Los narcos de Almería sofistican las plantaciones de marihuana con el control remoto y la música

La Guardia Civil detecta un incremento en el uso de la tecnología en los cultivos de marihuana
Las vigilancias de los 'huertos' se realizan a través del 'smartphone', que también controla el riego por goteo
Un coche de la Guardia Civil patrulla el mar de plástico almeriense. Los agentes han estrechado el círculo en torno al cortijo Las Norias, en Níjar, una zona de invernaderos cercana a las playas paradisíacas de Cabo de Gata. En uno de ellos, la operación Alcantha destapa un cultivo de marihuana oculto con más de 40.000 plantas.
Lo que más llamó la atención de los agentes fue, sin embargo, otro detalle. Ahumadores, inhibidores de olor y maquinaria para la extracción y tratamiento de cogollos de marihuana. La operación Alcantha fue el germen de una sofisticación que hoy alcanza dimensiones nunca antes vistas. Corría octubre de 2017.
Domótica para controlar los cultivos a distancia
Dos años después, la Guardia Civil asume lo que ya es una realidad. En poco tiempo, la carrera entre polis y cacos ha alcanzado una velocidad estratosférica. Los agentes intensifican su vigilancia y actuaciones, mientras los narcos implementan la tecnología al servicio de la sociedad en sus oscuros negocios. El último paso de este sprint trepidante llega con la domótica: la automatización de los cultivos de marihuana
David Domínguez, agente del cuartel de la Guardia Civil de Almería, confiesa que nunca se habían topado con una plantación como la última desarticulada esta misma semana en Adra.
Allí, la incautación de 900 plantas y la detención de tres personas deja al descubierto todo un sistema de tecnología punta que permitía el control totalmente remoto de la instalación.
“A través de diversas apps móviles pueden controlar de manera remota prácticamente todo”, confiesa este agente. Sin salir de casa, los narcos del cannabis ya son capaces de todo. Controlan el riego por goteo, instalan circuitos cerrados de vigilancia cuyas cámaras visionan desde sus smartphones e incluso controlan la energía sin moverse del sofá: “Pueden apagar y encender la luz con una app”, relata David.
Los narcos quieren hacerse invisibles
La detección de estos espacios se torna cada vez más complicada para la Guardia Civil. Los narcos intentan hacerse invisibles, pero aún no son capaces de borrar ciertas huellas que va dejando la marihuana a su paso. “Las llamadas de los vecinos y el fuerte olor siguen siendo nuestras principales pistas”, afirman desde el Instituto Armado.
Con ello, han tenido que intensificar el rastreo y vigilancia de las naves, y es que lo que antes delataba un enganche ilegal a un poste de la luz, ahora hay que husmearlo por otro lado. “Ellos, aún así, tienen que ir a las plantaciones para revisar las instalaciones periódicamente”, asegura David, este agente almeriense que admite haber presenciado un repunte notorio en el negocio ilegal del cannabis en el último año.
Música para las plantas
Quienes controlan las plantaciones de marihuana indoor no son ajenos, ni mucho menos, a las últimas tendencias en jardinería. El estupor se adueñó de David cuando, tal y como nos cuenta, presenció el registro de una nave entre notas de Mozart y Beethoven. Al otro lado, heavy metal para, supuestamente, conseguir que los efectos del cannabis se potencien. Todo vale para que sus plantas sean las más buenas, bonitas y baratas.
Un mal endémico
España es el país de la Unión Europea en el que más cannabis se incauta: 152 toneladas según el Informe Europeo sobre Drogas de 2019. Nuestro país no es únicamente productor puntero de marihuana, sino también consumidor.
Según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas En España (EDADES), de 2017, el porcentaje de personas que han probado en los últimos doce meses la marihuana es del 11%. Si hablamos de la cifra de personas que la han probado alguna vez a lo largo de su vida, el porcentaje se dispara hasta el 35%. Consumirla y producirla es más barato, en nuestro país, en comparación con otras drogas como el propio hachís o la droga sintética. Además, la venta de sus semillas no está prohibida, pues al no contener principio activo, su distribución no es ilegal. Todo ello ha convertido a nuestro país en un caldo de cultivo para consumidores, distribuidores y, sobre todo, productores.