Se cumplen diez años desde la última víctima mortal en los encierros de San Fermín

Daniel Jimeno, corneado en la curva de Telefónica el 10 de julio de 2009, fue el último corredor fallecido
16 personas han muerto por correr en los encierros de San Fermín desde 1910
1947 y 1980 fueron los años más trágicos con dos fallecidos cada uno
De blanco y rojo. Pamplona se tiñe con estos colores en San Fermín. Blanco, color sencillo y llano, y rojo, color vistoso, llamativo y que algunos atribuyen a la sangre del santo cuando murió decapitado.
Pero hay veces que ese rojo se transforma en negro. Es cuando los toros no perdonan, cuando los toros entran a matar y matan, cuando en el vallado la gente contiene la respiración y no se oye ni a un alma. Es cuando el bullicio y la alegría de la carrera se transforman en drama. Son segundos en los que la fiesta deja de serlo y la sangre ya no es la simbólica del santo sino la real de un mozo. Todo el mundo sabe que la muerte es parte de esta fiesta. Pero cuando llega, sabe amarga. Una década llevamos ya sin que aparezca. Aunque acecha, no entra en el recorrido, en esos 875 metros de carrera, en los que seis toros salvajes, seis cabestros, y alrededor de 2000 participantes desafían a la muerte durante unos 3 minutos.
Daniel, el último fallecido
Daniel Jimeno lo sabía. Sabía lo que era correr de delante de los toros en Alcalá de Henares, donde vivía. Y sabía lo que podía pasar. Contaba con ello. Por eso preparaba minuciosamente sus carreras. Nada de excesos la víspera y deporte durante el año. Era un corredor experimentado y profesional. Solo corría de lunes a viernes porque los fines de semana consideraba que eran peligrosos por estar masificados. Desde pequeño quería correr en Pamplona. La afición se la pegó su padre, también corredor. El 10 de julio de 2009 se convirtió en el último mozo que murió en unos sanfermines. Sucedió todo muy rápido, como suceden siempre las tragedias. El joven madrileño fue corneado en la curva de Telefónica. La víspera del fatídico día dio las buenas noches a su familia y les dijo que se acostaba pronto porque a la mañana siguiente iba a correr el encierro. No sabía que iba a ser el último. En el vallado de Telefónica hubo un momento de gran confusión. De repente, en medio de la muchedumbre, surgió Capuchino, 515 kilos de toro de la ganadería Jandilla. Casi sin darse cuenta le propinó una cornada rápida en el cuello. Un voluntario de la Cruz Roja le ayudó, pero Daniel ya estaba herido de muerte. Minutos después se convertía en la víctima mortal número 16 desde 1910.
Diez años después, su familia no guarda rencor a la fiesta. Los que han corrido delante de los toros en San Fermín tienen muy presente lo que puede pasar. Saben que pueden vivir la gloria del encierro o la cara trágica de la fiesta.
Los peores años
1947 y 1980 fueron los años más negros. Dos navarros, Casimiro Heredia y Julián Zabalza, fallecieron en el 47. En 1980 murieron también dos corredores, José Antonio Sánchez, natural de Navarra de 26 años y Vicente Risco, que había acudido a vivir la fiesta desde Badajoz. Tenía 29 años cuando murió. En 1995 quien se encontró con la muerte en los sanfermines fue un joven estadounidense, Mattew Peter Tassio y en 2003, Fermín Etxeberria, de Pamplona. Daniel, en 2009 cerró la lista. De momento.
Dentro del recorrido, la zona que se ha cobrado más muertes ha sido la plaza de toros donde, desde 1910, cinco corredores han muerto. Desde 2009 no ha habido más muertes. Diez años sin lágrimas. Sin corazones rotos, ni vidas destrozadas. Solo adrenalina y fiesta. Y parece que la alegría puede más que la tristeza. Que las ganas de vida, de vivir, de vivir la fiesta pueden con la tragedia. Pero no hay que confiarse. La muerte no ha llegado pero la lista de heridos y contusionados es más larga que la sombra de un ciprés en un cementerio.
Es cierto. Los toros solo, en ocasiones, matan. Sin embargo, muy a menudo, prácticamente cada día pueden cornear o pisotear. Es habitual que, tras los encierros, haya varios heridos por asta, golpes o traumatismos, algunas veces graves. En los últimos 39 años, 262 personas han sufrido heridas por asta de toro y 1188 han registrado traumatismos. El año más accidentado fue 1993 con 60 personas que necesitaron atención médica. A ellas habrá que sumar las que se produzcan en estos 8 días de fiesta y toros.
Tapones peligrosos
Y qué decir de las montoneras. Todavía tenemos en la retina aquel encierro del día 13 de julio de 2013. Se vivieron momentos muy angustiosos. Para los que estaban corriendo y para los que seguían por televisión. Una de las puertas de acceso a la plaza quedó abierta, reduciendo a la mitad el acceso de los corredores al ruedo. Se formó un enorme tapón humano. Cuerpos de corredores amontonados uno encima del otro, formando una pared humana. El incidente dejó 23 heridos, uno de ellos muy grave por sufrir traumatismo torácico y síndrome de asfixia.
El callejón siempre ha sido un lugar peligroso. La velocidad con la que llegan los mozos y la estrechez de la zona facilitan la formación de estos tapones humanos. Si echamos la vista atrás, los más viejos del lugar quizá recuerden aquel 7 de julio de 1922. Se estrenaba la plaza de toros. Los corredores cayeron amontonados en el callejón, taponando la entrada al coso. Los toros les pasaron por encima, dejando cien heridos.
Para evitar estas situaciones, tras la muerte de un joven en 1975, se habilitaron unas “gateras” en el callejón que sirven de refugio para los corredores. Sin embargo, esta medida no consiguió evitar que, en 1977, un joven pamplonés, José Joaquín Esparza, perdiera la vida cuando un cabestro le aplastó, causándole la fractura de una costilla que le seccionó la vena cava. Solo tenía 17 años.
Los nombres de los 16 fallecidos retumban siempre en la memoria de los corredores antes de que den las 8 y se lance el “txupin”. Después, solo adrenalina y toros. La fiesta tiene que continuar.
Ingresa en estado grave un corredor del encierro del miércoles
Un corredor del encierro ha quedado ingresado en estado grave en el Complejo Hospitalario de Navarra tras sufrir un golpe en la cabeza en el cuarto encierro de los Sanfermines de 2019. Se trata de un joven de 19 años, J.K., procedente de Portland (Estados Unidos), que ha acudido en taxi al Complejo Hospitalario de Navarra tras haber corrido el encierro y golpearse en la cabeza.
No ha sido valorado por ninguno de los dispositivos sanitarios durante el desarrollo del encierro y no recuerda el lugar donde se ha caído, aunque pudiera ser la calle Estafeta, según ha informado el Gobierno de Navarra. Su estado es grave y ha sido ingresado en la UCI. En el encierro de este miércoles otros cuatro corredores han sido trasladados al Complejo Hospitalario por diversos traumatismos, aunque tres de ellos ya han recibido el alta hospitalaria.