Los bebés 'reborn', la mejor terapia para los enfermos de Alzheimer: "Los conectan con su entorno"

La Residencia San Juan de Dios de Sevilla usa bebés hiperrealistas como tratamiento para personas que padecen deterioro cognitivo
Este centro ha comprobado que, además, son beneficiosos para trabajar campos como el afectivo, el funcional y la motricidad de los mayores
"No es que tratemos a los abuelos como niños, sino de que les damos un rol de cuidadores”, dice a NIUS la psicóloga Ana Belén García
'Pobrecito, el pequeño está llorando. ¿Tendrá hambre?' El pequeño, como lo llama una de las abuelas, es uno de los cinco bebés hiperrealistas, o babies reborn, que hacen la vida más fácil a los internos de la Residencia San Juan de Dios, de Sevilla. Los sentimientos de bienestar de estas personas con necesidades de unos cuidados especiales han ido en aumento desde que, hace unos cinco meses, los cogen entre sus brazos como terapia.
Hablamos de enfermos que sufren trastorno del estado de ánimo, estados de agitación, deambulación errante, deterioro cognitivo, demencias degenerativas… Para todos ellos, estos bebés fabricados artesanalmente son "un instrumento extraordinario de mejora", resalta para NIUS Ana Belén García, neuropsicóloga de este centro situado en pleno casco antiguo hispalense.

"Es sorprendente ver a mayores con un Alzheimer avanzado, en fase de mutismo, en su propio mundo, a los que les entregas el bebé y empiezan a mecerlo, a acariciarlo, a decirle piropos, a cantarle… Es un medio para conectarlos con el entorno", recrea, emocionada, Ana Belén.
Es beneficioso para trabajar campos como el afectivo, el cognitivo y el funcional, alteraciones de conducta, episodios depresivos. La idea primaria, en cualquier caso, era la de incidir en lo afectivo y emocional "de una manera diferente", dice la responsable de la terapia: "era una alternativa, otro medio más para lograr el fin que pretendíamos".
No sólo se quedan ahí sus beneficios. También se ha demostrado que los babies reborn son "muy buenos a nivel funcional, en relación a trabajar las capacidades de nuestros mayores, su destreza, y la motricidad fina y gruesa de sus dedos y sus manos". Así lo destaca Beatriz Gómez, terapeuta ocupacional de la residencia.
Cada residente hace una interpretación libre de lo que tiene en sus manos, nosotros no les decimos si son muñecos o son bebés", dice Ana Belén García
En este sentido, las diferentes tareas que proponen a los residentes son "cambiar de ropa a los muñecos, siempre acorde al tiempo en el que estamos. Es decir, si hace frío se les pone más abrigaditos. Así abordamos también la orientación en el tiempo". "Es muy bueno para la movilidad de los dedos", afirma Beatriz, "que abrochen y desabrochen los botones, les pongan patucos, gorros o lacitos. O les cambian el dodotis y les den el biberón".
Se trata, en definitiva, de que estas personas interactúen, aunque haciendo cada uno "una interpretación libre de lo que tienen en sus manos, porque nosotros no les decimos si son muñecos o son bebés. Hay algunas que se creen que son un bebé de verdad. Pero hay otros que, a pesar de que saben que son un muñeco, los quieren coger".

Hay un asunto que Ana Belén quiere dejar claro: "no se trata ni de infantilizar, ni de que se vea que tratamos a los abuelos como niños. Ni muchísimo menos. Se trata de darles un rol de cuidadores". Algo que explica Beatriz: "cuando eran más jóvenes, ellos cuidaban de sus hijos, nietos o sobrinos, incluso de sus animales. Pero ya todo eso lo han perdido. Ahora, con estos bebés pasan de ser personas cuidadas a ser, otra vez, cuidadores. Y se sienten protectores y responsables de ellos".
La relación que se crea entre los abuelos y los muñecos es tanta que los trabajadores le sacan más beneficios de los planteados al principio. "Aprovechamos que los residentes nos empiezan a contar la historia que presuponen que puede haber detrás del bebé: tiene hambre, le voy a dar de comer, dicen por ejemplo. Y nosotros tiramos de ahí para trabajar el lenguaje, para preguntarles y así ejercitamos la memoria de los abuelos. Vas entrando en un juego que es muy versátil".
Baberos y patucos para los bebés
La implantación de esta terapia está resultando todo un éxito. De las 80 personas residentes, ya se benefician de ella unas 25. Incluso, aquellas con una mayor autonomía también muestran mucho interés por estos nuevos compañeros de hogar, y colaboran haciéndoles baberos, patucos o vestiditos.
"Tampoco vamos a mentir y no vamos a decir que todo esto haga milagros. Pero que una persona en un estado de agitación se calme cuando le pones un bebé entre sus manos, que se tranquilice, eso es impagable", concluye Blanca. Coincide con Beatriz en lo gratificante de los resultados que están obteniendo y en las caras de felicidad que ponen en sus familiares cuando van a visitarlos, "porque se alegran por encontrarlos más activos, más despiertos".