No es que no sientan; es que no saben identificar lo que sienten, ni mucho menos cómo expresarlo. No es que haya una emoción y se pregunten ¿qué es esto que estoy sintiendo ahora? Es que muchas veces las personas alexitímicas no saben que no saben; están como ciegas a sus propias emociones. Sienten, pero no se dan cuenta de que sienten. De ahí la gran dificultad para identificar el problema. Suelen hacerlo personas cercanas.
Carmen, una mujer de 41 años, pone siempre los mismos ejemplos para explicar lo que le ocurre: el día de su boda, el día en que nació su hijo y el día en que falleció su madre. Para ella, esos tres días, fueron como si hubiera asistido a una obra de teatro. Ella estaba allí, pero como una espectadora más. Su marido dice de ella que le falta sangre en las venas, que resulta un poco aburrida de lo conformista que es. No tiene muchos amigos. Nunca consigue integrarse de verdad en ningún grupo. Es suspicaz, siempre piensa que los demás la critican a sus espaldas y eso le hace distanciarse de la gente y refugiarse en casa, donde se pasa las tardes viendo series y películas, o en cualquier centro comercial comprando compulsivamente. En determinado momento de su vida se dio cuenta de que había algo raro en ella: sentía malestar, pero no era capaz de entender de dónde venía. En realidad, ella fue al psicólogo empujada por su marido, que se quejaba de lo fría y distante que era con él. Llegó a consulta con la idea de que probablemente estuviera sufriendo algún tipo de apatía ocasional. Pero con un poco de retrospección, descubrió que llevaba arrastrando esa losa desde que tenía conciencia de sí misma.
El concepto de alexitimia fue introducido por J.C Nemiah y P.E. Sifneos en 1970 para describir un grupo de síntomas observados en pacientes con enfermedades psicosomáticas. De acuerdo con estos autores, alexitimia significa literalmente ausencia de palabras para expresar las emociones y denota una dificultad en identificar y describir emociones, así como una vida de fantasía interna muy empobrecida.
Es importante no confundir alexitimia (incapacidad para expresar y gestionar las emociones) con la ausencia de emociones y de sentimientos propios de los psicópatas. El psicópata es el enfermo que sufre un trastorno de personalidad caracterizado por un comportamiento eminentemente antisocial. Son personas capaces de actos delictivos y graves agresiones sin ningún sentimiento de culpa.
La alexitimia no implica no sentir, sino no saber identificar ni expresar emociones. Quienes la padecen únicamente no saben manejar correctamente cómo se sienten o interpretar las emociones de los demás. Eso les lleva en ocasiones a evitar actos con una alta carga emocional, pero no tienen por qué presentar comportamientos psicopáticos.
La alexitimia es un fenómeno mucho más común de lo que muchos creen. Según la Sociedad Española de Neurología, afecta al 10% de la población mundial. Así que es probable que se haya cruzado con más de una persona alexitímica a lo largo de su vida, o incluso que conviva con una de ellas sin saberlo o... ¿por qué no?, que usted mismo lo sea.
Según Javier Fernández-Montalvo y Sagrario Yarnoz del departamento de Personalidad de la Universidad del País Vasco, la alexitmia se manifiesta principalmente por:
La alexitimia se ha asociado con problemas de salud como la hipertensión arterial, el desarrollo de enfermedades coronarias, la aparición de enfermedades del aparato digestivo o el dolor crónico. El mecanismo que explicaría esta relación entre alexitimia y salud física es similar al del estrés.
Como hemos visto, las personas con alexitimia suelen desarrollar problemas interpersonales. La dificultad para expresar las propias emociones y para reconocer las emociones de los demás generan desconexión con el entorno y desadaptación social. La desadaptación social genera a su vez un malestar emocional con tendencia a cronificarse porque, como todos los humanos, las personas con alexitimia también necesitan el reconocimiento y la aceptación de los demás. Recordamos que la persona con alexitimia sí siente, lo que ocurre es que no sabe identificar lo que siente, ni expresarlo.
Ese malestar emocional no gestionado, no expresado, al prolongarse en el tiempo, produce un desgaste en el organismo, es decir, alteraciones fisiológicas que se producen a nivel del sistema nervioso autónomo, a nivel endocrino y en el sistema inmunológico. Este desgaste es el que a largo plazo aumenta la probabilidad de desarrollar algún tipo de problema de salud.
Las personas con alexitimia presentan mayores dificultades para afrontar de forma adaptativa las situaciones estresantes y la tendencia más habitual de estas personas es la de tratar de mitigar ese malestar emocional que sienten -pero no identifican- con comportamientos poco adaptativos como el consumo de alcohol y drogas, la sobreingesta de alimentos o el estilo de vida sedentario, como le ocurría a Carmen, si no recuerdan mal, que se pasaba las tardes tumbada en un sofá viendo películas y series.
Se han realizado numerosos intentos de buscar una posible causa de la alexitimia. Esto ha llevado a plantear hipótesis desde diferentes campos, teorías neuroanatómicas, genéticas y psicológicas. La neurología aborda la alexitimia cuando está relacionada con una lesión en el cerebro provocada por un tumor o por un íctus.
La psicología suele tratar la alexitimia como un desorden del aprendizaje emocional, aunque en realidad no hay un consenso entre los expertos sobre su origen: solo hay consenso en que nunca se debe calificar a quienes la sufren de personas carentes de sentimientos. Según el doctor en psicología Moisés de la Serna, autor de Alexitimia, un mundo sin emociones. La alexitima es un continuo, un rango o grado de inteligencia emocional, de modo que seremos más alexitímicos cuanto menos inteligentes emocionalmente seamos, y al contrario.
Hay otros autores que consideran la alexitimia como un fenómeno de todo o nada -o lo eres o no lo eres- o como un rasgo de la personalidad que acompaña al individuo de por vida. Otros autores consideran que al tratarse de una forma de sentir, puede reeducarse.
Es importante tener presente que la alexitimia no es una categoría diagnóstica psiquiátrica sino un concepto descriptivo del tipo de pensamientos, sentimientos y procesos relacionados que pueden existir en las personas con una amplia variedad de diagnósticos psiquiátricos o incluso sin diagnóstico psiquiátrico.
Como explican Fernández-Montalvo y Yarnoz, llama la atención la escasez de publicaciones sobre el tratamiento de la alexitimia. Además, los pacientes alexitímicos rara vez buscan terapia por su propia voluntad. Generalmente cuando buscan tratamiento es debido a la presión de algún familiar que se queja de la pérdida de comunicación en su relación.
Independientemente del procedimiento, la técnica y el tipo de terapia, el tratamiento psicológico de la alexitimia debe empezar por ayudar a la persona a tomar conciencia de las propias emociones, a reconocerlas a través de las diferentes sensaciones corporales y los pensamientos asociados, aprender a diferenciar unas emociones de otras y a canalizarlas adecuadamente. Es importante también focalizar la atención hacia las expresiones que suelen acompañar a las emociones -gestos, movimientos, tono de voz-.
Desde ahí el paciente podrá construir su propio mapa emocional: una especie de guía del usuario, que llevará siempre consigo y que podrá consultar en cada momento para poner nombre a lo que siente. Porque, aunque vivamos en una cultura en la que prima lo racional sobre lo emocional, las emociones influyen en el 90 por ciento de nuestras decisiones, de nuestras relaciones y de nuestros comportamientos, nos guste o no. Por eso, vale mucho la pena prestarles toda la atención que merecen.