Enfermedades en otoño: cuáles son y cómo prevenirlas

El descenso de las temperaturas multiplica la transmisibilidad de los virus y bacterias respiratorias
Los resfriados y las alergias están al orden del día porque los espacios no se ventilan tanto
A la lista de las enfermedades más habituales del otoño, se suma este año la Covid-19
Cada estación del año tiene sus propias características meteorológicas y climatológicas. Esto conlleva que las enfermedades que se producen también sean más frecuentes en una estación concreta. En otoño, las temperaturas bajan y la transmisibilidad de los virus y bacterias respiratorias son más propias de esta época del año que en verano.
La humedad y la temperatura variante del otoño (ambiente más frío a primera hora de la mañana y cuando se va el sol por la tarde, pero bastante cálido al mediodía, y con más precipitaciones que en verano) son factores que condicionan, por ejemplo, que surjan las alergias. Esto también se explica porque, en verano, las casas o los centros de trabajo se ventilan mucho más y la humedad incrementa.
Estas son algunas de las afecciones más habituales del otoño:
Resfriado
Es la que tiene mayor protagonismo. Con ambientes más cerrados y temperaturas más bajas, su transmisibilidad es muy elevada. Especialmente lo podemos comprobar en las escuelas, donde la concentración de muchos alumnos en un espacio cerrado como un aula facilita su propagación, ya sea a través de los estornudos o de las secreciones nasales. También podemos contagiarnos al tocar superficies que tengan partículas del virus si, tras el contacto, nos toquemos la cara.
El resfriado lo causa el denominado rinovirus. Es, además, un patógeno que podemos contraer varias veces al año. Entre los síntomas más comunes están la congestión nasal, la tos, la mucosidad, los estornudos y el malestar general. Normalmente, no causa fiebre. Dura, normalmente, menos de una semana.
Para prevenir el resfriado, es importante hidratarse, lavarse las manos con frecuencia, evitar la exposición al frío y el contacto con personas resfriadas y usar pañuelos desechables.
En el caso de estar resfriado, hay que seguir las mismas indicaciones que para prevenirlo, a lo que hay que añadir que el mejor tratamiento es el reposo, así como algún mucolítico, descongestionante o anticatarral, si así lo faculta un médico.
Gripe
Es otro de los agentes infecciosos más presentes durante el otoño. De hecho, cabe destacar que, en el mes de octubre, es cuando se inicia la campaña de vacunación contra la gripe a las personas de alto riesgo y más vulnerables. No es nada raro que se confunda con el resfriado, ya que comparten algunos síntomas en común: tos y malestar general. En este caso, puede durar más de una semana.
Otros síntomas que aparecen y que diferencian la gripe de un resfriado son la fiebre o el agotamiento. El cuerpo se siente aún más débil cuando padecemos una gripe. Es importante diagnosticarla porque puede desencadenar enfermedades respiratorias más graves, como la neumonía.
Los síntomas de la gripe, además, aparecen de forma súbita y no gradualmente como los del resfriado.
En cuanto a su prevención, como se hace con el resfriado, es fundamental la higiene de manos, hidratarse, evitar el contacto con personas infectadas y usar pañuelos desechables. Para superar la gripe, hay que seguir estas mismas prácticas, pero también hay que hacer reposo, que el médico nos la diagnostique y evitar la automedicación.
Asma
Se trata de una enfermedad crónica que se ve incrementada en esta época por las condiciones ambientales, que favorecen su incidencia en las vías respiratorias. Puede producir, esencialmente, sibilancias (lo que popularmente se conoce como “pitidos”) y disnea (falta de aire). La humedad es un gran causante, como también lo puede ser la práctica de ejercicios deportivos de una alta intensidad o un ataque de ansiedad.
Los síntomas más habituales son la dificultad para respirar, la tos, opresión en el pecho y sibilancias.
El tratamiento más común es el uso de un inhalador con sustancias broncodilatadoras o corticoides. Sin embargo, este tratamiento puede ser más exhaustivo si así lo considera el médico.
Alergias
La menor ventilación de los espacios y el aumento de la humedad facilita la concentración de polvo. La mayor presencia de polvo se explica, en gran parte, por los ácaros, que pueden causar alergia.
Entre los síntomas más concurrentes destacan el picor e inflamación de la piel, la tos, los estornudos y la secreción nasal.
La mejor manera de prevenir estas alergias es quitando el polvo que se acumula en casa o en los sitios donde se suele estar. Normalmente, si se sufre esta alergia, se trata con antihistamínicos y descongestionantes.
Astenia otoñal
Cansancio, apatía y fatiga. Esto es lo que define a la astenia, que también tiene presencia en otras estaciones del año, pero tiene especial incidencia en otoño. Viene producida por la alteración en los estados de ánimo, pero sobre todo está vinculada con el aumento de la melatonina, que es la hormona que nos permite conciliar el sueño. La astenia, incluso, nos puede hacer estar de más mal humor.
En este caso, para prevenir la astenia, lo mejor es romper con la monotonía y estar constantemente distraído. Un paseo o una práctica deportiva también es altamente recomendable, así como dormir las ocho horas diarias correspondientes.
Y este año... coronavirus
A esta lista también se suma este otoño la Covid-19. En marzo se decretó el estado de alarma ante el incremento sustancial de casos positivos por esta enfermedad, y durante el mes de agosto se ha vuelto a experimentar un incremento destacable de contagiados. Mientras no exista una vacuna, la prevención dependerá completamente de nosotros.
Así pues, para evitar la propagación del coronavirus, el uso de la mascarilla es obligatorio a partir de los seis años (en las aulas también lo será), hay que mantener una distancia de un metro y medio como mínimo y la higiene de manos es vital.