El infierno de dar clase con las ventanas abiertas y una autopista al lado: “No escuchamos al profesor”

Alumnos del IES Chapela de Redondela (Pontevedra) han grabado un vídeo para denunciar la contaminación acústica que sufren en el aula
La ventilación obligada por el coronavirus les deja expuestos al ruido ensordecedor que provocan coches y camiones
La comunidad educativa pide a la concesionaria de la vía que cumpla la normativa y coloque pantallas acústicas para reducir el ruido
Con ansiedad, dolores de cabeza y pitidos en los oídos. Así dan clase profesores y alumnos del IES Chapela, situado en Redondela (Pontevedra). En este centro llevan treinta años padeciendo las molestias que les ocasiona el tener una autopista de seis carriles justo al lado. A solo diez metros de sus ventanas.
Ya antes de la llegada del coronavirus, el sonido de los coches y de los camiones era una molesta banda sonora para estos alumnos. Pero con la pandemia y la obligada ventilación, la situación se ha vuelto insostenible. Los adolescentes dicen no aguantar más. Porque no escuchan las explicaciones de los profesores. Ni, tampoco, las dudas que plantean sus compañeros. Y lo peor, esa contaminación acústica a la que se exponen a diario les está afectando a la salud. “Me agobia mucho que el ruido intervenga en la clase. Lo que siento, sobre todo, es ansiedad por no poder hacer nada para detenerlo”, comenta Adrián Veiga, uno de los alumnos.
Los que más sufren el ruido son los compañeros que intentan seguir el hilo de las clases pegados a las ventanas. También, los que se sientan en las filas del fondo. “Lo peor es a primera hora de la mañana, porque es cuando hay más tránsito de coches y de camiones. Es ensordecedor, no escuchamos al profesor”, asegura Anxo Prieto, otro alumno.

Los chicos dicen que, en ocasiones, la exposición constante al ruido les genera dolores de cabeza, pitidos en los oídos y hasta mareos. “La clase es grande y el eco rebota en las paredes, lo cual lo hace más insoportable”, añade otra alumna. Para denunciar el martirio que están viviendo este curso, algunos alumnos de este centro han grabado un vídeo dentro de un aula, en silencio. Y es muy ilustrativo: porque en él se escucha de todo, menos eso.
Profesores con las cuerdas vocales al límite
El ruido no sólo perturba a los alumnos. Las dificultades acústicas y las mascarillas están generando problemas de voz a los profesores. “Tienes casi que gritar para que te escuchen, además de asegurarte constantemente de que todos te están escuchando. Te pasas la clase repitiendo a unos lo que dicen los otros”, cuenta Rocío Alonso, una docente. Una situación agravada, además de por los tapabocas, por las distancias entre las mesas. Muchos de ellos ya han optado por dar las clases con un micrófono y altavoces.

La autopista que provoca el runrún incesante es la AP-9, la principal vía de comunicación de Galicia. Los seis carriles que pasan al lado del centro soportan una media de más de 3.000 vehículos cada hora. “Dar clase en estas condiciones es una vergüenza que llevamos soportando treinta años. Estamos cansados de pedir a las administraciones públicas y a la concesionaria que lo solucionen”, manifiesta Miguel Pérez, director del centro. Piden que se coloquen unas pantallas acústicas. Con ellas podrían mitigar buena parte de ese molesto sonido ambiente.