Las inyecciones de radiofrecuencia pulsada, el último intento para alargar la carrera de Nadal


Nadal ganó este domingo por decimocuarta vez la final de Roland Garros a pesar de los problemas que acarrea su pie desde hace casi 20 años
El tenisa sufre la enfermedad de Müller-Weis que afecta a un hueso de su pie izquierdo, el escafoides
Aunque existen diversos tratamientos, todo dependerá del calendario de torneos para decidir si se somete a ellos
12 de mayo de 2022. Rafa Nadal sufre en la pista como pocos veces habíamos visto antes. Se enfrenta al canadiense Shapovalov en octavos de final del master 1.000 de Roma. El dolor en el pie es más que evidente. El tenista cojea y las muestras de sufrimiento en su cara son muy explícitas. Al borde de las lágrimas, el balear vive uno de sus peores momentos de los últimos años.
Tres semanas después, Nadal levanta el trofeo en París, en la Philippe Chatrier y desvela la gran duda que tenían todos los aficionados al tenis desde esa difícil noche en Italia. La lesión que le acompaña desde hace casi 20 años no le va a retirar por el momento. Seguirá jugando si su pie responde al tratamiento al que se va a someter como él y su equipo esperan.
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Pero lo que ha logrado el español, ganar por decimocuarta vez la final de Roland Garros a pesar de jugar con el pie izquierdo dormido, no oculta el grave problema de salud al que se enfrenta. Él mismo reconoció en la rueda de prensa posterior a su triunfo en París que no va a poder seguir jugando así y que si quiere seguir jugando tendrá que buscar una solución a la enfermedad de Müller-Weiss que sufre su pie y que le lleva amargando desde hace años.
Antes de cada partido en París, Nadal ha recibido dos inyecciones para que el nervio del pie informe lo menos posible del dolor. Estas infiltraciones, sin embargo, pueden acarrearle consecuencias graves. “El problema es que si una zona está dormida, nos quedamos sin información, lo que en un deportista de élite puede derivar en lesiones asociadas más graves de estructuras cercanas pero también lejanas”, asegura a NIUS el doctor David Rodríguez Sanz, profesor titular de la Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Complutense de Madrid y director del experto de Fisioterapia deportiva.
El propio Nadal lo reconocía este domingo: “Aquí he podido jugar en unas condiciones extremas, con inyecciones en los nervios para dormir el pie, por eso he podido jugar. Mi doctor me ha puesto anestesia en los nervios y eso me quita esa mala sensación en el pie, pero también conlleva un riesgo y puede producir otras cosas por ahí. Pero, por supuesto, Roland Garros es Roland Garros y quería darme la oportunidad de poder hacer algo”.
Inyecciones de radiofrecuencia, la última esperanza
El tenista ha reconocido que ahora se someterá a un tratamiento a base de inyecciones de radiofrecuencia pulsada, que ya le funcionó en el pasado, con vistas a Wimblendon. Será, posiblemente, su última oportunidad para lograr alargar algo más su carrera. Un tratamiento que tendrá que funcionar, de lo contrario el mallorquín deberá empezar a pensar en una inminente retirada.
David Rodríguez Sanz explica a NIUS en qué consiste este tratamiento para la esperanza que podría permitir a Nadal seguir compitiendo algún tiempo más. "Se trata de meter una aguja cerca del nervio y no en el nervio en sí, porque lo podrías dañar, y a través de ella dar esos pulsos de radiofrecuencia que lo que buscan al final es dormir al nervio. Igual que la anestesia es química, esto sería física. Te duerme el pie pero no lo reduces del todo, no lo apagas, lo dejas medio medio", asegura Rodríguez Sanz.
Lesión en 2004
Fue en 2004, cuando el de Manacor sufrió una rotura en el pie por estrés en el escafoides. Aunque se recuperó, pronto comenzó a notar molestias de nuevo. Fue entonces, cuando un especialista dio con el diagnóstico: padecía la enfermedad de Müller-Weiss.
Esta dolencia crónica y degenerativa afecta a uno de los huesos del pie, el escafoides, que se daña por diferentes causas: genéticas, biomecánicas o anatómicas. “Al final lo que se genera es una pequeña displasia, un problema óseo y eso combinado con pequeñas fracturas, hace que el hueso tenga cada vez peor aporte sanguíneo, por lo que se hace más débil, y acaba dañándose”, explica Rodríguez Sanz.
La enfermedad de Müller-Weiss se genera como una enfermedad de crecimiento y el gran problema que tiene asociado es que puede ser silente durante mucho tiempo. “Lo que pasa es que siempre acaba habiendo una gota que colma el vaso. Hay muchos factores que favorecen que se acabe desarrollando y uno de ellos es la altísima actividad que tiene ese miembro inferior al ser un deportista de élite”, añade.
Otras lesiones vinculadas al pie
Durante estos casi 20 años, Nadal ha lidiado con esta enfermedad gracias a tratamientos ortopédicos, trabajo muscular y de fiosioterapia deportiva para seguir compitiendo al más alto nivel. A cambio, ha sufrido otras lesiones muy vinculadas a ese pie. “Esta lesión podría haberle retirado si no se hubiera manejado adecuadamente y no hubiera hecho todos los deberes tan excelentemente bien: control de peso, entrenamiento, rutinas deportivas o fortalecimiento del miembro inferior…”, explica Rodríguez Sanz.
El tenista balear, 32 años y ganador de 22 grandes, tiene que pensar ahora en su futuro. Existen muchas técnicas que se podrían desarrollar para mejorar su pie, pero todo depende de su calendario. “Cuando hablamos de deportistas, siempre hay que tener en cuenta sus calendarios de competición y los rangos que tiene de tiempo de acción y de descanso, macrociclos o microciclos, porque los tratamientos deben encajar ahí, y hay que ver, por tanto, en qué próximos torneos puede o no competir”, explica Rodríguez Sanz. “No existen las recuperaciones milagrosas, todo tiene un tiempo marcado por la propia biología”.
Nadal mira al frente con optimismo. Tiene todavía carrete. No se rinde. “Igual que los vemos en la pista, que no da una pelota por perdida, esa voluntad y tesón lo va a dar en su recuperación. Rafa acabará su carrera cuando su cuerpo diga basta y él decida que ya ha llegado el momento”, asegura el profesor.