Álvaro, un niño con parálisis cerebral, cumple su sueño de subir al pico más alto de Málaga

El pequeño llegó a la cima de La Maroma en una silla adaptada para la ocasión y gracias a la ayuda de dos clubes de montañismo de la zona
Una dificultosa caminata de seis horas en la que le acompañaron sus familiares, sus vecinos y hasta el perro de uno de los voluntarios
El pequeño ya está deseando repetir, pero le pide a su padre, albañil, que "la próxima vez quite piedras al camino y le eche cemento"
Álvaro Molina tiene doce años recién cumplidos. Tiene una parálisis que afecta por completo a su movilidad, pero eso no le ha impedido coronar La Maroma el pasado domingo, el pico más alto de la provincia de Málaga, "su mayor ilusión", confiesa su madre, Adela Moreno, quien asegura que "Álvaro ha cumplido su sueño de subir a la cima de la montaña".
El Club Perianda junto al Club Running Playas de Torre del Mar hicieron realidad la ilusión de este pequeño de llegar a lo más alto de la montaña y disfrutar de las vistas y de la naturaleza, ayudados por una silla de ruedas adaptada Joëlette.
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La silla, que fue monitorizada por voluntarios de los dos clubes organizadores, suponía todo un reto para los deportistas, muy habituados al montañismo, pero que nunca habían transportado a nadie tan especial en este tipo de silla adaptada. Álvaro iba también acompañado por sus padres, Adela y Salva, y una numerosa representación de vecinos de la localidad de Periana, que no querían perderse esta gesta montañera, compartiendo con su pequeño vecino esta emotiva iniciativa.

Una veintena de deportistas de ambos clubes se implicaron para llevarlo hasta la cima. Fue una dificultosa caminata de seis horas hasta alcanzar los 2.066 metros de altitud por la vía de Alcaucín, una de las tres que llevan a la cota desde la que se puede ver La Axarquía en su máximo esplendor. El reto de subir a la cima acabó con una sopa caliente de fideos, que le preparó su vecino Ángel, viendo las nubes desde aquel techo natural, "muy emocionado" entre los aplausos de todos sus acompañantes y de otros senderistas que se encontraban en el lugar. Posteriormente, emprendieron la bajada hasta el Alcázar (Alcaucín).

Terreno abrupto con desniveles
La silla adaptada fue conducida por un terreno abrupto con desniveles y muchas piedras. Iba guiada por dos monitores, que se iban turnando. Los deportistas marcaron un fuerte ritmo, que no pudieron seguir la madre de Álvaro ni su abuelo, de 68 años, que tampoco quiso perderse la hazaña ilusión del niño por vivir esta aventura. Hasta el perro de uno de los voluntarios, Mustang, estuvo pendiente y al cuidado de él durante todo el recorrido.
De esta manera, Álvaro ha podido compartir su pasión por la naturaleza. "Le encanta ir al campo con su padre o al huerto a regar", explica su madre, que recuerda momentos del viaje, como cuando se cruzaron con aquellos caballos en pleno descenso, en el que se le llegó a pinchar hasta una rueda.

Jose Francisco Rodríguez, presidente del Club Perianda asegura que "para nosotros ha sido un desafío intenso y duro, pero que ha merecido la pena y el esfuerzo de todos, volcándonos, voluntarios, familiares y vecinos, ha hecho que el día de hoy se quede marcado en la memoria de nuestro querido Álvaro".
Por su parte, el presidente del club torreño, Rafael Sánchez, co-organizador de El Sueño de Álvaro Molina, destaca que "en nuestro club estamos acostumbrados a participar en todo tipo de actividades solidarias. "Esta ha sido la mejor de todas ellas, por la intensidad de lo vivido, por la dificultad del reto conseguido, pero, sobre todo, por ver esa cara de felicidad que el pequeño Álvaro nos dedicó durante los 23 kilómetros que duró nuestra aventura".
Álvaro, entusiasmado, quiere repetir la ruta dentro de unos días, cuando esté menos cansado, pero le pide a su padre, albañil, que "la próxima vez quite piedras al camino y le eche cemento".