Dos claves para huir del calor: el aislamiento y el color

Investigadores de la Universidad de Sevilla comparan dos fachadas gemelas construidas con distinto material para ver la radiación que absorben los edificios
En lugares cálidos como el sur o el mediterráneo el sobreaislamiento puede ser un enemigo por la noche
Con cámara en mano Juan Luís León, arquitecto sevillano, nos enseña a golpe de flash por donde el calor se cuela en el interior de una casa. “En la cámara vemos colores más oscuros que indican menos temperatura y las más claras que indican calidez”, añade mientras comenta la importancia de los materiales a la hora de diseñar la construcción un edificio y de rehabilitar los que ya están en pie.
España es un país de edificios ancianos: el 50 por ciento de los bloques fueron construidos antes de los 80, por lo que carecen del aislamiento necesario para cumplir los cánones de eficiencia energética.
La imagen se convierte en un termómetro
El profesor Lleva en sus manos una cámara termográfica, con la que realiza este estudio y capta imágenes térmicas para analizar el comportamiento de las viviendas frente a la radiación. “Es como tener en cada píxel de la imagen un pequeño termómetro y así sé que temperatura superficial tiene”, explica.
El color es primordial y una buena elección puede hacer que entre una fachada y otra haya 10 grados de diferencia. Por eso es tan típico ver en zonas cálidas como Sevilla fachadas blancas y en las ciudades del norte de España tonos más ocres.
La absorción de calor cambia según los materiales de construcción
Esta investigación llevada a cabo por la Universidad de Sevilla (US) comenzó hace 5 años. En el patio del Centro Internacional de Doctorado, los arquitectos descubren en cada foto los beneficios y las incomodidades de los materiales. Para ello tienen montada la simulación de dos viviendas de similares características estéticas pero construidas con diferentes materiales.
Una es de construcción tipo años 60. Hoja de ladrillo de medio pie, cámara de aire y de nuevo otro tabique y otra igual pero con un aislante más actual. Ambas blancas, con las mismas ventanas, pero solo una de ellas tiene SAT. Así se denomina al sistema de aislante térmico que prepara al edificio con un protector que se coloca delante de la fachada para que no deje pasar el calor. Un revestimiento capaz de conseguir que se reduzca la temperatura interior hasta 5 grados.
Pero ese mismo aislante puede ser un arma de doble filo. “Ahí vienen a veces los problemas si no se siguen una serie de recomendaciones” señala León. Porque la normativa europea y española apuesta por el sobre aislamiento de los edificios en la arquitectura moderna “pero al igual que ese aislante impide que entre la radiación térmica, si el calor entra es más difícil que luego salga por la noche”, señala.
La importancia de las soluciones tradicionales contra el calor
Para evitarlo es tan importante los materiales con los que se construye como luego una buena adaptación del resto de elementos. La estrategia que el profesor recomienda es la de cerrar persianas y poner protectores solares como puede ser un toldo “proteger la casa como se protegen las personas” afirma. Con la barrera de protección (SAT) si se mantienen ventanas abiertas y entra el calor, por la noche la vivienda está más caldeada y no deja que salga con tanta facilidad.
Para poder controlar todo eso, cámaras termográficas como la que usa Ángel Luis en su estudio hacen descubrir a los investigadores lo que el ojo humano no ve. El lugar por donde por donde se disipa la temperatura.