Las capturas ilícitas de los percebeiros furtivos ponen en riesgo el negocio de este sector

Detenido a un percebeiro furtivo que había esquilmado 44 kilos de percebes en solo unas horas
Las capturas ilegales utilizan prácticas cada vez más sofisticadas y profesionalizadas
Se juegan la vida a diario. Y lo hacen para recoger el tesoro más preciado que crece en las rocas del Atlántico: los percebes gallegos. Sin embargo, los que se dedican a este peligroso oficio luchan cada día contra un enemigo mayor que la furia del propio mar. Se trata de los furtivos. Y es que las capturas ilícitas suponen pérdidas enormes para un sector que ve como los ilegales utilizan prácticas cada vez más sofisticadas y más profesionalizadas para conseguir su objetivo.
La última, la de un percebeiro furtivo que fue cazado in fraganti con un torpedo submarino por la policía autonómica gallega. Su método le permitía sumergirse hasta 10 metros de profundidad y recorrerse varios kilómetros de la costa de A Coruña. A toda velocidad, en tan solo unas horas, logró esquilmar 44 kilos de percebes. Es decir, en una sola jornada, llegó a capturar lo que los percebeiros legales pueden extraer en 7 días de trabajo. De no haber sido interceptado por la Policía, esos 44 kilos de percebe se hubiesen vendido en el mercado negro por más de 5.000 euros.

"La sanción debería de ser ejemplar. Los furtivos están acabando con todo. Nos llevan a la ruina”, explica Manuel Mesura, un percebeiro de Corme que, con más de 50 años, sigue bajando metros de escarpadas rocas para llevar a casa un jornal del que depende toda la familia. “Furtivos los hay en todos los sitios. Lo que nos llama la atención es lo bien preparado que estaba. Al principio, desde lejos, la gente pensaba que se trataba de un delfín porque iba por debajo del mar”, dice otro de sus compañeros.

Los percebeiros, que pagan su licencia y se acogen a una cuota de seis kilos al día, están hartos de lidiar contra los que amenazan su medio de vida: "Con este método, además de enriquecerse muy rápidamente a coste cero, esquilman la zona porque extraen el percebe que hay debajo de las rocas y ese tarda mucho más tiempo en regenerarse", cuenta Manuel.