Un buen profesor en el instituto puede suponer un 10% más de salario en el futuro a sus alumnos


Un estudio calcula el impacto económico a lo largo de toda la vida laboral de tener los mejores profesores en secundaria
Ninguna medida, por muy costosa que sea, influye tanto como un buen profesor en el aula en los resultados de los alumnos: ni reducir las ratios, ni cambiar los planes de estudio, ni reorganizar el horario escolar, ni invertir en nuevas tecnologías
Un buen profesor no es solo esa persona que recuerdas toda tu vida, es también alguien que puede a la larga influir en lo que cobras. Según un artículo publicado en la Hoover Institution de la Universidad de Standford, el rendimiento académico de los alumnos repercute directamente en la economía global: tanto para encontrar un buen trabajo como para conseguir un buen sueldo. La cifra no es baladí: solo con que los estudiantes de Estados Unidos recortaran a la mitad la distancia que hay entre sus resultados académicos y los de los finlandeses –que tienen uno de los mejores sistemas educativos del mundo- se podría sumar más de 50 billones de dólares al producto interior bruto de la economía estadounidense entre 2010 y 2090, es decir, un promedio de más de 600.000 millones al año.
Y en todo este proceso, el papel de los docentes es clave. Ninguna medida, por muy costosa que sea, influye tanto como un buen profesor en el aula en los resultados de los alumnos: ni reducir las ratios, ni cambiar los planes de estudio, ni reorganizar el horario escolar, ni invertir en nuevas tecnologías. Nada como un buen docente. Tan importante es su rol, que en un año académico pueden conseguir que sus alumnos avancen en matemáticas y lectura desde medio año (lo mínimo) hasta un año y medio.
MÁS
Fuera de la escuela, si nos centramos en su futuro laboral, un estudiante de secundaria con unos resultados por encima de la media podría llegar a obtener ganancias de un 10% a un 15% más por año en los albores de su carrera laboral. Otros cálculos que toman en cuenta las ganancias a lo largo de toda la vida estiman aumentos de hasta un 20%.

En cuanto al crecimiento económico de un país, también influye la labor de un profesor: mejorar los logros repercute en trabajadores mejor preparados y un mayor crecimiento, y este crecimiento se traduce en niveles más altos de ingreso nacional.
Reemplazar profesores por otros
¿Qué sucedería si los docentes con el desempeño más bajo pudieran ser reemplazados por profesores promedio?, se pregunta el artículo. “El rendimiento de los Estados Unidos podría alcanzar el de Canadá y Finlandia si reemplazáramos con docentes promedio al 5% y al 7% menos efectivo de los profesores, respectivamente. Asumiendo la estimación del límite inferior del impacto de los docentes, el rendimiento de Estados Unidos podría alcanzar el de Canadá y Finlandia si reemplazáramos con docentes promedio al 8% y al 12% de los docentes menos efectivos, respectivamente”.
En la investigación se proponen varios enfoques para mejorar el desempeño de los docentes. Uno de ellos, mejorar el reclutamiento para que los maestros ineficaces o deficientes no lleguen a las escuelas. Otro sería mejorar la formación en las facultades de Educación con el fin de que el recluta docente promedio fuera mejor que el recluta típico de hoy.
Sin embargo, la estrategia dominante en la actualidad está dirigida a convertir a un mal maestro en un maestro promedio. La idea sería hacerlo a través de las tutorías a los nuevos maestros o con formación permanente tras la finalización de sus estudios de posgrado. “Una vez más, sin embargo, la evidencia existente no es muy tranquilizadora. Si bien tales esfuerzos sin duda ayudan a algunos maestros, no hay evidencia sustancial de que la certificación, la capacitación en el servicio, las maestrías o los programas de tutoría marquen sistemáticamente una diferencia en si los maestros son de hecho efectivos para impulsar el rendimiento de los estudiantes”, señala el artículo.
La gran apuesta es promover una evaluación constante de estos profesionales, con una política de reclutamiento, pago y retención de los mejores. “A los maestros que son excelentes se les tendría que pagar mucho más, tanto para compensar el nuevo riesgo de la profesión como para aumentar las posibilidades de retener a estos individuos en la docencia. Los que sean ineficaces tendrían que ser identificados y reemplazados. Ambos pasos serían políticamente desafiantes en un entorno fuertemente sindicalizado como el actual”.