Los pueblos gallegos piden incentivos para afrontar la crisis demográfica

La Xunta ha anunciado una ley de impulso a la natalidad
El año pasado nacieron 16.550 niños, un 10% menos que en 2017
El mundo rural reclama más ayudas y menos burocracia
A sus 25 años, Lorena apostó por irse a vivir a su pueblo nada más terminar la carrera universitaria. Su pareja y ella se instalaron en Vilariño de Conso, un municipio orensano de 550 habitantes, y ambos intentan salir adelante dentro del sector de la apicultura. Hace un año y medio Lorena dio a luz a Lara. Pero su caso es la excepción que confirma la regla porque el número de nacimientos en la mayor parte de los pueblos es irrisorio.
Galicia encabeza los peores datos relativos a la natalidad. El año pasado sólo nacieron en esta comunidad autónoma 16.550 niños, casi un 10% menos que en 2017.
Para luchar contra la crisis demográfica, el Ejecutivo autonómico creó en 2016 la Tarxeta Benvida, por la que todos los padres reciben cien euros al mes durante el primer año de vida del bebé para gastar en alimentos infantiles, pañales, ropa y medicamentos. Y ahora, el gobierno de Feijóo quiere ampliar las bonificaciones de esa Tarxeta, aunque aún no se ha especificado cómo ni en qué cuantía.
Lorena, más que nadie, sabe lo fundamental que es que se incentive la natalidad sobre todo en el rural. Su hija es uno de los únicos dos bebés que nacieron en Vilariño en 2018. “Cuando la niña nació fueron muchos los gastos y cien euros ayudan, pero se acaban pronto. Por eso todo lo que se haga a partir de ahora, bienvenido es”, asegura.
“Y sí, ahora que vivo en un pueblo, por supuesto que me puedo plantear tener más hijos”, afirma la joven sin dudarlo ni un segundo. “Al vivir en pueblos pequeños y apartados de núcleos de población importantes, necesitamos incentivos y ayudas de transporte para poder llevar a los niños a actividades extraescolares”, propone Lorena.
Aún más críticos son los alcaldes que ven menguar el número de vecinos año tras año. Calvos de Randín, otro municipio de Orense, ha perdido en la última década casi un 30% de su población, y no nacen niños. “Eso que anuncia la Xunta es marketing político. Esto no se soluciona con dar 100 o 150 euros a los padres para tengan hijos. Es algo mucho más transversal. Hay que fomentar que la gente se instale en los pueblos eliminando los trámites burocráticos. Y facilitar el camino a aquellos que quieran dedicarse a la agricultura”, nos cuenta su alcalde, Aquilino Valencia.
Y no es una cuestión de falta de empleo. El rural necesita de mano de obra porque la media de edad de su población aumenta y hay cada vez menos vecinos que pueden trabajar. “Mucha gente está dispuesta a invertir 30.000 o 40.000 euros que tienen ahorrados para establecer un negocio y dedicarse a la agricultura, pero el problema es que para acceder a las ayudas europeas necesitas una inversión inicial de al menos 200.000 euros; y eso es lo que corta las alas a muchos jóvenes”, recalca Manuela González, miembro de Xolo, en Vilariño de Conso; una asociación que promueve la repoblación en el ámbito rural. “Tendría que haber una inversión pensando en el futuro porque sí que hay posibilidades de trabajo. Hay una población muy envejecida y se necesitan puestos relacionados con la ayuda a domicilio”, asegura Manuela.