Cuestión de calendario: el móvil y el ordenador amenazan a los tradicionales almanaques de papel

Los calendarios publicitarios están dejando paso a los personalizados
Muchos comercios han dejado de regalarlos a sus clientes en estas fechas
A las nueve de la mañana, en la Venta Ramírez, los agricultores de la comarca gaditana de la Janda, toman un café, a caballo entre un año que acaba y otro que empieza. Son, muchos de ellos, gente mayor, a los que no sorprende el muro de calendarios de 2020 que empapela toda una pared de la venta. Hablan del tiempo que vendrá, a la par que hacen publicidad de las empresas de los polígonos industriales cercanos.
"Las empresas de aquí me los traen para que los ponga y la gente los vea todo el año", dice su propietario, Cristobal Ramírez. "Además regalo calendarios para el frigorífico, con un imán, que se pegan en las puertas. Hago unos 300, me cuestan 250 euros".


Dicho y hecho. Al otro lado de la barra, Pedro que ya anda por los 69, recoge su calendario imán para orientarse en el nuevo año. "Los calendarios que me dan los cuelgo en casa, por si hay que mirar alguna fecha o algún festejo" cuenta, mientras a su lado un joven entra en la conversación. "Tengo un negocio de bicicletas y allí tengo un calendario físico para anotar los eventos, pero en mi vida particular ya no los uso. Hay calendarios virtuales en el móvil más cómodos", señala.
Como los años, hay mundos que se acaban y mundos que empiezan. Nuestro próximo protagonista colecciona calendarios desde muy joven, compra algunos en Cádiz, aunque vive en Salamanca. Desde allí explica por teléfono como llegó a poseer una enorme colección de ellos.

"Yo he llegado a tener más de seiscientos mil calendarios, montones de cajas, pero ahora se hacen muchos menos"
"Tenía de todo, calendarios de paisaje, chistes, escudos heráldicos, había muchísimos, yo he llegado a tener más de seiscientos mil calendarios, montones de cajas, pero ahora se hacen muchos menos", dice Javier Amor. "En los de papel podías apuntar las cosas. Yo estaba interno en un colegio e iba tachando en ellos los días que e faltaban para las vacaciones. Todo eso se va perdiendo".
Y es que el mundo digital, y la pasada crisis económica están poniendo en peligro una costumbre de décadas. Cuatro generaciones han pasado por una imprenta gaditana que, paradójicamente, se llama Imprenta Nueva. Desde su fundación han hecho calendarios. Los nuevos tiempos se notan. "Todas las empresas hacían calendarios" cuenta José Gómez, padre de las actual propietaria. "Se movía un volumen importante a final de año, y eso ha cambiado radical".

Tanto, explica su hija, que han tenido que reinventarse. "Ahora los calendarios que más se venden son los personalizados. Muchos con las mascotas de quienes los encargan. Un mes aparece el perro, el siguiente el perro con el hijo...es muy personalizado. También pequeños de imán, con una foto de los nietos para la abuela...".
"Ahora los calendarios que más se venden son los personalizados. Muchos con las mascotas de quienes los encargan. Un mes aparece el perro, el siguiente el perro con el hijo...es muy personalizado".

El móvil está ganando la partida entre los más jóvenes. "El calendario lo llevo en el móvil", muestra Adrián el suyo. "Es más, yo me apunto las citas que yo tenga en el calendario del móvil. El papel lo he perdido". A su lado, asiente Antonio. "Con el móvil, como el calendario viene instalado en ellos, ya es verdad que poco papel se ve. Ya como yo digo lo tienes todo. Te recuerda las cosas, el día tal de enero es el cumpleaños de mi padre, y el móvil te va avisando, ¿sabes?". Y apura una cerveza junto a su amigo, a caballo entre una año que se va y otro que llega.