El órdago de los jugadores de mus a la mascarilla: "Es perfecto, no hace falta cambiar las señas de boca"


Actualmente no hay casi torneos de mus y los que se celebran se están jugando con grupos de dos mesas de cuatro jugadores, manteniendo la distancia social y las medidas higiénicas, además de pantallas protectoras o mascarillas transparentes
En Valencia, la Junta Central Fallera (JCF) ha decidido cambiar las reglas del truc, un juego de cartas similar al mus, para adaptarlo a tiempos de mascarilla
"El mus es perfecto tal cual es, desde como se reparten las cartas hasta las señas. No hay que cambiar nada, aunque ahora no se vean las señas de boca". Así de tajante y entusiasta se muestra Diego. A sus 73, lleva jugando al mus desde los 17 y no le entusiasma saber que en Valencia, la Junta Central Fallera (JCF), ha decidido cambiar las reglas del truc (un juego de cartas similar al mus) para adaptarlo a tiempos de mascarilla. Las cuatro señas al compañero que se hacen con la boca para contarle tus cartas, se harán con otros gestos".
"Eso no va a pasar con el mus. Seguiremos jugando con las mismas señas de siempre. No hay casi torneos y los que se celebran se está jugando con grupos de dos mesas de cuatro jugadores, manteniendo la distancia social y las medidas higiénicas, además de pantallas protectoras o mascarillas transparente", explica Jordi Briñol, delegado en Barcelona de la Asociación Española de Mus (Asesmus) y autor del libro Órdago. Reflexiones de un jugador de Mus.
Torneos sin apenas gente y adaptados a los tiempos. "Lo que sí se está evitando son las aglomeraciones. Se han acabado los torneos que duraban uno o dos días. Ahora se dan 15 días para que se produzca cada enfrentamiento. Los participantes van jugando su partida, suben el resultado a la app y a los 15 días se les notifica el nuevo rival (como una liga de fútbol, en que en cada campo juegan dos equipos y se van sumando los resultados cada semana)", explica Briñol.

A Diego las aglomeraciones no le preocupan. Él suele jugar casi siempre con los mismos. Antes de que el coronavirus diera la cara, iba todas las tardes al centro de mayores de Antonio Somalo de Tres Cantos (Madrid) para jugar con sus compañeros. Cuatro horas diarias en las que charlaba, se divertía y ocupaba su tiempo. Pero el 9 de marzo lo cerraron y se acabó el mus para él y sus compañeros. Hasta este verano. Levantado el confinamiento pudo volver a jugar en Denia, con sus amigos de la urbanización. Compañeros de mesa de toda la vida, que como él ya tenían "mono" de juego. Pero ahora claro, han tenido que adaptarse.
"En mi mesa somos de los que llevamos mascarilla, lo que hemos hecho es acordar que no se puede hacer señas de boca, solo permitimos el guiño de un ojo que indica que llevas 31 de juego", cuenta divertido.
Este verano ha jugado todos los días desde las cinco de la tarde hasta las ocho. Partidas readaptadas a los tiempos y a los contrincantes: "Jugábamos con vascos, y entre sus normas está que tampoco se puede mentir, así que ha sido un mus sin señas y sin mentirijillas", ríe.
No han podido mover la boca a un lado para indicar medias (tres cartas iguales), tampoco morderse el labio para chivar una pareja de reyes, ni asomar la lengua indicando una pareja de ases. Ni siquiera mandar un beso al compañero (seña de tres reyes y un as), pero si han podido envidar a la grande, la chica, los pares y al juego (los cuatro lances de una partida). Apostando por la vuelta a la normalidad. Esa que tanto deseamos todos:

"Ahora solo podemos jugar en reuniones de amigos, los torneos de siempre son impensables", explica desolado Jordi Briñot tras mostrarnos una imágen del último máster celebrado, en Lloret de Mar, octubre de 2019. Una fotografía que hoy sorprende pese a ser de hace tan solo un año.
Diego también está deseando que vuelva la vida de antes. Poder volver al centro de mayores de Tres Cantos para jugar con sus amigos al mus de siempre, ese en el que se puede gesticular, farolear, y acabar celebrando la victoria con un abrazo.