El virus que me 'empantalló'

La crisis del coronavirus ha multiplicado nuestro tiempo de exposición a las pantallas. Nuestro cerebro se acostumbra muy rápido y muchos corremos el riesgo de engancharnos.
Finalmente he sucumbido a los encantos de las pantallas. Estoy completamente enganchada. Lo que más me preocupa es que mi cerebro ha necesitado poco tiempo, algo más de una semana, para caer en la adicción. Ahora estoy todavía aceptando que tengo un problema (supongo que escribir sobre ello me ayudará). Sé que la desintoxicación, cuando toque, no va a ser tan fácil y rápida.
Todo empezó el pasado lunes 9 de marzo por la tarde, tras el anuncio oficial del cierre de los colegios en la comunidad de Madrid por el coronavirus. Se juntaron varias necesidades ahí: la de informarme yo, la de informar a los demás (estaba trabajando en la redacción de NIUS esa tarde) la de compartir mis impresiones con familiares y amigos, la de saber cómo se iban a organizar los demás, la de reírme un poco de la situación por no llorar, la de calmar mi preocupación escuchando los consejos de expertos… en fin, que sin darme cuenta, en pocas horas me vi atrapada en esa otra dimensión de la vida de la que vengo años huyendo. Desde ese 9 de marzo la cosa ha ido in crescendo.
"Enciéndelo, enciéndelo" me dice con su seductora vocecita
Nunca pensé que sentiría la necesidad de mirar el móvil cada 30 segundos para no sé muy bien qué. Y esto es muy curioso porque cada vez que lo desbloqueo y se ilumina la pantalla me hago la misma pregunta: -“¿pero qué iba a mirar yo ahora?...Pues no sé, lo que 'echen', cualquier wasap, e-mail, notificación, tweet o sugerencia de amistad está bien, ¡porque siempre hay algo nuevo!
Un meme por aquí, un vídeo-tutorial sobre cómo fabricarte tu propia mascarilla por allá, un urgente con los últimos datos del Ministerio de Sanidad, o alguien del chat del cole que avisa de que la profe ha colgado nuevas tareas en la plataforma. Mi cerebro se ha acostumbrado a recibir una recompensa cada vez que miro el móvil y eso le encanta…vamos, que le gusta tanto que, cuando me levanto por la mañana es lo primero que me pide:
-“Enciéndelo, enciéndelo” me dice con su seductora vocecita.
Esta semana he notado cómo mi diálogo interno está cambiando y cómo mi cabeza se llena de historietas para convencerme de que necesito mirar el móvil todo el rato.
Ya voy notando en mi cuerpo algunas de las señales de la adicción al móvil de las que hablan los expertos
Noto que la excusa del teletrabajo y el telecolegio son las más recurrente. No vaya a ser que haya algo importante en el chat de NIUS, no vaya a ser que se haya publicado algo nuevo y no me haya enterado, no vaya a ser que haya que escanear un esquema de ciencias sociales y mandarlo a la tutora de mi hija mayor….en fin, que con el “no vaya a ser que” por bandera, mi cerebro emocional ha ganado la guerra de calle a mi fuerza de voluntad.
Llevo 10 días completamente empantallada y ya voy notando en mi cuerpo algunas de las señales de la adicción al móvil de las que hablan los expertos en este tipo de patologías: ha aparecido la ansiedad y el impulso incontrolado de mirar el móvil cada poco tiempo sin tener ninguna necesidad de hacerlo, solo por el hecho de mirarlo.
Lo que dicen los expertos
Según los expertos que tantas veces he consultado sobre este tema, una de las señales para detectar si una persona tiene adicción al móvil es que está de forma continuada vigilando el aparatito, esperando siempre cualquier señal que venga de él, aunque esa persona esté haciendo otra cosa. Pues esa soy yo.
En mi caso voy notando claramente cómo esa conducta irreprimible, incontrolable y exagerada está haciendo que poco a poco vaya dejando de prestar atención a otras cosas de mi vida, como una conversación cara a cara con mi marido o con mis hijas. Tenerlas las tengo, sí… pero es casi peor porque mientras hablo con ellos miro el móvil ochenta veces…eso que tantas veces he criticado. Vamos, que estoy enganchada.
Otro de los cambios que vengo notando en los últimos días es la alteración del sueño
Qué lejana me parece ahora aquella sana costumbre mía de dejar mi móvil en la caja de los móviles cuando estaba en casa para poder estar centrada en los míos.
No sé en cuánto tiempo empezaré a priorizar el móvil sobre mi propia familia pero la verdad es que esto me asusta… al ritmo que llevo, como no lo frene cuanto antes…mal voy.
Otro de los cambios que vengo notando en los últimos días es la alteración del sueño. Yo, que nunca he tenido problemas para dormir, me paso varias horas dando vueltas en la cama antes de dormirme. El psicólogo Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés advierte de que las posibilidades que nos brinda el desarrollo tecnológico moderno pueden acabar con nuestro descanso si no las manejamos adecuadamente.
Necesitamos más que nunca las tecnologías
Es evidente que en toda esta crisis del coronavirus las tecnologías están desempeñando un papel fundamental. Sin ellas no podríamos mantener el ritmo de vida que estamos llevando durante el periodo de aislamiento, sin ellas muchas personas no podrían trabajar, ni comunicarse con sus familiares, los niños no podrían mantener el ritmo del curso académico. Las ventajas son evidentes, pero ¿dónde está el equilibrio para que este uso de las tecnologías tan necesario en estos momentos no nos genere otro tipo de problemas como el tecnoestrés o la adicción a las tecnologías?
Porque, como les digo, en tiempos de coronavirus es más fácil que nunca caer en la dependencia del móvil: estamos aislados y sentimos mucho más esa necesidad de seguir en contacto con el mundo exterior a través del móvil.
“Las adicciones se generan cuando no se hace un buen uso de algo, -explica Antonio Cano, algo que no tiene por qué ser malo en sí mismo pero cuya utilización inadecuada ocasiona problemas en nuestra salud, en nuestra vida social, familiar o laboral”.
De modo que la respuesta a todos mis males está ahí: debo encontrar cuanto antes la manera de hacer un buen uso del móvil durante la crisis del coronavirus.
Fijarnos en lo positivo
Y una vez aceptado el problema hay que buscar soluciones y pensar en lo positivo. Así que, aquí les comparto mi reencuadre de este problemilla que tengo…más que nada por mantener el buen nombre y el propósito de esta sección (Coaching).
Quizás esto sirva también a otras personas que estén teniendo estos días la misma sensación de dependencia del móvil que yo:
En el fondo soy una afortunada por haberme dado cuenta de esta espiral de enganche al móvil en la que estoy cayendo antes de que sea demasiado tarde y la cosa vaya a peor. En el fondo debo estar agradecida porque esto me ha hecho comprender las dificultades a las que se enfrentan las personas que tienen un problema de verdad con su adicción a las tecnologías: no es tan fácil controlarlo y le puede pasar a cualquiera en un abrir y cerrar de ojos.
Voy a recuperar la caja de los móviles que ahora está llena de bolis, libretitas y 'pinypones'
No pienso esperar a que pase el confinamiento para empezar la desintoxicación. Yo comienzo hoy mismo a diseñar mi plan detox. El objetivo: que mi tiempo de uso del móvil vaya bajando cada día un poquito hasta volver a la normalidad.
¿Cómo lo voy a hacer? Todavía no lo sé, pero de momento voy a recuperar la caja de los móviles que ahora está llena de bolis, libretitas y pinypones. Mira tú por donde, veo también una baraja de cartas sin estrenar.
¡Qué sabiduría la suya por Dios! El mensaje que me manda la caja es tan clarificador: “menos pantallas y más jugar a la escoba y al cinquillo con tus hijas”.
Tú sí que sabes.