Así captaron al chófer de Bárcenas: "Tienes que hacer un favor a España"

Los agentes hicieron saltar la alarma del estudio de la mujer de Bárcenas en uno de sus intentos para entrar sin orden judicial
Compraron dos portátiles con fondos reservados para volcar los teléfonos de Bárcenas y los entregaron en la Secretaría de Estado
El encuentro sucedió en plena calle, mientras Sergio Ríos caminaba por los aledaños del domicilio de la casa de Luis Bárcenas, su jefe, el extesorero del PP que desde hacía pocas semanas estaba en prisión preventiva por orden de la Audiencia Nacional. En ese momento, se le acusaba de haber robado dinero del partido y de mantener una caja B, pero todavía no se había encontrado su gran botín en Suiza. Sin embargo, no era eso lo que más preocupaba dentro del PP, si no la relación directa que la familia del extesorero había fortalecido con el periodista Pedro J. Ramírez. El mismo que el 14 de julio de 2013, un mes después de Bárcenas entrara en prisión, publicaba los SMS del presidente del Gobierno donde Mariano Rajoy le espetaba a Barcenas la frase “Luis se fuerte”.
Un día antes de esa publicación el entonces ministro del Interior envió presuntamente un mensaje a su número dos, el secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez. El texto dejaba poco lugar a dudas: “Chófer, Sergio Javier Ríos Esgueva (Ahora hace esa función con la mujer). Es importante”. Días antes, el director de El Mundo había detectado ya seguimientos contra él: hombres con motos y cámaras en sus cascos que grababan sus movimientos por Madrid. Su equipo de seguridad inmortalizó la maniobra en varias imágenes. Pero no fue suficiente para frenar los contactos. Así que pocos días después del mensaje del ministro, el comisario Enrique García Castaño se acercó al conductor en plena calle. Sergio Ríos dio un paso para atrás cuando aquel desconocido le abordó para decirle, según la versión aportada por el propio comisario en sede judicial, que había llegado el momento de “hacer un favor a España” y “ayudar contra la corrupción”. “¿Qué corrupción?“ Preguntó el hombre de confianza de Bárcenas según este relato. “La de tu jefe”.
En un primer momento y según fuentes conocedoras de la operación, el chófer de Bárcenas se negó a colaborar con el operativo. De forma paralela, los agentes de la Unidad Central de Apoyo Operativo, comandada por García Castaño, analizaron la identidad de todos los vecinos que vivían en el mismo edificio de Bárcenas, tal y como refleja la documentación que acompaña este reportaje. Primero para identificar posibles colaboradores o personas de confianza del extesorero, y segundo para valorar si alguno de ellos podía colaborar con su intención de monitorizar cada movimiento de la familia del extesorero.
El hombre de Cospedal
Según la versión aportada por García Castaño en la Audiencia Nacional, dos días después el comisario recibió la llamada de otro compañero del Cuerpo Nacional de Policía. Un inspector jefe llamado Andrés Gómez Gordo, que aparece en las grabaciones del caso referenciado como Andy y que en ese momento estaba fuera del cuerpo. ¿La razón? Se había marchado poco antes como jefe de Seguridad del gabinete de María Dolores de Cospedal cuando la exsecretaria general del PP ganó las elecciones en Castilla-La Mancha. En esa llamada y según García Castaño, Gómez Gordo le dijo que no había tenido “formas” a la hora de acercarse al conductor, que era una persona de su confianza ya que se conocían con anterioridad por su trabajo en la Comunidad de Madrid y que desde ese momento, él sería la persona que se encargara de tratar con él. Sin embargo, Gómez Gordo ha negado siempre que jugara ese papel en la operación. Los fiscales del caso mantienen en sus escritos que fue el empresario Ignacio López del Hierro, marido de María Dolores de Cospedal, quien puso en contacto a Gómez Gordo con el comisario Villarejo para que el agente, que solía trabajar encubierto, participara también en el control al conductor.
En cualquier caso, Sergio Ríos comenzó a colaborar con los agentes del operativo ese mismo verano. “Es el asunto más importante que tienes entre manos”, le llegó a decir el ministro al secretario de Estado sobre la intrusión en el entorno de Bárcenas según las notas de Francisco Martínez decomisadas por la Policía Nacional. En un primer momento y según varios imputados, la operación iba a recaer en el equipo de Asuntos Internos, pero finalmente, fueron los comisarios García Castaño y José Villarejo los que se encargaron de la mayor parte del operativo. El primero, dirige uno de los departamentos más especializados en seguimientos e intervenciones de las comunicaciones por su experiencia en la lucha contra el terrorismo.
Sobre el terreno, la operación rozó a veces lo esperpéntico. En los primeros compases y según ha reconocido uno de los implicados, Sergio Ríos aportó el número de desbloqueo de la alarma del pequeño estudio de arte donde trabajaba la mujer de Bárcenas, Rosaía Iglesias. Al intentar desbloquearla, los agentes activaron el sistema al introducir un código equivocado ya que había sido cambiado por la familia del extesorero. Así que saltó la alarma con sus luces y su sirena incluido.
Poco después, los agentes consiguieron una copia de las llaves de estudio. La llave era tan vieja que no funcionaba siquiera, así que tuvo que ser la señora de la limpieza la que abrió el inmueble para que el agente que accedió al mismo, que nunca se identificó como tal, pudiera entrar con la excusa de que quería dejar a restaurar una talla de un cristo. En realidad, había sacado la figura de la pared de una de las habitaciones de su casa familiar.
“Tú eres el corazón del partido”.
El 2 de octubre de 2013 se produce la primera grabación conocida hasta el momento entre el comisario Villarejo y el “cocinero”, el nombre en clave que se le puso a Sergio Ríos. Según el sumario del caso, el conductor recibió presuntamente pequeñas cantidades de dinero abonadas con fondos reservados, una pistola que costó 700 euros, un permiso de arma corta en un tiempo récord por parte de la Guardia Civil y ayuda para acceder como agente al Cuerpo Nacional de Policía. De hecho, en otro de los audios decomisados, el excomisario Villarejo argumenta la necesidad de que ese deseo se cumpla: “Paco, la única forma de que este tío tenerlo trincado, por si algún día se vuelve loco, si es madero ya no nos va a derrotar porque no va a derrotar a un jefe”. Según los registros de fondos reservados aportados a la causa, Sergio Ríos habría cobrado de forma regular desde verano de 2013 hasta abril de 2015, fecha en la que aprueba las oposiciones a Policía Nacional. Sin embargo, el conductor ha negado el cobro de esos montantes en sede judicial y que su acceso al cuerpo fuera de forma irregular.
En el encuentro grabado por Villarejo ese mes de octubre, Ríos cuenta por ejemplo que Bárcenas estaba arrepentido de haber dejado el escaño ya que “Galeote y Trallero y Michavila” alcanzaron con él una suerte de pacto. “No te preocupes que se va a cumplir. Que tú eres el corazón del partido”. La pregunta de Villarejo no se hace esperar. “¿Y esa conversación la tiene él grabada?” La respuesta tampoco: “Esa y la de Arenas”. “Arenas está muerto”, llega a decir el conductor en esa misma grabación por la cinta que presuntamente tenía su jefe, un encuentro entre ambos en Sevilla.
A partir de ahí, los agentes comenzaron a obtener información sobre los encuentros que mantenía la mujer de Bárcenas, tanto con su entorno más próximo, como con periodistas o abogados. Se investigó incluso la vida judicial de uno de los principales amigos del exsenador, Javier Sánchez Lázaro, para saber si tenía alguna debilidad en ese sentido que le hiciera ser propicio a colaborar con los agentes. Los agentes destinados al caso recibieron poco después una alerta de que el extesorero del PP había entrado en contacto en prisión con un grupo de colombianos que le había prometido custodiar parte de sus grabaciones en una nube segura. Fue una falsa alarma a cambio de 5.000 euros. Los policías pidieron datos al conductor sobre el estudio de la mujer de Bárcenas en la calle General Díaz Polier, sobre los viajes que había realizado el extesorero a zonas de montaña, tal y como recoge el fragmento que acompaña a este reportaje, y sobre los terminales telefónicos que eran utilizados entonces por la familia. Incluso recibieron la alerta de que Bárcenas podría tener dinero oculto en Antillas Holandesas. Un dato que nunca se trasladó a juzgado alguno.
“Tronco, tú no has hecho nada ilegal, métetelo en la cabeza, tú has dado una información a un agente que es uno que se llama El Gordo, pensando que si se obtenía algo terminaría en un Juzgado. Eso es lo que tú tienes que repetir en todos los sitios”, llega a explicar Villarejo en otra grabación con otro comisario sobre las instrucciones que presuntamente ha reconocido el conductor.
Dos portátiles y dos teléfonos
Así, los agentes comenzaron a valorar que la información obtenida del hombre de confianza de Bárcenas era epidérmica. Que las cintas no terminaban de aparecer, el número de la alarma no era el correcto, las llaves no funcionaban, por lo que presionaron para que el conductor les diera acceso a dos terminales móviles antiguos, utilizados por su jefe. En un VIPS cercano a la residencia de la familia Bárcenas, los agentes clonaron los dos terminales, los mensajes y toda la agenda del extesorero para conocer de primera mano sus contactos. Los datos, tanto de los SMS como de los teléfonos, están ya en manos de la Audiencia Nacional. El volcado de los datos se produjo, según el sumario del caso, en octubre de 2013.
Esa misma información, según el comisario García Castaño, fue facilitada al secretario de Estado Francisco Martínez en un ordenador sin acceso a internet que se compró en esas mismas fechas con fondos reservados. “1.905,82 material informático para SE”, reza la nota de los fondos reservados. En realidad con ese dinero se compraron dos portátiles HP y un disco duro de un tera que también han sido decomisados, ya que estaban custodiados en la Comisaría General de Información. Ahora, los investigadores los analizan para cruzar su contenido y conocer el alcance de los seguimientos y la intrusión ilegal.