María perdió una pierna por el seísmo de Lorca de 2011: "Viví la misma angustia que los del terremoto de Turquía y Siria"

A esta lorquina le cayeron 19 metros de cornisa de la peluquería en la que trabajaba encima y perdió una pierna
Fue en el hospital cuando un médico le dio la noticia: “Mari, te vamos a tener que amputar”. Y ella contestó: “Ampúteme lo que quiera que yo me quiero quedar aquí”
"Para mí está siendo muy duro ver las imágenes del terremoto de Turquía y Siría"
María López fue una de las heridas de mayor gravedad del terremoto de Lorca (Murcia) en mayo de 2011. En aquella tragedia fallecieron nueve personas y más de 320 resultaron heridas. Con el segundo seísmo, a esta lorquina le cayeron 19 metros de cornisa de la peluquería en la que trabajaba encima y perdió una pierna.
Casi 12 años más tarde, los recuerdos más tremendos de su vida vuelven a su cabeza tras ver las imágenes de las víctimas y heridos del terremoto de Turquía y Siria. “Yo me caí sobre una clienta de la peluquería, que me decía que no podía respirar, y me incorporé un poco para intentar que ella saliera. Fue entonces cuando me di cuenta que mi pierna no me acompañaba, que estaba gravemente herida. Me incorporé un poco para que a ella la sacaran y yo me quedé boca abajo”, rememora. En ese momento, todo se le pasó por la cabeza. “Pensé en lo que me podía pasar. Son momentos de mucha angustia, de muchas preguntas que no tienen respuesta en ese momento”.
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Los primeros que llegaron fueron los bomberos. “A la peluquería se acercaron mi hijo, mi hermana y mis vecinos. Vinieron también mis suegros y mi marido. Mi suegro le dijo a mi marido que me hicieran un torniquete en la pierna, pero él dijo que no porque no sangraba. Todas esas incertidumbres y momentos son muy duros. Piensas que te vas a ir, pero tuve suerte y me tocó quedarme, aunque con una parte menos de mí”, señala.
María no perdió la conciencia en ningún momento. “Vi todo lo que pasaba a mi alrededor. Era un caos. Cada uno decía una cosa. Veía la angustia de todos por querer ayudar y no saber cómo hacerlo. Solo cuando llegaron los bomberos, empezaron a repartir guantes y no dejaron que nadie se acercara”, apunta.
Su hijo, enfrente
Lo más duro fue tener a su hijo enfrente. Tanto que le pidió a un vecino que le echara una manta porque no quería que él la viera en ese estado. “Pedí que acercaran a mi hijo y le pedí que se agachara porque yo seguía boca abajo: ‘Marc, no llores porque la mamá no se va a morir’. Su cara de angustia era superior”, se emociona.
Los bomberos le pusieron una tablilla por debajo sin tocarla y esperaron a que vinieran las ambulancias. Primero se llevaron a su jefa que estaba inconsciente y a María la trasladaron en la furgoneta de un supermercado hasta el Hospital Rafael Méndez. “En el trayecto pensé: ‘A lo mejor no me muero porque no estoy mareada’. Lo único que no quería era cerrar los ojos porque creía que si lo hacía, no los iba a volver abrir”.
Fue en el hospital cuando un médico le dio la noticia: “Mari, te vamos a tener que amputar”, le dijo. Y ella contestó: “Ampúteme lo que quiera que yo me quiero quedar aquí”. “Solo los que hemos vivido algo así, podemos expresarlo”, asegura. “Por eso cuando veo las imágenes de lo que está pasando, me acongojo”.
Hasta el jueves, María no pudo ver las noticias. “Ayer, decidí verlas porque es algo que tengo que superar. Cuando vi que sacaban gente después de 48 horas, yo decía que esa angustia yo la había vivido, aunque no tanto tiempo, y no se la deseo a nadie. Y no puedo llegar a pensar cómo el ser humano podemos aguantar tanto. Por eso para mí está siendo tan duro”.