La vida del ‘Open Arms’, el buque insignia de la ONG catalana

Mide 37 metros de eslora y tiene capacidad para un máximo de 400 personas
Fue donado en 2017 por una naviera vasca después de que la organización pidiera ayuda para conseguir un nuevo barco
Era un remolcador de Salvamento Marítimo Español y la ong lo remodeló para adaptarlo a su nueva misión: salvar vidas en el mediterráneo
En 2017, la fundación Proactiva Open Arms hacía un llamamiento: necesitaban un nuevo barco. Su buque insignia hasta entonces, el velero de lujo ‘Astral’, no iba a soportar el invierno en el mar, y pedían ayuda para conseguir otra embarcación y emprender una nueva misión en el Mediterráneo central. Un barco que se sumaría a su pequeña flota: el ‘Astral’, operativo desde 2016, y el ‘Golfo Azzurro’, operativo desde el verano de 2016 hasta el año siguiente.
Un exremolcador de Salvamento Marítimo
Esa ayuda llegó de la mano del Grupo Ibaizabal. La naviera vasca donó un remolcador de altura de 427 toneladas, 37 metros de eslora y 10 metros de manga, llamado ‘Ibaizabal Tres’.
El barco, con una potencia de 4.000 caballos, fue construido en Mallorca en 1974, botado como Punta San Ignacio y luego renombrado ese mismo año al ser adquirido por la compañía vasca. Allí pasó a formar parte de la flota de Salvamento Marítimo Español, donde hacía trabajos de remolque, salvamento y rescate. Con matrícula de Bilbao, y habiendo pasado también por las Islas Baleares, en los últimos años estuvo amarrado en el puerto de A Coruña, desde donde hacía misiones en el océano Atlántico.
Puesta a punto para su nueva vida
Una vez donado a la organización, el barco fue rearmado para adaptarse a las necesidades de su nueva vida. La organización lanzó una campaña de crowdfunding en la que recogieron 100.000 euros para su nueva misión en las costas de Libia.
Con el dinero de esas aportaciones, decenas de operarios trabajaron durante semanas en el puerto de A Coruña para revisar y reparar el sistema eléctrico y la maquinaria del barco. También se renovaron los sistemas de navegación para adaptarlo a la navegación de altura y se implementaron novedosos sistemas de comunicación, que harían que el Open Arms pudiese coordinarse con el resto de las organizaciones de la zona.
Otro de los retos era adaptar la habitabilidad para la nueva misión, ya que la cubierta del barco sería la zona que debería dar refugio a las personas rescatadas. Se eliminaron los vestigios de su antiguo trabajo como remolcador y se adaptó para la acogida de los inmigrantes rescatados. En total, 100 metros cuadrados de espacio para acoger a un máximo de 400 personas en caso de necesidad.
Para la tripulación y los voluntarios se habilitaron camarotes, lavabos, un comedor, una cocina y una sala de enfermería. También se renovaron los suelos, los techos y la iluminación de cara a la adaptación a las altas temperaturas en verano y al clima adverso en invierno.
¿Es el barco idóneo?
A pesar de que el barco está renovado y preparado para acoger a centenares de personas, no está pensado para que se habite en él durante largas estancias, como los veinte días que ha estado bloqueado en el puerto de Lampedusa en su último rescate y que le han puesto en el ojo del huracán mediático. No sólo por la capacidad de la embarcación sino también por las condiciones psicofísicas en la que suelen llegar los rescatados y por las cambiantes condiciones del mar.
En un escrito en El Periódico de Catalunya, Óscar Camps, fundador de la ONG, compara la función del barco con una ambulancia que lleva a un enfermo a un hospital. Un barco con la función de rescatar personas en el agua y llevarlas a tierra firme, pero no para mantenerlas a bordo durante un largo tiempo. Para la fundación catalana, esta ha sido la “misión más dura”, ya que la tripulación y los voluntarios han tenido que auxiliar, proteger y alimentar a estas personas durante todo este tiempo en un ambiente que cada vez era más insostenible, tal y como denunciaban diariamente.
Desde que su fundación en 2015, Proactiva Open Arms asegura haber salvado cerca de 60.000 vidas en el mar. Después del más duro de sus capítulos, la organización mantiene su compromiso con su misión fundacional y seguirá zarpando sus barcos para seguir salvando vidas en el mediterráneo.