Un estudio asegura que la dieta mediterranea reduce los gases de efecto invernadero
Volver a la dieta tradicional con productos de proximidad reduciría hasta en un 70% la emisión de gases de efecto invernadero. Es la conclusión de un estudio de la Universidad Obertat de Catalunya, (UOA).
Según el estudio, el consumo de carne, las dietas repletas de alimentos ultra procesados o el crecimiento de la población a nivel mundial hacen que el consumo de alimentos, tal y como hoy lo conocemos, no sea sostenible ambientalmente a medio plazo.
En tres décadas, la población mundial habrá crecido más de un 30%, y el crecimiento de muchos países ahora en vías de desarrollo hará que la demanda de productos como la carne o los cereales aumente de forma exponencial.
Esa realidad arroja un dato incontestable, el actual ritmo de producción de alimentos no es sostenible ecológicamente a nivel mundial. El consumo masivo de carne necesita de agua para los animales y grandes extensiones de tierras de cultivo.
Por eso los expertos alertan. Necesitamos reconvertir nuestra alimentación hacia un modelo saludable, pero también sostenible. Y en España, la salvación tiene nombre y apellidos, es la dieta mediterránea.
Según la investigadora Anna Bach, Directora del Master de Alimentación de la UOC, priorizar el consumo de vegetales, productos de temporada y proximidad, o reducir el consumo de carne, puede reducir un 70% la emisión de gases contaminantes derivados de la producción de alimentos. "Aquí tenemos un modelo. El plato de cuchara de la abuela. Es nuestra referencia. Podemos volver atrás", porque si seguimos por el camino del consumo masivo de carne y alimentos procesados, nuestro cuerpo lo notará, pero el planeta también.
Adoptar la dieta americana provocaría un aumento del 70% de gases contaminantes.
Por el contrario, si adoptamos el modelo de dieta americano basada en un consumo masivo de carne procesada como hamburguesas, y de grasas y azúcares presentes alimentos ultra procesados, el efecto para el planeta sería nefasto por el aumento de gases contaminantes que la industria alimentaria produciría.
Bach afirma que los consumidores tienen mucho que decidir, cambiando sus hábitos de consumo alimenticio. El primer paso, explica, pasa por reducir el consumo de carne. Porque si cada vez consumimos más carne, se necesitan más animales, más terreno para ubicarlos, más agua para abastecerlos, y más medios de transporte para hacer llegar su carne hasta los circuitos de consumo. Además, sus purines provocan la emisión de toneladas gases efecto invernadero como el metano.
La dieta mediterránea es una de las más sanas del mundo, y tradicionalmente se asocia a una mayor esperanza de vida, y a un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes cáncer o Alzheimer.
Hoy sabemos que además de cuidarnos a nosotros, la dieta mediterránea puede también salvar al planeta.