Día de la amistad: un estudio muestra por qué hay que dar el paso de contactar con viejos amigos


Una serie de trece experimentos muestra que subestimamos la reacción que tienen nuestros mensajes en los demás
El mayor obstáculo para el acercamiento a una vieja amistad es el miedo al rechazo, pero en general la respuesta a estos mensajes es positiva
Poco antes de que llegara este 30 de julio, día internacional de la amistad, la Asociación Americana de Psicología publicaba un estudio que invita a dar un paso sobre el que dudamos con frecuencia: recuperar el contacto con una vieja amistad. ¿Llamamos? ¿Mandamos un mensaje? ¿Seremos inoportunos? Al fin y al cabo, desde que perdimos el contacto con esa persona, ya no sabemos casi nada de su vida y de su día a día.
La vida nos suele dar la oportunidad de trabar relaciones, ¿pero qué hacer cuando esas oportunidades espontáneas desaparecen? El principal obstáculo para iniciar un acercamiento de este tipo es la ansiedad que genera la posibilidad de que la otra reciba nuestra aproximación con rechazo o indiferencia.
“Deberías dar el paso y ponerte en contacto y seguramente (tus amistades) lo apreciarán mucho más de lo que piensas”. El consejo puede parecer gratuito, pero quien lo formula es la investigadora Peggy Liu, de la Universidad de Pittsburgh, y lo hace a modo de concusión de una serie de 13 experimentos en los que han participado 5.900 personas.
¿Sabemos cuánto nos aprecian los demás?
Los experimentos consistieron en tratar de calcular en qué medida somo capaces de calibrar cuánto valoran nuestros viejos amigos o conocidos que nos pongamos en contacto con ellos. El resultado principal reflejó que los participantes, en general, subestimamos el impacto que puede tener un mensaje nuestro a una persona que hace tiempo que no vemos.
Se comprobó de varias maneras. La primera fue la más sencilla. Basta comparar cuánto creemos que alguien va a valorar un mensaje nuestro y cuánto valoramos nosotros recibir una llamada o alguna comunicación por parte de una antigua amistad.
En otros experimentos, los participantes escribieron mensajes para algún conocido y los investigadores se lo hicieron llegar. Después compararon la valoración que hacía el emisor sobre cuál sería la reacción de amistas y cuál fue de hecho la respuesta emocional de esta persona. Se realizaron varios tipos de pruebas. Con individuos que habían tenido una relación estrecha en el pasado y con otros que simplemente habían tenido una relación cordial y habían coincidido en ocasiones.
La reacción del receptor del mensaje fue, en la mayoría de casos, más positiva de lo que el emisor había previsto. Se comprobó incluso que esos mensajes se valoraban más cuando venían de alguien inesperado que ya no formaba parte de la red habitual de contactos de una persona, incluso cuando emisor y destinatario nunca habían llegado a tener una amistad estrecha.