La pandemia ha puesto aún más luz a un problema del que ya se venía hablando desde hace unos años: la capacidad destructiva de relaciones de pareja que tienen las nuevas tecnologías. Pruebe a hacer un búsqueda en Internet con tres sencillas palabras, “parejas-rotas-móvil” y verá cómo le salen miles de resultados: miles de artículos -muchos de ellos con opiniones de expertos en el tema, como terapeutas de pareja- que se refieren a la tecnología como el peor enemigo al que jamás se han enfrentado las relaciones de pareja.
Pero ¿hasta qué punto podemos hablar de que un móvil es el culpable de la ruptura en una pareja? Porque la culpa será más bien del tipo de relación que establecemos con la tecnología…no del aparato en concreto.
Este tipo de detalles en el lenguaje que usamos es muy importante porque, poner el foco en el aparato, es como quitarnos responsabilidad, como explica la psicóloga y terapeuta de parejas Itziar Arana “no es tanto el móvil en sí, como el uso que hacemos de él o la instrumentalización para mantener en un momento dado el control de la comunicación (…) Lo que es innegable es que el móvil se puede llegar a convertir como en un rival de atención para la pareja, sí”.
Es curioso cómo un aparato que en su día fue diseñado para conectar a las personas puede originar esa desconexión tan grande en una pareja…
“Las personas que eligen vivir en pareja esperan ciertas cosas de su ella: esperas que sea la persona que nos atienda, la que si tenemos un problema médico nos acompañe…se convierte -sobre todo en la sociedad en la que vivimos- en una parte muy importante, en una fuente de comunicación, de cuidado y de esperanza, incluso. Y cuando sentimos que, con el móvil, de algún modo la pareja no está ahí, se genera un gran vacío. Generalmente aparecen sentimientos de soledad que claro que puede llevar al conflicto”.
Porque las parejas, lo que realmente buscan, es la conexión... y el problemas es que “cuando ya nos estamos sintiendo desconectados, en vez de decir: ‘deja el móvil, que estoy aquí’, empiezo a pensar: ya está otra vez con el móvil, es que no le interesa estar conmigo…entonces cuanto más desconectado me siento, más móvil, y cuanto móvil, más desconectado me siento (…) Estar en pareja solo tiene un truco que no siempre es fácil de llevar a cabo: es sentir que el otro esté disponible para nosotros, receptivo a lo que le decimos e involucrado. Esto significa que si yo le llamo y le digo me ha pasado esto, primero me coge, es decir está disponible…segundo está receptivo, escucha lo que le estoy contando y tercero está involucrado; si le digo que necesito que me venga a buscar o algo, me viene a buscar…¿qué ocurre con los dispositivos? que muchas veces el estar disponible quizás sí lo tengamos (…) quizás el receptivo también: nos escucha. Pero muchas veces, no sentimos al otro ahí involucrado…que es como dar ese último paso de la respuesta importante, y nos sentimos desconectados, lejos, poco importantes, solos...”
Y este sentimiento de soledad es como el pistoletazo de salida para un círculo muy perverso…es como la pescadilla que se muerde la cola, explica Arana:
“Yo siempre digo a las parejas con las que trato que cuando una relación de pareja empieza, es muy difícil que haya espacio entre los dos…estamos siempre como conectados, antiguamente estábamos en la barra de un bar y si pasaba alguien a pedir en medio de los dos, los dos movían sus cabezas para no perder el contacto y seguir hablando. Es como que ese espacio entre los dos realmente no existe y ahí no caben los móviles tampoco. Pero con el tiempo, la pareja, los dos, al 50%, van generando un espacio entre ellos. Cuando vamos dejando de estar tan atentos al otro, caben más cosas: puede caber una infidelidad y puede caber un móvil. Todos buscamos algo que nos dé conexión, cuando no lo encontramos en la pareja, empezamos a recurrir al móvil. Cuanto más recurrimos al móvil, más desconectada se siente la pareja…más lejos. Es un poco como un círculo vicioso en el que vamos generando momentos de desconexión. ¡Que no pasa nada!, porque no podemos estar mirándonos a los ojos 24/7… pero también hay que generar momentos de conexión…hay que buscar momentos para reconectar”.
Ese reconectar es el quid de la cuestión y tal vez la única manera de eliminar al móvil como tercero en discordia entre la pareja. Pero ¡ojo!, porque conectar es mucho más que conversar…no se trata de hablar mucho sobre cosas cotidianas del día a día. Cuando hablamos de la pareja, nos referimos a algo mucho más profundo.
“Yo siempre recomiendo el poder hablar de nuestras emociones y poder hablar de cómo nos sentimos en la pareja. No es lo mismo decirle a alguien ‘oye, no me haces ni caso, deja el móvil’ – que probablemente genere más ganas de coger el móvil, porque esa conversación no la quiero tener- que el poder decir: ‘cuando coges el móvil me siento sola’…Ahí, probablemente, la pareja tenga más ganas de acercarse y podremos hablar de nuestras emociones (…) se trata de reservar espacios para hablar. Para hablar no de lo práctico, no de que el niño tiene fútbol o ballet…sino, para hablar de cómo nos sentimos en la relación…y esto es algo que hacemos poco en general las parejas”.
También, explica Arana, deberíamos cambiar esa creencia tan extendida de que poner esfuerzo en la relación de pareja es algo feo, es algo que no debería ser necesario. Y esto es un error.
“Si yo te digo: ‘Aunque me viene fatal voy a ir a ver a mi madre porque se siente tristona’ o ‘me voy a acompañar a esta amiga de compras que la veo muy estresada’…todo el mundo te dice: qué buena hija o qué buena amiga es. Pero si yo te digo: ‘Tengo que irme a cenar con mi marido’, tú dices ¿cómo?, ¿que tienes qué? ¿será que te apetece ¿no? Parece que la relación de pareja es algo en lo que está feo meter esfuerzo…parece que tiene que salir todo natural como por arte de magia ¿no? parece feo invertir tiempo y esfuerzo en la pareja. Si lo invertimos en cualquier otra relación, la sociedad nos devuelve un ‘¡qué buena persona eres, qué atenta estás, qué empática!’ o mil cosas. Pero en la de pareja, si yo invierto esfuerzo, parece que quiero menos”.
Y, como en todas las relaciones, en la de pareja, si realmente queremos que funcione, tenemos que esforzarnos. Pero claro ¿dónde ponemos el esfuerzo? Lo que explica Arana es que cuando sí existe esa conexión con la pareja es más fácil saber dónde tenemos que ponerlo.
“Las parejas que llegan a consulta llevan algunos años haciendo grandes esfuerzos y están agotados. Llegan diciendo ‘es que si esto va de que yo me tengo que esforzar más, ya no puedo seguir’…Muchas veces, llevan tiempo haciendo grandes esfuerzos probablemente en un sentido en el que nunca van a dar frutos…y no se trata de que tú no te estés esforzando: te estás esforzando mucho, pero ¿donde pones el esfuerzo? Probablemente, con un diez por ciento del esfuerzo, vuestra relación mejore muchísimo, pero tienes que saber dónde (…) Necesitamos saber lo que de verdad el otro necesita, porque de lo contrario, te esfuerzas, pero no obtienes resultados, porque la otra persona está necesitando algo distinto de ti…¡que igual es mucho más fácil! …Pero necesitamos saber qué necesita el otro y esto sólo se consigue hablando… hablando de emociones”.
Y cuando hablamos de cómo nos sentimos, entonces, se produce de nuevo una pescadilla que se muerde la cola… pero esta vez en el otro sentido: en el bueno, en el que genera más conexión con la pareja, más seguridad. Y así, concluye la terapeuta de parejas Itziar Arana, favorecemos una relación en la que el móvil deja de ser un rival o un obstáculo, para ser lo que debería ser: un simple aparato que, bien usado, facilita la comunicación.
“Cuanto más conectados nos sentimos en la pareja, más seguros nos sentimos en esa relación y la relación, el vínculo, es más fuerte…hay más sensación de libertad (…) Y cuando nos sentimos seguros, cuando sentimos que el vínculo está seguro, podemos coger el móvil y mirarlo…¡no hay ningún problema porque estamos conectados!. Puede venir mi pareja y decirme ‘oye, deja el móvil’ ¡y no pasa nada! lo dejas y punto… El móvil no se convierte en esa cosa que entorpece la relación”.