Piden rebajar el IVA de los alimentos sin gluten: "Ni ser celíaco es una elección, ni comprar sin gluten un capricho"

La Asociación de Celíacos de Cataluña reclama el impuesto al 4% para compensar que sus productos sean hasta cuatro veces más caros
Cada celíaco paga unos 900 euros de media más cada año y lamentan el desconocimiento y cierta discriminación
Se trata de una enfermedad crónica que los que la sufren equiparan con la diabetes: "Nuestra alimentación debería estar subvencionada, como la insulina"
Vicky y Álex son madre e hijo y, en casa, pagan cerca de 100 euros al mes más que cualquier familia que tolere el gluten. Alex es celíaco y los precios de los productos libres de esta proteína son mucho más caros que los convencionales, cosa que hace que el colectivo de celíacos pague unos 900 euros de media más por su cesta de la compra cada año que por una habitual, tal y como denuncia la Asociación de Celíacos de Cataluña, que reclama reducir el IVA de estos alimentos al 4%.
Las diferencias son evidentes al acudir al supermercado, ya que el precio de los productos libres de gluten triplican e incluso cuadruplican el del resto. "Cada barra de pan vale unos 2 euros", lamenta Vicky, que insiste en que "no solo es eso, sino que los envases son más pequeños y no traen tanta cantidad que los convencionales". Una desigualdad que afecta al bolsillo del colectivo, indica el presidente de la asociación, José Molina, que pide que los Presupuestos Generales del Estado del 2021 aplique la tasa mínima de impuestos a alimentos esenciales como la harina, el pan o los cereales tratados para celíacos.
El uso del maíz y del arroz, la mejora de su calidad nutricional e inversión I+D y la necesidad de implementar protocolos de seguridad alimentaria para evitar la contaminación son algunos de los motivos que encarecen el precio de los alimentos diseñados para Álex. También lo es su baja demanda, que no comporta ventajas competitivas a las empresas, insisten fuentes de la asociación. Todo ello se traduce en que Álex y su madre, enfermera, deban mirar muy bien qué compran para casa y qué consumen. De hecho, en casa "no entra nada que tenga gluten por seguridad, excepto algunas pastas como los macarrones, ya que no nos podemos permitir el precio para celíacos".
Sobrecargo económico y a la espera de ayudas
Esta situación es más grave en el caso de Raquel, celíaca diagnosticada hace 5 años: "Mi pareja también es celíaca y el precio de nuestra cesta de la compra se duplica", explica, a la espera de que las administraciones destinen compensaciones a su alimentación, ya que el Gobierno no ofrece ninguna ayuda para costearla. Asimismo, comer fuera de casa también es complicado para Álex y Raquel, ya que los restaurantes que cumplen los protocolos para evitar la contaminación cruzada también son más caros, por lo que tampoco sale barato comer fuera, lamentan.
"Ser celíaco no es una elección y comprar comida sin gluten no es ningún capricho, sino una necesidad alimentaria, por lo que deberían favorecer que podamos comprar lo que necesitamos, también aquellos que no se pueden permitir precios excesivos", insiste. Una reclamación que comparte con el Defensor del Pueblo, cuyo informe de 2017 afirma que las personas celíacas necesitan algún tipo de ayuda económica para suavizar estas diferencias.
🔴Donació!
— Celíacs Catalunya (@celiacscat) 23 de noviembre de 2020
✅Des de @celiacscat hem fet una nova entrega de productes #sensegluten al @BancAlimentsBcn
✅L'acció, emmarcada en el projecte 'L'Acompanyament i formació a famílies celíaques en situació de vulnerabilitat', suposa la donació de 819kg de menjar pic.twitter.com/lwpRRugp2U
"La salud de las personas celíacas depende en gran parte de su economía, ya que son los que tienen que asumir el coste de su alimentación", insiste Molina, cuya asociación, consciente de que muchas familias tienen que recurrir a productos con esta proteína por necesidad, tiene firmado un convenio con el Banc dels Aliments para hacer donaciones.
La celiaquía, al nivel de la diabetes
En esta línea, el colectivo celíaco se siente discriminado negativamente respecto a pacientes de otras enfermedades crónicas porque no reciben cobertura a su 'tratamiento'. En este sentido, Raquel, que también es diabética, equipara la celiaquía con la diabetes: "Es lo mismo que la insulina, mis recetas entran por la Seguridad Social y pago un porcentaje muy pequeño de mi medicación, así que nuestra alimentación básica debería estar subvencionada también".
"Estoy a favor de que reduzcan el IVA, y que lo quiten, porque la dieta es el único tratamiento, son alimentos especiales y habría que tratarlos como tal", en palabras de Vicky. Por ello, la Asociación de Celíacos de Cataluña no solo pide la reducción del IVA, sino la implementación de ayudas directas a nivel estatal, como sucede en otros países de Europa donde las autoridades públicas las destinan para los pacientes celíacos en forma de subvenciones, beneficios fiscales, subsidios o cupones.
No obstante, "el Gobierno español tan solo concede ayudas a los trabajadores públicos del Ministerio de Defensa y mutualistas o beneficiarios de la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado de España (MUFACE)", declara el presidente de la entidad, que concluye: "Debería estar, al menos, auxiliado por el Sistema Nacional de Salud".
Se sienten discriminados
La "moda" de comer sin gluten y el desconocimiento de los grandes riesgos para la salud que supone no realizar bien esta dieta, acaba banalizando la enfermedad y "desinforma", según Molina y Vicky. De hecho, hay una parte de la población que no sabe qué es la celiaquía y que "no es consciente de lo que supone hasta que te invitan a comer a su casa y tienen que comprar los productos", indica Raquel.
🔴L'Associació Celíacs de Catalunya demana, a les forces polítiques, que incloguin una esmena d'addicció, a l'articulat dels Pressupostos Generals de l'Estat, per a la rebaixa del tipus impositiu de l'IVA al 4% per als productes específics per a celíacs. pic.twitter.com/HadRnxFlbK
— Celíacs Catalunya (@celiacscat) 19 de noviembre de 2020
Una falta de concienciación que roza la discriminación y complica la socialización en la infancia, lamenta Vicky: "Es discriminatorio decidir que, como hay un niño celíaco y diabético, no se hace ninguna celebración... Tomar conciencia es aceptar las diferentes situaciones de salud, sensibilizarnos y no dejar de hacer cosas para evitar un problema". Por su parte, Álex, de 17 años, se siente "diferente" al resto ya que se lleva su propia comida a fiestas con amigos y, además, augura que tendrá dificultades para consumir alcohol cuando alcance la mayoría de edad porque "algunas bebidas llevan gluten sin especificarlo en la etiqueta". A lo que su madre ironiza: "Una borrachera sin gluten le costará muy cara".
"Cuando viajamos, es una vergüenza que en los aeropuertos internacionales no encontremos ningún sitio para comer sin gluten, siempre tengo que traer comida porque, si no, se quedaría sin comer" añade la enfermera, enfadada, que concluye: "Roma es un buen sitio, es el paraíso de los celíacos con una gran variedad de helados, pasta y pizzas".