Los niños que esperan para ser acogidos son españoles y extranjeros que se encuentran en situación de desamparo
Familias de corazón
Nos encontramos con Raquel en una sala donde está dando el biberón a un bebé. Ella rubia y de tez pálida, contrasta con el pequeño, de tan sólo seis meses, muy moreno y de tez oscura. "La gente dice que se parece más a mi marido", nos comenta entre risas. Poco después llegan dos niñas rubias, sus hijas biológicas, mellizas de once años. Comienzan a tocar al pequeño, a hacerle carantoñas y se acurrucan los cuatro juntos. "Tengo un bebé muy bueno, duerme bien, come bien".
Tenemos claro que queremos ayudar a estos niños. Sólo necesitan que les quieras, que les escuches. Es tan fácil ser útil con ellos…"
Es fácil viendo sus rostros reconocer que a este pequeño, a quien acogieron recién nacido, le han hecho un hueco en casa como si fuese un miembro más. Han formado una gran familia, que será temporal, pero que nunca dejará de crecer, porque si hay algo que tienen claro es que en el futuro quieren acoger más niños. Ya llevan once, uno de ellos llegó prematuro, con apenas seiscientos gramos, y con su amor y cuidados consiguieron sacarlo adelante. "Tenemos claro que queremos ayudar a estos niños. Sólo necesitan que les quieras, que les escuches. Es tan fácil ser útil con ellos…".

Estrella y Paco son otros padres de acogida con mucha experiencia, ya han pasado doce niños por su hogar. "Somos una familia muy divertida, con las emociones a flor de piel". Cuando su hijo, Fran, tenía cinco años decidieron que estaban preparados para ayudar a esos pequeños tan necesitados. El progenitor nos habla de las dudas que les surgieron, los prejuicios iniciales, el miedo a no estar a la altura. Una frase le llevó a olvidarse de todo: "¿Qué sería de mí si yo fuera esa niña?". Y entonces se apuntaron al programa de Cruz Roja y fueron al hospital a recoger al primer bebé, recién nacido.
Estrella se repetía antes de llegar una y mil veces que no lo podía querer. Pero fue salir del ascensor y verle en la cuna para olvidarse de todo. "Lo quieres como si fuese tu hijo", reconoce con una inmensa sonrisa en su cara. Puede parecer complicado que después de convivir con ellos haya que despedirse pero te acostumbras. "Formamos parte de ese camino, en el que sigue habiendo piedras para ellos, pero les intentamos quitar las grandes. Y cuando ya se ha solucionado el problema, les dejas marchar porque ya pueden volar, libres. Y entonces ya queremos saber si hay otro niño para poder ayudarlo".
Lo quieres como si fuese tu hijo"
Es emocionante escuchar lo que les aporta cruzarse en la vida de tantos niños, sobre todo escuchar a su hijo, que actualmente tiene catorce años y ya sueña con ser un papá de acogida. "Te marca, te ayuda. Siento felicidad, cariño, amor". Sentimientos palpables cuando le vemos con su actual "hermana". Tiene cinco años y hoy tiene fiebre, así que Fran no se separa de ella. Le coge la mano, quiere animarla para que juegue. Se miran, se sonríen. Estrella se sienta junto a ellos, se abrazan…
La historia de Mónica puede parecer algo más complicada. Familia monoparental con tres hijos biológicos de dieciséis, catorce y doce años, en plena adolescencia. Pero ello no ha impedido que juntos se hayan animado a acoger a pequeños necesitados. Comenzaron el año pasado, y ahora repiten con un niño de cinco años que ya lleva seis meses en casa. Está junto a ella, serio, quiere jugar porque se aburre. Pero le coge la mano, no quiere soltarla. Y es que ella es la pieza que necesitaba ahora mismo en su vida para que su infancia no se frene. "Seré su madre hasta que lo necesite. Lo vemos cada vez mejor, con confianza". Hoy tiene que visitar a su familia, una cita a la que no pueden faltar; porque el fin es ese, que el pequeño tenga un final feliz. Ya sin ellos, pero gracias a ellos.

SOS de Cruz Roja
Todas estas "familias de corazón" forman parte del Programa de Acogida de Cruz Roja en Almería, desde donde hacen un llamamiento urgente. "Tenemos quince niños esperando a una familia que les cuide, que les proteja durante un tiempo", nos explica Mari Carmen González, la responsable del proyecto. Nos habla de la necesidad de estas familias reparadoras de las que no existe un perfil. Lo más importante es que tengan estabilidad y que todos los miembros estén de acuerdo en adentrarse en esta "aventura" que normalmente les hace repetir.
Desde esta institución lamentan que el acogimiento sea el perfecto desconocido, que puede ir desde unos meses hasta varios años, pero que es vital para que muchos menores tengan una infancia plena. "Mi deseo es que algún día fuesen las familias las que tuvieran que esperar, y no que sean los niños los que esperen, como pasa ahora", nos reconoce con un gesto triste.
Sólo en Almería hay quince niños esperando que alguien se cruce en su camino para seguir avanzando. Sus historias son duras, muy complicadas, diferentes en cada caso. Pero eso no le ha importado ni a Raquel, ni a Estrella y Paco, ni a Mónica. Porque se puede ser familia sin tener lazos de sangre. Son algo más que eso; son familias de corazón.