El AVE de Granada: alta velocidad a paso de tortuga

La línea de velocidad granadina cae hasta los 37 km/h en algún tramo
Un trazado del siglo XIX obliga al AVE a reducir su marcha
Un parche, una chapuza. Así califican fuentes cercanas al sector ferroviario el tramo del AVE que discurre a través de la localidad granadina de Loja. Un discurrir en el que, durante 27 kilómetros de recorrido, la Alta Velocidad no supera en ningún caso los 220 kilómetros por hora y, para más inri, llega a sufrir un ‘frenazo’ hasta alcanzar los 30 km/h. Ello, unido a la inexperiencia y la falta de medios inicial en la Estación de Andaluces, están provocando que este AVE nazarí no termine de batir las alas.
Granada estrenó su flamante tren de alta velocidad el pasado 25 de junio como una medida ‘provisional’ que todavía no cuenta con una fecha para el modelo definitivo. Antes, en 2013, la por entonces Ministra de Fomento, Ana Pastor, habló del proyecto de integración como una realidad que llegaría de forma provisional: en superficie y sin el ancho de vía estándar para los vagones AVE. Un paño caliente que al verano granadino le ha hecho ampolla: desde su puesta en funcionamiento ya se ha convertido en el AVE más lento de cuantos transcurren por nuestro país. Hasta el 11% de los desplazamientos ya han acumulado retrasos de 15 minutos. El primero de ellos llegó el día de su estreno, honrando la leyenda del ferrocarril que más tardó en llegar: nueve minutos. Los más sonrojantes, los del 2 y 3 de julio, cuando los convoyes acumularon 45 minutos de retraso, uno destino Madrid y el otro proveniente de Barcelona.
¿Por qué el AVE de Granada es el más lento?
RENFE lo achaca a incidencias técnicas. Puede haberlas, pero la realidad va más allá. En su momento se descartó construir la ya famosa variante de Loja, que no es más que una vía capacitada para que el AVE pueda discurrir por ella a pleno rendimiento. En su lugar, se reutilizó y adaptó la vía ya existente haciéndola de 'tercer hilo', esto es, convirtiéndola en apta para la circulación tanto de trenes convencionales como de alta velocidad. A cambio se sacrificaron prácticamente cien kilómetros por hora en todo ese tramo, y se asumió el problema que supone el túnel de dicha localidad, por el que la alta velocidad no puede viajar a más de 37 kilómetros por hora por cuestiones de seguridad. El resultado es un viaje a Madrid que se completa en tres horas y veinte minutos en tren, sólo unos cuarenta minutos menos que si nos embarcamos en nuestro coche particular. ¿Realmente merece la pena?
Esperando al S.XXI
La alta velocidad granadina tampoco está siendo, precisamente, la más cómoda. Visualicen a pasajeros a 40 grados y sin aire acondicionado metidos en sus vagones, varados en mitad de la nada porque el tren se ha averiado. Casi medio centenar de pasajeros han vivido ya esta odisea. De momento no se conoce ninguna fecha para que la marcada provisionalidad de la ex-ministra Pastor, ejecutada por el actual Gobierno, vea una solución definitiva que haga de Granada una ciudad del siglo XXI y no una que sólo se le parezca.