Michavila, presidente de GAD3: “Las organizaciones que no hayan aprendido nada de la pandemia, se hundirán”


Narciso Michavila reflexiona sobre la nueva normalidad que nos espera en la era post pandemia y sobre los retos a los que se enfrentan las empresas para sobrevivir
Michavila comparte cuál es su visión sobre el futuro del teletrabajo y en general de nuestra relación con la tecnología, que debe estar siempre al servicio del hombre
De poco sirve tener la mejor tecnología para recabar datos, para elaborar informes, estimaciones de voto y gráficas, si al final todo ese trabajo no sirve para poner luz a lo que pasa ahí fuera; si todo ese trabajo no sirve para poner toda esa información al servicio de la sociedad y ¿por qué no?, para ayudarnos a entender quiénes somos los seres humanos.
Tan profundo y tan sencillo a la vez…el párrafo anterior resume bastante bien el sentido que para Narciso Michavila tiene su trabajo como presidente de GAD3, una de las consultoras de investigación social y comunicación más importantes de España. GAD3 fue, por ejemplo, la empresa que publicó la primera encuesta sobre lo que pensaban los madrileños acerca del coronavirus, y alertando a todas las administraciones para tomar medidas (dado que la opinión pública las estaba pidiendo). Fue el 11 de marzo de 2020.
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Poner al ser humano en el centro
He de admitir que contacté con Michavila porque buscaba un empresario español con quien hablar del concepto de intensidad digital y de cómo se verá afectada nuestra relación con el trabajo (y el teletrabajo) en la era post pandemia. Buscaba a alguien que, además de tener la vivencia de haber llevado el timón de una empresa durante la crisis del coronavirus, pudiera hablar con claridad de las implicaciones que tiene para el ser humano la transformación digital. Nuestra conversación -que trato de reproducir lo más fielmente posible en este artículo- fluyó por caminos insospechados pero que, curiosamente, terminaban siempre en el mismo lugar: la necesidad de poner al ser humano en el centro.
Y esa idea es fundamental para una persona que trabaja en el frío mundo de los números, las encuestas, las mediciones y las estimaciones: datos que, de nada sirven si no es para ayudarnos a entender qué sentido tiene esta realidad que estamos viviendo.
“Yo, en el ejército aprendí que la tecnología tiene que estar al servicio del ser humano”, apunta Michavila. “El ser humano tiene que estar en el centro de las decisiones. Para GAD3, por ejemplo, la pandemia ha sido una posibilidad de poder dar un salto bestial, porque tuvimos la suerte de que ya estábamos en modo tecnológico (…) como las entrevistadoras podían trabajar desde casa con el sistema tecnológico que teníamos nosotros, hemos ido ampliando cada vez más mercado. ¿Pero todo esto es solo una cuestión de tecnología y pantallas? No. O sea, para poder entrevistar al odontólogo italiano o al votante de Madrid, necesitas poner al ser humano en el centro. Y en nuestro caso ¿qué quiere decir esto de poner al ser humano en el centro? Pues, por ejemplo, en las encuestas complicadas -que requieren mucha información muy fina, como es voto o como son médicos o entrevistas en profundidad- poner a los mejores entrevistadores”.
El político, si solo ve votantes, se está estrellando en las elecciones; el empresario que solo ve consumidores, los puede retener un poco, pero va a hundir el negocio (Narciso Michavila)
La clave del éxito de las empresas es, para Michavila, esa perfecta combinación entre el uso de los recursos que ofrece la tecnología del siglo XXI -estar permanentemente innovando y probando y cometiendo errores- y que a la par tienen esa calidad humana del siglo XX. “Por ejemplo, yo no tengo el call center en latinoamérica o en un polígono industrial, porque, para mí, el puesto más importante de la empresa son las entrevistadoras -la mayoría son mujeres-, puntualiza (…) es que su trabajo es tan importante como el mío, y eso también lo aprendí en el ejército. Que la guerra no la gana el general; la gana el soldado, y que el soldado de hoy en día no es el soldado de la época de Napoleón que le decían: ¡no pienses!. En el mundo de la empresa, de los medios, de la política, todo va de abajo arriba. Y la sociología, lo que te permite es precisamente que tienes unas herramientas para conocer lo que hay en la calle y de ahí tomar decisiones hacia arriba”.
En contra de lo que Michavila defiende -colocar siempre al ser humano en el centro de las decisiones- la realidad es que muchas empresas han sucumbido al poder seductor de la tecnología y han puesto en ella toda su atención (y su presupuesto) dejando al ser humano de lado. Algo que se está viendo reflejado ya en la salud mental de la población que teletrabaja, con casos de estrés y ansiedad que van en aumento desde marzo de 2020.
Una de las cosas que nos ha enseñado la pandemia, insiste Michavila es que la vida personal de los trabajadores, su salud, su bienestar y el de su familia, sí es importante: “somos seres humanos y al final, un trabajador que no tiene resueltos sus problemas personales vitales, es imposible que rinda en el trabajo (…) Por lo tanto, si quieres que rinda bien, tienes que verlo en conjunto (…) Yo creo que la pandemia ha ayudado mucho a que el que ha visto al ser humano en global, va a tirar para adelante... y me da igual si es político o lo que sea. Pero el político, si solo ve votantes, se está estrellando en las elecciones; el empresario que solo ve consumidores, los puede retener un poco, pero va a hundir el negocio; el periodista que solo ve clicks, pues le puede ir bien en el corto plazo, pero en el largo plazo va a hundir el modelo de negocio”.
El problema de la intensidad digital
La tecnología no sólo ha permitido a muchas empresas sobrevivir durante la pandemia; es que muchas de ellas han visto incluso cómo su productividad aumentaba a costa de tener a sus trabajadores conectados desde sus casas casi 24 horas al día, 7 días a la semana.
“Es que hay empresas multinacionales que han cambiado los contratos para que la gente trabaje desde su casa. Entonces el que piense que el año que viene va a poder mantener a los trabajadores permanentemente en su casa encerrados trabajando con la misma productividad que en plena pandemia, se va a pegar una galleta monumental. Porque claro, la productividad ha crecido mucho, pero porque la gente no podía salir y porque viendo además cómo estaba el entorno, decía: oye pues casi prefiero tener la cabeza ocupada antes que estar viendo las noticias de la televisión con el drama que hay fuera. Pero ahora, que vemos a empezar a salir etc, el que se quede en modo pantalla, la empresa que se quede en modo pantalla terminará cerrando en menos de 24 meses”.
¿De quién es la responsabilidad entonces de poner límites a esta intensidad digital a la que nos empuja este nuevo modo de trabajar?, ¿del empresario?, ¿de los propios trabajadores? Porque es cierto que vivir hiperconectados al trabajo agota a cualquiera…pero también hemos de reconocer que haber teletrabajado durante la pandemia nos ha enseñado la parte buena de trabajar desde casa, las posibilidades de conciliación que eso conlleva. Las personas no quieren renunciar a eso, pero tampoco quieren volver a vivir prisioneras del trabajo en sus propias casas.
La empresa que se quede en modo pantalla terminará cerrando en menos de 24 meses (Narciso Michavila)
“Para mi, la clave es encontrar el punto de equilibrio, insiste Michavila. Y el equilibrio no está ni en lo que vivimos antes de la pandemia, que era todo presencialidad, ni tampoco lo que hemos vivido en la pandemia de que todo es teletrabajo, sino que hay que buscar ese punto de equilibrio en el cual vuelvas de nuevo incluso a perder el tiempo tomándote un café con tu gente y perdiendo el tiempo colgando el bolso [al llegar a la oficina] y yendo en el transporte público (…) El empresario, el líder, no puede estar esperando a que el empleado le pida volver. Él tiene que obligarle a volver a trabajar presencialmente, garantizando la seguridad y aprovechando todo el avance en conciliación y teletrabajo que se ha hecho”.
Porque, efectivamente, no deberíamos perder el gran avance que hemos tenido este último año en conciliación, insiste Michavila: esa parte buena del teletrabajo que nos ha permitido ser más dueños de nuestro tiempo, tener más flexibilidad.
En cualquier caso, no debemos olvidar que todavía estamos en un momento de cambio y de transformación hacia la consolidación de lo digital en todos los ámbitos de la vida, y que aún nos queda mucho por aprender. Una vez escuché a Michavila decir -respecto a nuestra relación con las tecnologías- que aún estamos en ese periodo de pintar las rayas de las carreteras, es decir, casi en pañales.
“Cuando empezamos a conducir, todo era un caos, y había accidentes por todos lados y aprendimos a poner unos semáforos con unas luces que decidimos que el rojo era parar y el verde avanzar y unas rayas en el suelo que había que seguir. Con el tema de las pantallas pasa lo mismo”.
No olvidar nuestro lado analógico
Otra de las grandes enseñanzas de la pandemia -en relación a las pantallas- ha sido que no podemos apostar todo a lo digital y dar la espalda a todo lo bueno que teníamos o que habíamos logrado antes de la digitalización del mundo…como si nunca hubiéramos escrito a mano, como si nunca hubiéramos disfrutado de un día en el campo, o jugado a un juego de mesa, o leído un libro en papel. De hecho, esas son algunas de "las cosas que no deberíamos dejar de hacer en modo analógico" en el decálogo personal de Narciso Michavila.
Las organizaciones que hayan aprovechado para sacar lecciones, se dispararán hacia arriba y las que, por el contrario, no hayan aprendido nada, se hundirán (Narciso Michavila)
A la pregunta de qué escenario nos espera en el ámbito empresarial y laboral a la vuelta del verano, Michavila no tiene ninguna duda de que “en septiembre estaremos en otro escenario totalmente distinto porque, aunque el covid seguirá y seguirá habiendo contagios, pero ya en unos niveles absolutamente asumibles (…) yo creo que va a haber una vuelta a la normalidad, una vuelta al consumo y a la recuperación económica y, como siempre, las organizaciones que hayan aprovechado para sacar lecciones, se dispararán hacia arriba y las que, por el contrario, no hayan aprendido nada, se hundirán”.
Sus 22 años sirviendo en el ejército dejaron una huella imborrable en Narciso Michavila. Tal vez por eso le resulta tan sencillo recurrir a esos años de experiencia para hacer metáforas que explican muchas de las situaciones que estamos viviendo con la pandemia.
Por ejemplo, explica que, adaptarnos a la normalidad o, mejor dicho, a la nueva normalidad (porque ya nada será igual) será mucho más difícil de lo que fue adaptarnos al confinamiento. “En las misiones internacionales pasa justo eso: es más difícil el retorno de Kosovo que ir a Kosovo. Porque en Kosovo tú vives una situación de crisis, pero cuando vuelves, tu ya estás habituado a que todos los días son lunes, a la tensión permanente, a que tu vida está en riesgo constante y, de repente, vuelves a la vida normal. Vuelves de Kosovo y tienes la sensación de que los problemas de España eran de plástico…¡qué chorradas!, dices… Por eso, adaptarte de nuevo a la vida normal es más difícil”.
Por eso, tener bajo la manga esa última carta, ese as de “las cosas que hemos aprendido de esta pandemia” va a ser fundamental para que esa vuelta a la normalidad sea más fácil. Una vuelta a la normalidad "en la que tampoco debemos olvidar a nuestros veteranos de la pandemia", insiste Narciso Michavila para terminar.
“Igual que en una guerra tú tienes unos veteranos a los que no puedes dejar tirados, porque son los que se ha dejado la vida por defenderte, ahora vamos a tener unos veteranos de pandemia, con una sociedad que no quiere oír los problemas del sanitario porque lo que quiere es pasar página y no quiere seguir llorando (…) pero todo el colectivo de los sanitarios tiene un agotamiento muy potente y tiene secuelas psicológicas. Entonces, no se les puede abandonar. Y tenemos que cuidarles igual que a los veteranos de guerra. No se les puede dejar tirados, al veterano de la pandemia no se le puede dejar tirado”.