Asociaciones de vecinos desbordadas: sostén alimenticio de cada vez más familias


Cada vez más familias acuden a la asociaciones de vecinos del barrio para conseguir alimentos y productos de primera necesidad
La imagen es desoladora. Larguísimas colas de gente en Madrid esperan cada día a las puertas de locales de asociaciones de vecinos para que les entreguen la única comida del día. Son personas que han perdido lo poco que tenían. Se han gastado lo que cobraban en un mes y ahora se encuentran que no tienen nada. La situación es cada vez más dramática.
La crisis del coronavirus azota con virulencia a los más desfavorecidos en la capital. Las cifras lo reflejan. El Ayuntamiento de Madrid calcula que da comida, junto a distritos y entidades sociales, a más de 20.000 familias mediante planes de emergencia. En un mes se ha recibido el mismo número de peticiones de ayuda que en todo el año pasado, más de 33.000.
Las asociaciones de vecinos madrileñas aseguran que están desbordadas. Cada día reciben decenas de peticiones de ayuda para comer. Solo en las dos últimas semanas se han creado siete despensas solidarias por parte de redes vecinales. Lugares donde se reciben donaciones de alimentos y productos básicos que se entregan a los que peor lo están pasando. Este lunes abrió la de Quintana. Otra tiene la de Manzanares-Casa de Campo. En los barrios de Almendrales y Prado Longo se reparten más de 100 bolsas de comida cada dos semanas. También lo hacen en Villaverde Alto. 500 comidas al día. Lo mismo en la red vecinal de Bellavistas, en Cuatro Caminos-Tetuán donde se reparten 133 bolsas de comida diarias. O en Vallecas, donde entregan decenas cada día, según datos facilitados a NIUS por la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid.
Son grupos autogestionados que recogen alimentos, reparten o cocinan comida. Atienden a centenares de familias y tienen muchas más en espera. Su contacto con las trabajadoras sociales es constante. Desde el Ayuntamiento señalan que los servicios sociales "de ninguna forma están colapsados" y tramitan todas las peticiones.
Pero el paisaje, desde luego, ha cambiado. "Si en un principio las actividades de redes de apoyo vecinales se afanaron en apoyar a grupos vulnerables al covid-19 para hacerles la comprar o acompañarles a los hospitales, ahora el foco se centra en ayudar económicamente, con alimentos y productos de primera necesidad, a los que tienen menos recursos", aseguran desde la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid. "Familias que vivían al día, aguantaron en marzo; pero en abril, ya no han podido. Nunca habían sido usuarias de servicios sociales y por eso acuden a sus propios vecinos para que les echen una mano", añaden.
En la asociación de vecinos de Aluche, en el distrito madrileño de la Latina, con un 23% de población inmigrante, trabajan a destajo. Con la crisis del coronavirus comenzaron a recibir mensajes "desesperados" en Facebook y en el correo de gente que se había quedado sin nada.
Solo este fin de semana más de tres horas de cola tuvieron que guardar 427 familias para que les dieran comida. Entre ellas, 60 madres con bebés recién nacidos. "No tienen dinero para pagar el piso o la habitación. Hay muchísima gente en una situación más que vulnerable", asegura Ana del Rincón miembro de esta asociación.
Personas que tenían contratos de obra y que pagaban un alquiler de 900 euros al mes. Ha venido el golpe y se han quedado en la calle porque no tenían nada ahorrado. "Me acaba de escribir una mujer con dos hijos, más uno recién nacido, que están en la calle porque les han echado de la habitación en la que vivían", prosigue Ana del Rincón. "Hay madres que no han podido ni recoger la leche maternizada porque no tenían dinero para venir a recogerla. No tienen cobertura familiar ni de amigos. Muchas trabajaban como empleadas de hogar en casas y las han echado. La mayoría no tenían contrato y no pueden pedir ayuda", señala esta activista.
El banco de alimentos ubicado a la parroquia del barrio tampoco llega a todos. Ana del Rincón reclama que sea el Ayuntamiento el que haga el reparto abriendo locales.
En el distrito Centro, tampoco llegan a todas las solicitudes. "Es durísimo comprobar a diario que en Madrid hay gente que literalmente está pasando hambre y no hay instituciones con capacidad o voluntad para responder", explica Anxela, miembro de esta red vecinal.
En Puente de Vallecas, Somos Tribu, la red vecinal formada por más de 1.500 vecinos, ha creado un total de cuatro despensas solidarias en los barrios de Doña Carlota, Palomeras, Nueva Numancia y, desde esta semana, San Diego. Trabajan juntos vecinos, organizaciones políticas o parroquias y han pedido microfinancición para financiar el coste.
Bárbara Paz, dinamizadora vecinal y referente de la red de San Fermín, en Usera, cuenta que más de 100 voluntario trabajan para echar una mano en el barrio. "La red nació para dar apoyo vecinal, como ir a hacer la compra, cuando comenzó el confinamiento, pero en pocos días acabó transformándose en una red de apoyo alimenticio. La gente llama porque necesita comida. Más de 300 llamadas desde que empezó la crisis. Muchos eran ya usuarios de servicios sociales pero otros se encuentran en una situación desesperada, sin ningún ingreso y con un teléfono que les han pasado para pedir ayuda. La situación tiene que ser desesperada para llamar", asegura Bárbara Paz.
Aquí en el barrio de San Fermín, Alicinos-La Salle, una entidad privada que ya tenía una escuela de cocina con comedor, se puso ya desde la segunda semana a cocinar menús diarios para que la gente fuera con su táper para llevarse la comida. Desde Semana Santa, gracias a la Escuela de Hostelería Santa Eugenia y la ONG del chef José Andrés, reparten 400 menús diarios.
Es la respuesta a las necesidades de los más vulnerables. A aquellos vecinos que nunca pensaron que lo perderían todo. El golpetazo del coronavirus les ha dejado sin nada. La solidaridad de su barrio les ayuda a salir adelante.