Rafael Mendizábal, el jurista que se escapaba al cine, y Pepe Coira, el guionista que hacía pellas para ver juicios

Rafael Mendizábal, magistrado emérito del Tribunal Constitucional, ha escrito el libro "Cine y derecho"
Pepe Coira es el guionista de la serie "Hierro"
"Yo vi todas las películas que se estrenaron en las salas de Madrid en 1941" cuenta Rafael Mendizábal, un apasionado del cine de 94 años que desde que era un niño pequeño "muy travieso", se solía escapar de clase para ver las películas de Sirley Temple, las de los Hermanos Marx, las del Gordo y el Flaco, o su favorita: "Los tres lanceros bengalíes", que califica como "la película" de su infancia.
Casi 40 años más tarde, en Galicia, otro niño hacía sus pellas para ir a los juzgados que había enfrente de su instituto. A Pepe Coira le gustaban aquellas vistas judiciales, le parecían muy "interesantes" e incluso se ganó la confianza de un ujier que les avisaba, a él y a sus amigos, si había un juicio "gordo".
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Los años llevaron al cinéfilo Rafael a dedicarse a la Justicia. Fue el hombre que creó la Audiencia Nacional y la presidió durante 20 años; estuvo en el Supremo; tuvo el cargo de vicepresidente del Constitucional... todo un currículum al que en su última parte ha añadido la autoría del libro "cine y derecho". En él, el magistrado emérito Mendizábal hace un repaso de las principales películas judiciales de Hollywood.
A Pepe Corina, la vida le condujo a convertirse en guionista. De su pluma, y por iniciativa personal, nació la serie "Hierro". Su protagonista es una jueza de instrucción destinada a la isla canaria e interpretada por Candela Peña. Entre los juristas hay un aplauso general a los detalles de esta serie que, aunque se toma sus licencias, hace un buen retrato del mundo judicial español.
En puertas de la Semana Santa de 2021 los dos hablan con NIUS sobre el mundo de la ficción y el de los tribunales. Pepe mira a la Justicia con ojos de escritor; mientras Rafael observa el cine con mirada de juez.
Audiencia pública, se abre la sesión
Pocas cosas son más cinematográficas que un juicio. En eso coinciden nuestros dos entrevistados. Desde la escenografía a la propia esencia. Sólo hay que recordar un juicio como el que se celebró en el Tribunal Supremo contra los líderes políticos del 1-O, para estar de acuerdo con ellos. El salón de plenos del Alto Tribunal; el juez que marca las reglas del juego; los acusados haciendo declaraciones simbólicas o los abogados y fiscales haciendo alegatos vehementes. Aquel juicio retransmitido en directo, tenía -sin entrar en argumentos jurídicos- todos los ingredientes para ser llevado a las pantallas.

"El juicio en sí mismo es un espectáculo. Se representa en un escenario, con un estrado al final de un salón, separado de los espectadores (el público), donde se representa un espectáculo teatral. Hay unos actores, los abogados, los testigos y una trama. Lo que ocurre en ese estrado siempre tiene un gran interés dramático", opina Mendizábal que en su libro habla de vistas tan dramáticas como la de "Matar un Ruiseñor", donde se juzga a un hombre negro, acusado de violar a una mujer blanca en los Estados Unidos del sur.
Para Pepe Coira es lo mismo, "una sala de vistas es una ceremonia, es un rito, es un lugar esencialmente dramático, con una puesta en escena y un conflicto a dirimir, con varios protagonistas, que son las partes. En "Hierro", la trama se centra en el proceso de instrucción, de investigación, pero Pepe admite que usa la sala de vistas todo lo que puede, porque aporta dramatismo.
"Algunas escenas que deberían ocurrir en el despacho las trasladé a la sala de vistas, por ejemplo las 'vistillas', que son los actos para decidir si se decreta prisión provisional para alguien o no. Pero claro, es que es mucho más dramático", señala.
Sabemos más del derecho americano que del español: jurados, encendidos alegatos finales...
Que el cine y la televisión nos influyen a casi todos es un hecho. Y es por eso que cuando pensamos en un juicio, casi siempre lo asociamos apasionados alegatos de las defensas y acusaciones dirigidos a un jurado que se emociona en la sala y mantiene un intenso debate cuando se retira a deliberar.
En realidad, según explica Rafael Mendizábal, la inmensa mayoría de los litigios en Estados Unidos concluyen antes de llegar a juicio con un acuerdo entre los acusados y la Fiscalía, algo que también ocurre aquí en muchas ocasiones. "Pero eso no tiene dramatismo y por eso no es lo que refleja el cine", reflexiona con voz pausada.
El jurado es el centro de alguna de las grandes películas de Hollywood que ha analizado Mendizábal. La más relevante, "Doce hombres sin piedad", en la que un impecable e íntegro Henry Fonda convence, uno a uno, al resto del jurado de que no hay pruebas suficientes para condenar al acusado.
Pepe Coira también está convencido de que sabemos mucho más del derecho americano que del español, aunque Mendizábal asegura que en esencia no son tan distintos porque "comparten la esencia".
Una de las primeras cosas que le llamó la atención cuando empezó a trazar la historia de "Hierro" fue la respuesta que le dio una prima suya, jueza de profesión, al preguntarle por las prisiones provisionales. Ella le dijo que en España son la excepción, ya que por principio los investigados han de quedar en libertad condicional hasta que se les juzga. Los únicos motivos para decretar la cárcel son la posibilidad de destrucción de pruebas, de volver a delinquir o el riesgo de fuga.
"Esa idea de la excepcionalidad me gustó mucho por la carga ética", explica a NIUS desde el otro lado del teléfono este guionista que se alegra de no ser juez, porque el tipo de decisiones que tiene que tomar quien preside un tribunal.
"Un juez no debe tomar las decisiones del mismo modo en que nosotros lo hacemos, que enseguida hacemos sentencias rápidas", plantea al hablar sobre las presiones de la opinión pública y las resoluciones poco entendidas que muchas dictan los jueces: "Qué bien que haya jueces que marquen como se han de aplicar las reglas del juego que nos hemos marcado todos", señala, aunque también apunta que hay jueces de todo tipo, como en cualquier ámbito de la vida.
El juez Weaver o el juez Garzón
Al preguntar a Rafael Mendizábal por el juez de la gran pantalla que le habría gustado ser, el responde, sin dudar, que el de "Anatomía de un asesinato", el juez Weaver: "Me gusta por lo que dice, por cómo actúa, por cómo se presenta. Entre otras cosas dice al presentarse que a veces tiene tendencia a dormirse, pero que todo argumento jurídico brillante le despierta. Es un juez con sentido del humor", afirma este magistrado emérito fan de El Quijote hasta el punto de haberlo leído 12 doce veces cuando era un niño porque se "mondaba de risa".
Cuando habla de los jueces del cine, en general, Mendizábal se refiere a ellos como piezas fundamentales para la trama, pero no como protagonistas.
Coira eligió a la jueza Montes como protagonista, aunque por necesidades de guion y drama, tuvo que darle atribuciones que exceden un tanto las reales, como acompañar a la Guardia Civil a anunciar una citación.
A la pregunta de qué jueces le han inspirado para ese tipo de escenas, la respuesta es rápida: "Me venía a la cabeza Garzón cuando fue en persona al lugar donde estaba secuestrado Ortega Lara o cuando venía a Galicia por la Operación Nécora".
Pero Baltasar Garzón no es el único juez español que le ha llamado la atención. Le ocurre lo mismo con otro instructor, Pablo Ruz, el que se hizo cargo, precisamente, del juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional como sustituto tras la inhabilitación de Garzón
Ruz, que a sus treinta y tantos tuvo que soportar las presiones propias de abrir un caso como los papeles de Bárcenas, sorprendió e inspiró a Pepe Coria: "Era muy interesante verlo. Le cayó todo aquello y lo asumía con toda la tranquilidad… lo sacaba adelante con una dignidad tremenda. ¡"Qué bien que haya jueces así"!, reflexiona.
Asuntos de familia
Ni Pepe ni Rafael son los únicos en sus casas interesados por la pantalla y por las togas. En el caso de los Mendizábal, hay un fiscal, hijo del expresidente de la Audiencia Nacional, que eligió esa carrera después de ver JFK, caso abierto.
Rafael, que en su libro también analiza la figura del fiscal, nos cuenta que a pesar de que él sabía que el Ministerio Público español no es tan divertido como el norteamericano, no desanimó a su hijo porque "los fiscales en España son mucho mejores que los de Estados Unidos. Es la misma carrera, y no dependen de la política, como allí", asegura el magistrado.
Por su parte, Pepe tiene un hermano, Jorge, que también está en el mundo del cine y que comparte el interés por lo judicial. El proyecto de "Hierro" es de los dos y, de hecho, Jorge es el director de la serie.