Qué es la 'Teoría de la selectividad socio-emocional' y cómo afecta a nuestras relaciones sociales


El fin del confinamiento no ha significado para todos lo mismo. Unas personas han recuperado rápidamente su anterior vida social
Pero muchas otras otras dicen sentirse menos motivas que antes de la cuarentena para retomar sus antiguas relaciones sociales
La teoría de la selectividad socio-emocional podría explicar este fenómeno que está relacionado con la edad
El confinamiento ha cambiado totalmente el modo de percibir sus relaciones sociales a Gemma (nombre ficticio) una mujer de 53 años, felizmente casada y madre de tres hijos, el más pequeño un adolescente de 16 años. Hace una semanas Gemma se puso en contacto conmigo a través de una amiga común para preguntarme si yo podía ayudarle a resolver una duda.
“Me pasa una cosa extraña desde que comenzó la fase de desescalada y nos permitieron volver a reunirnos en grupos pequeños con amigos, salir a tomar algo etc…me apetece mucho ver a determinadas personas, sobre todo a mi familia y algunos amigos muy íntimos; pero no tengo ninguna gana de quedar con otros grupos de amigas con las que antes salía a menudo y que me proponen constantemente que quedemos. Por un lado, me siento culpable por decir que no e inventarme excusas para no ir…y por otro lado me pregunto si no estaré en las puertas de una depresión o algo así. Porque no me reconozco a mí misma, yo antes era súper sociable y estaba todo el tiempo haciendo planes con gente de aquí y de allá…las primeras semanas de confinamiento las pasé realmente mal, echaba mucho de menos mi vida social tan activa, siempre entrando y saliendo, conociendo gente, yendo a eventos y fiestas. Siempre he sido así y a hora de pronto siento como si ese modo vida no fuera ya para mí”
Gemma me contó su experiencia y me preguntó si yo creía que eso que le pasaba era normal o si por el contrario creía que era motivo suficiente para ir a un psicólogo que le ayudara a traer de vuelta a la Gemma de siempre. Pero le incomodaba la idea de que un psicólogo pensara que su problema no era tan serio y que le estaba haciendo perder el tiempo.
No todas las personas tienen las mismas estrategias de afrontamiento de las situaciones que les va presentando la vida
Yo soy de las que cree que a uno le “viene” de pronto el pensamiento de ir a un psicólogo, no debe dejar pasar esa oportunidad de aprender un poco más sobre uno mismo con ayuda de un profesional. Y eso es lo que le dije a Gemma…
“Los psicólogos no sólo tratan psicopatologías graves, le dije, también ayudan a las personas a entender lo que les pasa, aunque sean pequeños cambios que tienen que ver con el desarrollo natural de las personas. Porque nadie nace sabiendo y porque no todas las personas tienen las mismas estrategias de afrontamiento de las situaciones que les va presentando la vida. Ningún psicólogo te va a decir que eres una exagerada, que eres una quejica o que le estás haciendo perder el tiempo. Si algo te preocupa y te bloquea es suficiente motivo para pedir ayuda”.
'La teoría de la selectividad socio-emocional'
Antes de terminar mi conversación con Gemma, y con ánimo de tranquilizarla un poco si es que finalmente no optaba por ir a un psicólogo, le hablé de la Teoría de la selectividad socio-emocional de la psicóloga y profesora de la Universidad de Standford Laura Carstersen.
La teoría sostiene que a medida que nos hacemos mayores nos hacemos más sabios en determinados aspectos de nuestra vida; uno de ellos es en la forma en que nos relacionamos con nuestras amistades y nuestra familia.
Es habitual que incluso las personas más abiertas y sociables dejan en un momento de su vida de mostrar interés por personas con las que consideran que no van a tener una buena relación y que dediquen más tiempo y atención a las personas con las que saben que van a sentirse mejor, o con las que intuyen que pueden estar mejor.
Carstensen usa el ejemplo de los adolescentes para explicar lo que sería el caso contrario a esta selectividad socio-emocional. Los adolescentes, en plena fase de construcción de su identidad, por motivos que tiene que ver mucho más con su proceso natural de desarrollo que con sus preferencias sociales, tienden a no filtrar demasiado sus relaciones sociales incluso aunque crean que es posible que no lo vayan a pasar bien. Eso ocurre porque en ese momento de su desarrollo la prioridad de un adolescente es salir y relacionarse con gente para reforzar su sentido de la pertenencia.
Selectividad social, edad y percepción del paso del tiempo
Sin embargo, cuando vamos madurando, como explica Carstensen, sobre todo a partir de los 40 o 50 años, todo esto va cambiando ya que se da un valor diferente al hecho de salir y al hecho de relacionarse con otras personas. Las personas por efecto de su madurez se hacen más selectivas en la búsqueda de personas con las que relacionarse.
Carstensen estudió la relación entre este fenómeno y la reducción de los horizontes temporales. Cuando estos disminuyen, es decir cuando la persona percibe que le queda menos vida por delante, tiende a ser más selectiva no solo con las personas con las que se relaciona sino también con las actividades que realiza. Lo habitual es, en estos casos, dedicar mas recursos y energía a las personas y actividades que saben (aunque sea un saber inconsciente) que les van a reportar mayor bienestar emocional.
De modo que lo natural es que con la madurez y, por supuesto, con el envejecimiento (que es cuando en teoría somos más conscientes del carácter temporal de nuestra vida) la interacción social se hace más selectiva y esto no debe ser interpretado como un problema o una dificultad, como le ocurría a Gemma, sino más bien como el fruto de un sabiduría, casi siempre inconsciente, que emerge con el fin de proporcionarnos un mayor bienestar.
Esto nos lleva a maximizar las experiencias emocionales positivas -dando prioridad a las personas con los que se han tenido relaciones gratificantes- y a minimizar los riesgos emocionales, rechazando muchas veces relaciones que no satisfacen nuestras necesidades emocionales.
Un asunto de nivel de consciencia más que de edad
En este sentido, es interesante destacar que la teoría de Carstensen no habla solamente de la edad como factor determinante de esta percepción del paso del tiempo. Una persona joven, con un alto nivel de conciencia sobre el carácter impermanente de la vida, puede desarrollar también estrategias de selectividad socio-emocional encaminadas a buscar un mayor bienestar. Lo mismo puede ocurrir al contrario: una persona de edad más avanzada con menor consciencia de ella misma, del paso del tiempo y de su lugar en el mundo, puede que no desarrolle jamás estas estrategias de selectividad socio-emocional.
En resumen, cuando una persona tiene la sensación de que el tiempo está limitado, cuando es más consciente de quién es (lo cual está modulado por la edad, pero no depende exclusivamente de ese factor) su foco suele desplazarse hacia objetivos presentes y más orientados a las emociones.
Nivel de consciencia versus poder de los hábitos
Sin conocer a fondo el caso de Gemma, esa mujer de 53 años preocupada por sus cambios de percepción de sus relaciones sociales tras dos meses y medio de confinamiento, su ejemplo es una buena ocasión para preguntarnos hasta qué punto influyen en nuestro modo de vida los hábitos y las inercias.
¿Es posible que la fuerza de la inercia y el poder de los hábitos nos impida en muchas ocasiones participar de los ciclos de desarrollo socio-emocional que se consideran normales en el ser humano?
Me pregunto si hasta el confinamiento, Gemma no estaría viviendo bajo el influjo y el poder del hábito (que habría adquirido y reforzado durante todos los años de juventud) de salir mucho y quedar con mucha gente sin hacerse demasiadas preguntas sobre si esas personas le generaban bienestar o malestar…
No todas las personas llegan a ese nivel de consciencia solo por el hecho de cumplir años
Entonces llegó el confinamiento y su hábito de salir cambió por obligación. Se me ocurren algunas preguntas para Gemma y quizás, si a usted le ha ocurrido algo parecido, también le puedan servir:
Si supieras con certeza que esas personas a las que estás diciendo "no", no se fueran a ofender por tu rechazo ¿cómo te sentirías?, ¿seguirías sintiéndote culpable?
Si esas personas con las que ya no te apetece quedar, un buen día dejan de llamar y contar contigo…¿cómo te sentirías por ello?, ¿qué crees que te motivaba para querer salir tanto antes del confinamiento?, ¿qué has descubierto sobre tu familia durante los meses de cuarentena?, ¿cómo te has sentido durante ese tiempo que has compartido solo con tu marido y tus hijos?
Como decía Laura Carstensen en su Teoría de la selectividad socio-emocional, la mayoría de las veces basta con cumplir años para adquirir un cierto nivel de conciencia sobre nuestra limitada existencia y poner en práctica estrategias que nos lleven a filtrar las cosas que hacemos y con quién las hacemos…pero no todas las personas llegan a ese nivel de consciencia solo por el hecho de cumplir años. Muchas veces, el poder de los hábitos nos impide parar y por tanto darnos cuenta de esos automatismos.
A veces tiene que llegar una pandemia que nos encierre dos meses en casa, nos saque de esa corriente de inercias, nos ponga la vida patas arriba, nos obligue por fin a parar y nos devuelva al flujo natural de nuestro desarrollo. Porque más bien lo natural, como bien describió Laura Carstensen, es que entre los 40 y 50 años,todas las personas pongamos en marcha ciertas estrategias de selectividad socio-emocionales.