Ideas para sobrellevar mejor la semana “extra” de vacaciones escolares de nuestros hijos


La gran neveda del siglo ha obligado a posponer el inicio de las clases presenciales una semana
Miles de padres muestran su malestar por el hecho de tener que lidiar con los niños en casa una semana más
La frustración y el enfado es muchas veces fruto de nuestra incapacidad de ver la realidad en su totalidad
Recuerdo que ese pensamiento vino varias veces a mi cabeza ya el pasado viernes, mientras observaba la nevada desde mi ventana “como siga así, el lunes no van a poder ir los niños al colegio”. En pocas horas mi calle se había cubierto de un espeso manto de nieve y mis elucubraciones se habían transformado en certezas: no, no habría colegio ni el lunes ni el martes. “Bueno…son dos días más…lo podremos manejar”, pensé.
El lunes la cosa cambió cuando, a mediodía, nos comunicaron oficialmente que no habría clase hasta el siguiente lunes: ¡el 18 de enero! “Menudo quiebre, esto va a ser más complicado de lo que pensé, me dije. A ver cómo hacemos el reparto de dispositivos electrónicos en casa para poder teletrabajar y hacer las clases on-line todos al tiempo; a ver qué hacemos con la comida…igual abren los supermercados, pero mi problema va a ser más bien que no sé si voy a tener ni siquiera tiempo para ir a comprar, en fin... habrá que rebuscar en el congelador y tirar de esos botes de verduras que tengo en la despensa para emergencias”...
Lo cierto es que observé un nivel de frustración bastante elevado en los comentarios de muchos de estos padres y madres que pueblan mis chats
Mientras organizaba mentalmente mi vida y mi rutina para los próximos 6 días, a mis diferentes chats de wasap -muchos de ellos compuestos mayoritariamente por padres y madres con hijos en edad escolar- comenzaron a llegar los primeros memes y vídeos ilustrativos del grado de desesperación al que estaban llegando muchos progenitores ante la perspectiva de tener a los niños en casa una semana más… “Se ha creado un grupo de padres y madres voluntarios con coche para llevar a los profesores a sus colegios”, decía uno de ellos.
Más allá de los chistes y del humor -que siempre viene bien- lo cierto es que observé un nivel de frustración bastante elevado en los comentarios de muchos de estos padres y madres que pueblan mis chats. Observé muchas quejas: “Esto sí que es empezar el año con mal pie” decía uno “Yo ya estaba desesperada, deseando que empezara el colegio después de tres semanas con los niños en casa y ahora esto…menuda gracia”. Otra madre se quejaba de las pocas horas de clases on-line que se habían programado “¿Una hora y media al día?, ¿es una broma?, ¿y qué hago yo con los niños el resto de la mañana en casa?” Eran todas ellas quejas que, a mi modo de ver, reflejaban una enorme falta de discernimiento.
Cuando no somos capaces de discernir
La falta de discernimiento nos convierte en auténticos ciegos a la realidad que nos rodea. No discernir significa que estamos tan obcecados con nuestra propia problemática y situación personal (nos viene fatal que los niños no vayan al colegio), que no somos capaces de ver que el hecho de que nuestros hijos estén en casa una semana más, no es una decisión tomada por capricho por las autoridades para fastidiarnos, sino una medida de seguridad y de protección para nuestros hijos… Porque llevarlos al colegio en estas condiciones puede tener consecuencias realmente terribles; si ocurriera un accidente, sí que tendríamos un problema de verdad.
Si uno se fija, es fácil darse cuenta de que es esta falta de discernimiento (el no ser capaces de ver la realidad en su conjunto) la que, en casos como este, suele alimentar y nutrir un tipo de narrativa interna más enfocada en lo negativo de las situaciones que en lo positivo.
¿Qué me estoy contando a mí mismo sobre el hecho de que no haya colegio presencial durante una semana?, ¿qué tipo de emocionalidad estoy usando en ese diálogo interno? si usted es de los que se habla a sí mismo con frases tipo “vaya
forma de empezar el año, lo que nos faltaba, a ver qué hago ahora con los niños en casa, esto es lo peor que nos podía pasar”… es posible que no esté siendo consciente de la realidad que le rodea, es posible que el árbol le esté impidiendo ver el bosque y que no se esté dando cuenta de que ahora mismo, el hecho de que sus hijos estén en casa una semana más es, en realidad, el menor de los problemas.
Ver más allá de nuestra problemática particular
Esa mirada amplia y grande hacia lo que ocurre a nuestro alrededor, más allá de nuestra problemática particular, nos permite tener otro enfoque de la realidad. Tal vez ampliando el zoom, le sea más fácil visualizar a cientos de operarios de los ayuntamientos y voluntarios trabajando a destajo desde la madrugada y en medio de una ola de frío, con el único objetivo de despejar de nieve el colegio de sus hijos para que el próximo lunes puedan volver a clase con total seguridad.
Ahí fuera hay gente -mucha gente- que de verdad lo está pasando mal. No tiene más que asomarse a la ventana para verlo. Y lo peor de todo es que muchos de ellos son padres como nosotros: padres que a lo mejor han tenido que dejar a sus niños solos en casa para poder limpiar de nieve los colegios y las calles que los rodean, con el único objetivo de que el próximo lunes todos los madrileños podamos llevar a nuestros hijos al colegio con total tranquilidad.
Tal vez traer esa imagen a su cabeza, desde su casa calentita, mientras se pelea con el ordenador para conectar a su hijo a una clase telemática o mientras revuelve la despensa en busca de algo que cocinar, le permita darse cuenta de que realmente, el hecho de tener a sus hijos una semana más en casa, no es un verdadero problema.
Cómo desarrollar la habilidad de discernir
Desarrollar la habilidad de discernir, sería, por lo tanto, un buen consejo para gestionar mejor estos días de vacaciones escolares "extra" que nos está tocando vivir a millones de padres en toda España. Pero para esclarecer la mente y sacarla de la ofuscación y obcecación que muchas veces nos impide ver la realidad con todos sus colores, es necesario primero habituarnos a detenerla y calmarla; algo que se adivina complicado para nuestras mentes del siglo XXI…demasiado enfocadas en la multitarea y en el 'hacer' y poco acostumbradas a la pausa y a sencillamente 'ser'.
Pruebe simplemente a tomarse unos minutos para reflexionar sobre lo que acaba de leer y preguntarse si realmente es tan terrible que sus hijos estén una semana más en casa
La meditación o el mindfulness son practicas que ayudan a cultivar ese estado sosegado de la mente (que a su vez favorece el discernimiento), pero hay otras formas de hacerlo, mucho menos sofisticadas, mucho más naturales e intuitivas. Si la meditación no es lo suyo, pruebe simplemente a tomarse unos minutos para reflexionar sobre lo que acaba de leer y preguntarse si realmente es tan terrible que sus hijos estén una semana más en casa (si le ayuda, visualice a los operarios del ayuntamiento paleando nieve sin descanso). Verá que lo difícil no es llegar a esas conclusiones (tan evidentes) sino encontrar tiempo para acceder a ellas.
Desde esa claridad mental, le recomiendo que haga un pequeño ejercicio de control de calidad de su diálogo interno ¿qué tipo de cosas se estaba contando a sí mismo sobre el hecho de no poder llevar a sus hijos al colegio? Se trata simplemente de darse cuenta y de comprobar cómo su propia narrativa actúa como un filtro de la realidad: un filtro que, quizás, le estaba haciendo percibir la situación de manera distorsionada y le impedía discernir.
Al final comprobará que cultivar la habilidad de discernir empieza por romper con los automatismos que le arrastran a la multitarea y encontrar tiempo (con unos minutos basta) para parar, abrir zoom y simplemente mirar a su alrededor. Busque esos momentos de pausa porque el discernimiento -que nace del sosiego- y la sabiduría -que brota de la claridad mental- le ayudarán a sobrellevar mejor estos días "extra" de vacaciones escolares que han roto sus expectativas.