El síndrome de 'burnout', el otro 'virus' presente en los hospitales casi tanto como la covid


La pandemia se ha convertido en un contexto ideal para la proliferación del "Síndrome de burnout" entre los profesionales sanitarios
Qué es el “síndrome del quemado” y por qué no debemos usar el término como si fuera una frase hecha
La necesidad de hablar de “Síndrome de burnout” con la mayor precisión posible y no confundirlo con estrés, ansiedad o depresión
Si usted leyó la novela de Milan Kundera (1984) La insoportable levedad del ser, sabrá perfectamente a lo que nos referimos cuando hablamos del "síndrome del quemado o burnout". De hecho, esta patología -tan de nuestro tiempo- es conocida también como "síndrome de Tomas" en honor al protagonista de la novela de Kundera: un médico checo en la Praga de los años 60, que cae víctima del desánimo y el autocuestionamiento. Pierde la autoestima, se hunde en el tedio de la labor diaria y la ausencia de expectativas de mejora. Tomas ve frustrado el desarrollo de su carrera y esa situación le lleva eventualmente a generar un rechazo hacia su profesión.
Decir que uno sufre "burnout" es un asunto muy serio. No debería ser una simple manera de hablar, ni una expresión o frase hecha que usamos para recalcar que estamos un poco cansados, un poco hartos y desmotivados en el trabajo.
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La factura de la pandemia en los profesionales sanitarios
Unos meses después del inicio de la pandemia, los periódicos, informativos de radio y televisión y las redes sociales, empezaron a llenarse de testimonios de sanitarios hablando de la factura emocional y física que les estaba pasando su trabajo durante la primera ola del coronavirus. No solo hablaban del agotamiento físico por haber pasado semanas doblando turnos. Tras los primeros meses de la pandemia, aún pesaba mucho la frustración por el colapso del sistema sanitario que no fue capaz de soportar la presión, quedaba mucha tristeza por haber visto sufrir y morir a cientos de pacientes solos en el hospital, sin un familiar que les acompañara en su último aliento. Quedaban también los recuerdos del miedo que sintieron a un virus del que poco se sabía por entonces, el dolor por el rechazo que muchos sufrieron de sus propios vecinos y la soledad que sintieron al no poder tener el apoyo de sus seres queridos, tan necesario en momentos tan traumáticos como ese que habían vivido. Todos, de alguna manera sufrimos la pandemia, pero los sanitarios mucho más. Nadie lo duda.
Marina es enfermera en un hospital publico de referencia en la Comunidad de Madrid: primera línea de fuego en la lucha contra la covid desde marzo de 2020. Le pregunto si la pandemia le está pasando factura. “¿Cómo no? lo raro sería que situaciones tan dramáticas como las que vivimos en la primera ola, no quedaran grabadas en mi memoria ni en la de cualquier sanitario para toda la vida (…) no puedo decir que esté quemada, la verdad, eso me parecen palabras mayores. ¿Que tengo días de menos motivación, menos energía y más tristeza?, pues no te voy a engañar, claro. ¿Que tengo días en los que me siento agotada físicamente? Pues también… pero lo considero parte de la vida que en el fondo yo he elegido tener y me hago responsable de mi propio bienestar. Trato de cuidarme, descansar, comer bien, hacer ejercicio, gestionar el estrés”.
El "Síndrome de burnout", palabras mayores
Tras varias décadas de estudios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido como una enfermedad el “Síndrome de burnout” asociado al agotamiento mental, emocional y físico causado por el trabajo, y figurará en la próxima Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) que entrará en vigor el próximo 1 de enero de 2022.
El término "burnout" fue acuñado por primera vez en 1974 por Herbert Freudenberger en su libro Burnout The High Cost Of High Achievement. En 1986, las psicólogas norteamericanas C. Maslach y S. Jackson lo definieron como “un síndrome de cansancio emocional, despersonalización y una menor realización personal, que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”.
Macarena Martínez y Patricia Guerra lo definen en el artículo Síndrome de burnout: el riesgo de ser profesional de ayuda como el “síndrome resultante de prolongado estrés laboral que afecta a personas cuya profesión implica una relación con otros, en la cual la ayuda y el apoyo ante los problemas del otro es el eje central del trabajo. Este síndrome abarca principalmente síntomas de agotamiento emocional, despersonalización, sensación de reducido logro personal y se acompaña de aspectos tales como trastornos físicos, conductuales y problemas de relación interpersonal. Además de estos aspectos individuales, el síndrome se asocia a elementos laborales y organizacionales tales como la presencia de fuentes de tensión en el trabajo e insatisfacción personal”.
En su libro Patologías emergentes: mobbing y burnout, Juan José Díaz Franco, de la Universidad Complutense de Madrid, explica que el "síndrome del quemado", es una situación laboral límite donde se ha instalado la impotencia y el cansancio, y que deriva en un cuadro clínico que se manifiesta en numerosos síntomas.
De modo que el agotamiento sería la dimensión central de este cuadro clínico del "síndrome del burnout", cuyos síntomas pueden manifestarse desde forma leve a extrema, como explica el doctor Sergio Calvo:
- Forma leve: aparecen síntomas físicos vagos e inespecíficos (cefaleas, dolores de espalda, lumbalgias), el afectado se vuelve poco operativo; tiene dificultad para levantarse por la mañana, o cansancio patológico durante el día.
- Forma moderada: se manifiesta con insomnio, déficit atencional y de la concentración, tendencia a la automedicación; distanciamiento, irritabilidad, aburrimiento, progresiva pérdida del idealismo. El individuo es emocionalmente exhausto y tiene sentimientos de frustración, incompetencia, culpa y autovaloración negativa.
- Forma grave: aumenta el ausentismo laboral, aversión por la tarea, cinismo, puede comenzar el abuso de alcohol, psicofármacos y/o drogas. El consumo de alcohol puede ser utilizado como un mecanismo de confrontación para el estrés y la ansiedad.
- Forma extrema: La repetición de los factores estresantes puede llevar en algunos casos a aislamiento, crisis existencial, psicosis con angustia y/o depresión, e impresión de que la vida no vale la pena, con ideas francas de suicidio.
La importancia de no confundir "burnout" con estrés o la ansiedad
No hacen falta muchas más definiciones ni explicaciones para comprender que el "síndrome de burnout" -del que muchas personas hablan tal vez con demasiada “alegría"- es un asunto realmente serio y que requiere ser tratado con toda la precisión del mundo.
Porque no es lo mismo un médico que, como consecuencia de su experiencia durante la primera ola de la pandemia ha sido diagnosticado de "síndrome de burnout" y está en tratamiento por ello, que el caso de otro médico o sanitario que, como mi amiga Marina, algunos días se siente muy cansado, frustrado y desmotivado, sin ganas de ir a trabajar o incluso que ha tenido algún cuadro de estrés o de ansiedad.
Los resultados preliminares de la investigación Sanicovid-19: impacto emocional frente al trabajo por la pandemia del Covid-19- en personal sanitario, llevado a cabo por el Laboratorio de Psicología del Trabajo y Estudios de Seguridad de la Universidad Complutense de Madrid tras la primera ola de la pandemia, puso de manifiesto que el 53 % de estos trabajadores sanitarios presentaban valores compatibles con estrés postraumático.
El estudio reveló además que el 79,5 % de los sanitarios presentó síntomas de ansiedad y que el 51,1% de los trabajadores había mostrado síntomas depresivos. El 40% de estos profesionales aseguraban sentirse emocionalmente agotados.
Lo importante aquí es recordar que en este estudio -como en muchos otros que se han realizado con profesionales de la salud en el contexto de la pandemia- estamos hablando de síntomas compatibles con el "síndrome de burnout", no de "burnout" en sí mismo.
La despersonalización: el síntoma más característico
El "síndrome del quemado o burnout" es una patología muy compleja que implica muchos factores, pero sobre todo, como explica Sergio Calvo, para ser diagnosticado, necesita que se dé el síntoma más caracterísitico de esta patología: la despersonalización.
Este fenómeno que se caracteriza por una desconexión del sujeto con el entorno y sobre todo por una sensación persistente y recurrente de distanciamiento de los procesos mentales y del propio cuerpo.
El afectado se percibe a sí mismo como si fuera un espectador externo de su vida…tal vez por eso, para Tomas -el cirujano protagonista de la novela de Kundera- “la vida parecía un boceto”.
Afortunadamente, los seres humanos tenemos estos mecanismos para adaptarnos a las situaciones estresante
Es necesario hablar con toda la propiedad y con toda la precisión que esta patología requiere, porque es un asunto muy serio y porque así se lo debemos a los profesionales de la salud que de verdad la sufren o que están en grave riesgo de sufrirla.
Sentir emociones fuertes después de un acontecimiento estresante como miedo, tristeza o ira, negarse inicialmente a pensar en el suceso, tener pensamientos indeseables e intrusivos del acontecimiento o sufrir síntomas físicos temporales como dolores de cabeza o trastornos estomacales, se consideran respuestas adaptativas al estrés. ¡Por su puesto que no son agradables! Pero no constituyen en sí mismos ninguna patología. Afortunadamente, los seres humanos tenemos estos mecanismos para adaptarnos a las situaciones estresante y poder retomar a corto plazo nuestro ritmo normal de vida. Que las circunstancias nos afecten, no significa que suframos una patología.