El calvario de Olga: su marido se llevó a su hijo y ahora no tiene dinero para ir a buscarle

Donald, el padre de John, se llevó al niño a Estados Unidos en el verano de 2018 y Olga no ha vuelto a verle
La justicia estadounidense le ha dado la razón: Donald debe entregarle al niño el 20 de diciembre
El proceso le ha costado 300.000 euros y ahora tiene dificultades económicas para ir a buscarle
Olga está atrapada entre la esperanza y la desesperación. Esperanza porque la justicia le ha dado la razón y le permite recuperar a su hijo. Desesperación porque ir a por él le va a costar unos seis mil euros que no tiene. John, de nueve años, está en Estados Unidos, retenido por su padre -e incomunicado con su madre- desde hace año y medio.
La historia comienza en 2010, cuando el matrimonio de Donald, estadounidense, y Olga tiene al pequeño John. Donald es abogado en EE.UU., y se mudan allí. En 2014 se separan, Olga consigue la custodia total del niño y decide volver a España. Donald vuelve con ellos.

En el verano de 2018 el padre se lleva al niño de vacaciones a Torrevieja. "Yo hablé con mi hijo todos los días. Todos, hasta que uno de ellos el móvil de Donald aparece apagado. Al día siguiente, igual", recuerda. Y desde entonces, hasta hoy. Año y medio sin hablar ni ver a su hijo.
Donald no devolvió a John a su madre en agosto de 2018. Ella le localizó en EE.UU contratando un detective privado.
A través de un detective privado en Estados Unidos consigue localizar al niño y al padre. Han vuelto al pueblo de Donald. Y él la ha denunciado por secuestrar al niño. Olga se convierte, según la legislación estadounidense, en una prófuga de la justicia, y si pisa suelo americano pueden detenerla. Su caso recuerda al de María José Carrascosa, la abogada valenciana que pasó años en la cárcel en EE.UU. por un litigio sobre la custodia de su hija.
Con una sentencia española en la mano ("que tardó 13 meses en dictarse", se queja Olga) la madre interpone una demanda de restitución del niño en Estados Unidos. Un proceso en el que se ha gastado más de 300.000€, "hipotecándome de por vida", dice Olga "y pidiendo dinero a todo el mundo".
Por fin, el 21 de noviembre, un juez le da la razón: Donald debe devolverle el niño a su madre el 20 de diciembre a las 9 de la mañana. La alegría fue inmensa para esta secretaria de dirección: John pasará las navidades con ella en casa. Pero aún le quedan escollos que superar:
- Debe reunir los seis mil euros que puede costarle el viaje de su hermana y su sobrina (ella sigue sin poder viajar a Estados Unidos porque su marido la ha denunciado y hay riesgo de que la detengan al pisar suelo americano). "Mi tía me ha prestado 3.000€, mi padrino 500€, y la Asociación Niños Sin Derechos va a recoger dinero también para ayudarme", dice emocionada Olga.
- John tiene el pasaporte caducado, así que hay que hacerle un visado presencialmente en el consulado de España en Carolina del Norte (donde vive), "en fechas próximas a vacaciones de Navidad, me han avisado en el consulado. Lo que puede retrasar los trámites y que mi hijo tenga que quedarse allí más tiempo", se preocupa Olga.
Así que Olga se debate estos días entre los nervios de poder abrazar de nuevo a su hijo y el miedo de que ese momento se retrase. Pero al menos ella tiene a la justicia de su parte, y es cuestión de tiempo que su hijo vuelva con ella. Muchos otros padres no tienen la misma suerte.
La dificultad de los datos
En España hay, según datos del Centro Nacional de Desaparecidos, unos 3.000 niños secuestrados por alguno de sus progenitores desde 2010. Esto significa unos 300 cada año. Uno al día.
- El año pasado se contabilizaron 320 secuestros parentales en España.
- Una investigación del Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados revela que el 73% de los secuestros parentales lo realizan las madres.
- La Asociación Niños sin Derechos Contra la Sustracción Parental afirma que la tasa de reposición, es decir el porcentaje de niños que vuelven con sus padres o madres cuando los secuestra su otro progenitor, es del 12%.
En España sólo es delito la sustracción de un menor por parte del progenitor que no tiene la custodia. Si se lo lleva el que tiene la custodia, o incluso uno de los dos que ostenta la custodia compartida, sólo se le puede perseguir por incumplimiento del régimen de visitas, o buscar fórmulas para imponerle sanciones administrativas.