Nanopartículas inteligentes: la patente de la Universidad de Granada contra el cáncer de mama

Un equipo de científicos ha desarrollado nanopartículas de poliestireno que funcionan a modo de ‘GPS’ guiando fármacos a las células tumorales
Los resultados han sido patentados y publicados en la revista científica “Nanomedicine: Nanotechnology, Biology and Medicine
Tras cinco años de estudios y experimentos un equipo multidisciplinar de científicos de la Universidad de Granada (UGR) ha logrado dar un paso muy importante en la lucha y prevención del cáncer de mama.
Se trata de una terapia con nanopartículas ‘inteligentes’ capaces de distinguir las células tumorales de las sanas, lo que evitaría, entre otras cosas, buena parte de los efectos secundarios de la actual quimioterapia.
La nueva técnica desarrollada, y patentada, por estos investigadores, adscritos al Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, esta destinada a combatir el cáncer de mama más agresivo: el de tipo triple negativo. Un tipo de cáncer que no presenta ninguno de los tres receptores (tres tipos distintos de proteínas) que, por lo general, presentan estos tumores. Por eso, para los médicos se hace más complicado atajar estos tumores porque tienen menos recursos para afrontarlos, a excepción de la quimioterapia
Un trabajo minucioso
Para poder hacerse una idea de la dimensión en la que han trabajado estos científicos, Juan Antonio Marchal, Catedrático de Medicina de la Universidad de Granada, ilustra a NIUS el tamaño de una de estas nanopartículas:
Marchal: Si una célula es un campo de fútbol, una nanopartícula ocupa en su interior lo mismo que una bola de ping-pong dentro del estadio
A esa escala no es fácil diseñar diminutas “partículas redondas de poliestireno biocompatible” capaces de ‘atacar’ únicamente a las células tumorosas. Es lo que ha hecho el equipo liderado, entre otros, por este catedrático de medicina: “hemos funcionalizado esas partículas para hacerlas inteligentes’. Pero, ¿cómo? Como si de una de sus clases se tratara, Marchal detalla a NIUS un laborioso proceso casi imposible de resumir en estas líneas.

El primer paso fue guiar a estas nanopartículas hacia el foco del problema, es decir, hacerlas ‘inteligentes’. Para ello, relata este científico de la Universidad de Granada, les adhirieron una molécula llamada péptido con un conjunto de aminoácidos que, unidos, son capaces de distinguir la neuorpilina-1. Esta proteína únicamente está presente en las células de cáncer de mama triple negativo humanas, y no en las sanas. Ese péptido es el encargado de actuar a modo de ‘GPS’ guiando a todo el complejo de partículas hacia su destino.

Una vez comprobaron la eficacia de la creación, Marchal y sus compañeros procedieron a inocular en ese ‘GPS’ el medicamento utilizado comúnmente en los tratamientos de quimioterapia: la doxorrubicina. El objetivo es que las células tumorosas, cuyo metabolismo es tan alto que devora las células que encuentra a su paso, absorban estas nanopartículas y el medicamento se libere en su interior.

Una sustancia luminiscente que estos científicos inoculan a las nanopartículas les ha permitido ‘trackear’, esto es, seguir en todo momento el recorrido que estas moléculas han hecho a través del cuerpo de los ratones. Cuando vieron que las nanopartículas se dirigían exclusivamente a las células tumorales, estos investigadores de la UGR supieron que habían dado en el clavo.
Unas perspectivas esperanzadoras
La dimensión de la patente se descubre cuando Marchal enumera a NIUS las ventajas que podría suponer en un futuro la utilización de las nanopartículas inteligentes en la lucha contra el cáncer de mama:
- Acabaría con muchos efectos secundarios. Los ratones a los que se inoculó doxorrubicina libre mostraron pérdida de peso y trastornos neurológicos y cutáneos. No sucedió así con los ratones tratados con estas micropartículas patentadas.
- Se reduciría la cantidad de fármaco administrado. La investigación refleja que se consiguen los mismos efectos disminuyendo en tres veces la cantidad de fármacos suministrados, lo que acortaría también los plazos de la quimioterapia.
- Detección y prevención de metástasis. La sustancia luminiscente que contienen las nanopartículas permite rastrear permanentemente la posición de las células tumorales, lo que haría más fácil detectar si éstas se mueven hacia otras zonas del cuerpo. Por ello, esta patente es teranóstica (útil tanto para tratamiento como para diagnóstico).
- Versatilidad. Se trata de una patente versátil, aseguran los investigadores. Podría aplicarse en otros tipos de cáncer.
Ahora llega lo más difícil
Tal y como confirma Marchal, la Universidad de Granada ya ha registrado oficialmente la patente en la Oficina Española de Patentes y Marcas, pero ahora queda lo más difícil.
Marchal: Para acometer el ensayo clínico necesitamos una inversión de más de diez millones de euros
Un organismo público no puede acometer tal inversión, por lo que ahora la Universidad de Granada busca una empresa que quiera explotar comercialmente este futuro medicamento. Para ello, deberá acometer las cuatro fases que se comprenden en cualquier ensayo clínico de cualquier medicamento, y cuyo coste se dispara hasta unos quince millones de euros. Confían Marchal y sus compañeros en que, esta vez, la esperanza no tenga precio.