memorial Víctimas del Terrorismo de Vitoria, en colaboración con la Facultad de la Comunicación de la Universidad de Navarra ha publicado un nuevo informe en el que profundiza en la radicalización yihadista en España mediante las vivencias directas de nueve familiares de personas radicalizadas. En él, las mujeres e hijos de quienes se han convertido en extremistas relatan "el aislamiento, el miedo e incluso los episodios de violencia que han vivido”.
"Nueve testimonios sobre la radicalización yihadista: la perspectiva del núcleo familiar" es un trabajo periodístico y de investigación, dirigido por la profesora e investigadora María Jiménez Ramos, en el que a través de las historias de estos familiares se desciende "a la letra pequeña de este fenómeno" con el objetivo de “aportar información valiosa para comprender la radicalización violenta y, eventualmente, prevenirla”.
Las historias recabadas y analizadas, todas ellas anónimas, incluyen los casos de dos mujeres, de 46 y 28 años, hijas de inmigrantes marroquíes instalados en España, a las que sus progenitores conciertan matrimonios forzosos; los de otras dos mujeres de nacionalidad española cuyos maridos son detenidos y acusados de delitos de terrorismo de carácter yihadista; los de los hijos de una de ellas, cuyo padre quería adoctrinarlos y del hermano de un combatiente que abandona a su familia para unirse a las filas del autodenominado Estado Islámico en Siria
“Cuando se radicalizan centran sus esfuerzos en atraer al entorno familiar”
Según el informe, existe un punto de inflexión personal para que concluye en la radicalización. “Hay eventos negativos, como el fallecimiento de un familiar, o hitos vitales como ser padre o cumplir una determinada edad asociada con la madurez y la necesidad de un cambio de vida”, señala por lo que “las personas radicalizadas adoptan una dialéctica de confrontación de carácter excluyente que se endurece a medida que avanza el proceso. En la mayoría de los casos, existe un agente de radicalización religioso, una figura de referencia que a menudo tiene un papel de autoridad”, añade.
En los casos de radicalización estudiados, los individuos parten de una vivencia limitada de la religión y un desconocimiento doctrinal del islam pero “cuando se radicalizan, se convierten, a su vez, en un agente de radicalización con su entorno familiar y centran sus esfuerzos en atraer a sus hijos a su visión de la religión”.
Por su parte, las familias identifican cambios en su estilo de vida, físico, costumbres, alimentación y de consumo de productos culturales.
“El miedo y las conductas machistas se implanta en el núcleo familiar”
El estudio constata que son las mujeres quienes sufren estas restricciones de forma más directa, pues estos individuos “afianzan las conductas machistas como el control de movimientos y de círculos sociales, se reduce la importancia de las voces femeninas en el hogar y, en casos graves, se producen episodios de violencia”.
Por último, la educación de los hijos resulta un punto de fricción. “El progenitor radicalizado trata de imponer costumbres, restringir ciertos movimientos de sus hijos o actividades desarrolladas en el ámbito escolar. El miedo se implanta en el núcleo familiar mediante la imposición de la autoridad de la persona radicalizada, que puede manifestarse en forma de castigos físicos y malos tratos” asegura el informe.