Alexandre Sotelino, mejor profesor universitario: "Hay que descartar al que se hace maestro para ser funcionario"


Sotelino da clases en el grado de Pedagogía y en el de Maestro de Educación Primaria en la Universidad de Santiago de Compostela
"El desafío de los profesores está en hacer más real el aprendizaje: saber transmitir a los alumnos que lo que están aprendiendo es necesario y tiene una utilidad social"
"El futuro de la educación está en la vinculación entre centros y comunidades"
"La educación por la cabeza, la mano y el corazón". Esta frase del pedagogo clásico posilustrado Pestalozzi es una de las máximas que Alexandre Sotelino (Ourense, 1986) trata de inculcar todos los cursos a sus alumnos, futuros pedagogos y profesores de primaria. "Al final lo que nos está diciendo esta idea es que más allá de conocimientos, tenemos que aprender habilidades y a gestionar las emociones. Y que para aprender unas cosas u otras todo está relacionado. Es decir, no podemos aprender nunca bien si nuestro estado emocional no es adecuado", reconoce.
Sotelino ha sido elegido el mejor profesor universitario de España por los premio de Educa Abanca, algo así como los Goya de la educación. Unos galardones donde son los propios alumnos los que votan al mejor docente a través de un formulario de Internet, aunque es finalmente un comité de expertos el que selecciona al mejor.
Licenciado en Pedagogía y doctor en Educación, Sotelino da clases en el grado de Pedagogía y en el de Maestro de Educación Primaria en la Universidad de Santiago de Compostela.
Pregunta. ¿Qué hace usted para que le hayan elegido el mejor docente?
Respuesta. Lo que hago es intentar reinventarme, aprender mucho de otros compañeros que hacen proyectos increíbles y tratar de llevarlo a mi aula. De formación, soy pedagogo, por lo tanto, me gusta todo lo que tiene que ver con nuevas metodologías y con formas de trabajar diferentes para aprender a enseñar más y mejor. Va muy ligada mi docencia a mi profesión y a mi investigación. Mi forma de trabajar diaria es variable y está en función de los objetivos que quiero conseguir. Lo que hago es aplicar diferentes recursos y metodologías de todo tipo.
P. Enseñar a ser profesor de primaria, como usted hace, es una verdadera responsabilidad.
R. Formar educadores hoy en día con los desafíos que plantea el futuro, que no son para nada sencillos, es también un reto para los que estamos al otro lado, en la Universidad. Hay que estar a la altura para que los egresados de las facultades de educación tengan la mejor formación, la más rigurosa, pero, al mismo tiempo, que puedan adaptarse a los tiempos que vengan.
P. ¿Por qué cree que la profesión de docente no está tan bien valorada por la sociedad como en otros países, como Finlandia, donde son verdaderos pilares?
R. Creo que hemos sufrido un retroceso en esta cuestión. Sí que es cierto que los docentes pasaron en su día de ser fuerzas vivas, personas de referencia en algunas comunidades junto con otros agentes, para caer en justamente lo contrario. Yo soy optimista y creo que se está recuperando la figura del docente como una persona de prestigio, de referencia social. Los profesores se lo están ganando a pulso con su trabajo. Durante el confinamiento, los profesores han estado al nivel y han demostrado una vez más que son unos profesionales como la copa de un pino.
P. ¿Se nota ya desde las facultades de Educación?
R. Sí. Notamos cómo vuelve a haber una demanda importante de los estudios de Maestro o de Educación Social o Pedagogía por encima del número de plazas que se ofertan. Durante los últimos cinco años, las notas de corte de las facultades de Educación han sido cada vez más elevadas. Y esto indica el interés que hay por estudiar este tipo de titulaciones. Al final no están llegando a nuestras facultades gente que viene de otras titulaciones o rebotados sino alumnos que han elegido de primera opción estos estudios y con una motivación de partida importante.
P. ¿Vienen bien preparados del Bachillerato?
R. Por lo general, sí. Vienen con ganas, que para mí es lo principal. Una persona que tiene interés por aprender tiene ganado más del 50% de la materia. Es cierto que en los últimos dos cursos, en la etapa posconfinamiento, sí hemos notado que la capacidad de relación, participativa y de actuar en el aula de los estudiantes ha sido diferente porque no han tenido la oportunidad de hacerlo en Bachillerato.
P. ¿Qué le parece la propuesta de hacer una prueba específica a los alumnos que quieran acceder al grado de Magisterio?
R. Me parece muy pertinente y relevante que se pueda hacer. Estas pruebas no tienen que medir conocimiento sino actitudes hacia la educación y compromiso con una educación de calidad. Lo que tenemos que descartar son personas que entran en la titulación con motivaciones ajenas al ámbito educativo. Es decir, que entran en la carrera de Maestro para convertirse en funcionarios y vivir de una manera holgada. Lo que queremos es que los que entren en esta titulación lo hagan con una motivación vinculada al mundo educativo para que luego desarrollen su profesión de la mejor manera y no solo por cumplir estándares.
P. ¿Está de acuerdo con eso que tanto se repite de que los profesores de primaria tienen una buena formación en didáctica pero mala en contenidos, al revés de lo que les pasa a los de secundaria?
R. Yo creo que para nada. El profesorado de primaria tiene una formación importante en la parte didáctica pero también de contenidos propios de la materia. Durante toda la carrera estudian didácticas específicas, es decir, cursan materias vinculadas a matemáticas, a lengua, a ciencias sociales y su formación y bagaje es bueno. El profesorado sabe mucho más de lo que está impartiendo. El desafío de los profesores está en hacer más real el aprendizaje: saber transmitir al alumnado que lo que están aprendiendo es necesario y tiene una utilidad social. Yo, por ejemplo, he aprendido sintaxis de una manera memorística y mecánica pero sin saber muy bien para qué me iba a servir. Cuando terminada la carrera me puse a escribir un trabajo de investigación o tesis doctoral, me di cuenta, entonces, que la sintaxis era importante para darle coherencia al texto.
P. La apuesta del Ministerio de Educación es que en las aulas se imparta una enseñanza más de habilidades que de contenidos. Pero eso significa una colaboración total del profesorado para ponerlo en marcha. ¿Están preparados para hacerlo?
R. Al final lo que se pide es que lo que se aprenda se pueda poner en práctica. El profesorado va a tener que hacer un esfuerzo importante en esta parte de contextualizar el aprendizaje. Pero el docente no es ajeno al lugar donde vive. Tendrá que poner otra mirada sobre su entorno, darse cuenta que su centro está enmarcado en un lugar, tiempo y casuísticas concretas y ver más allá. Para mí el futuro de la educación está en la vinculación entre centros y comunidades. Es decir, hacer más actividades en colaboración con entidades, ayuntamientos o plenos, hacer más visitas, conocer más dónde estamos viviendo. Hay que salir más del aula y dejar que entre más gente al centro. Eso es lo que nos va a causar un impacto emocional en nuestras vidas y lo que va a hacer que aprendamos de una manera más contextualizada.