Paola de la Cruz, la mejor profesora de Infantil: "A los niños hay que enseñarles a ser buenas personas"


"Un buen docente ante todo tiene que tener una característica, y esa es el respeto"
"No hay una sola conducta en la primera infancia que no esté relacionada con algo que el adulto no esté gestionando"
Paola de la Cruz, 40 años, jugaba ya desde pequeña con un gato a ser profesora. "Tuve una infancia difícil en la que pasé hambre y frío pero mis padres se empeñaron en que estudiara", asegura. Y así lo hizo. Desde hace 17 años se dedica a la educación infantil. En la actualidad, es la coordinadora pedagógica de las escuelas infantiles concertadas de 0-3 años DinoSchool en el Vedat de Torrent y Urban DinoSchool en Benimaclet, ambas en Valencia. Recientemente ha sido elegida la mejor docente de España de 2020 en la categoría de Educación Infantil por los galardones Educa Abanca, considerados los 'premios Goya' de la Educación.
Pregunta. ¿Por qué crees que te han elegido?
Respuesta. Son muchos años de trabajo y muchos años de formación al profesorado, al futuro docente en el que hago un trabajo de comunidad educativa en el que soy muy peleona, en el que siempre reivindico ese respeto a la infancia, esa escuela libre, creativa, con la puerta totalmente abierta, y en la que he conseguido que las familias entiendan de forma natural que sin ellos no es posible acompañar en el proceso de aprendizaje de sus hijos. Lo más importante que tenemos nosotros en las escuelas son los hijos de otros seres humanos, entonces deben participar de forma activa. Que las familias sepan lo que significa educar y que lo hagan con nosotros de la mano hace que ellos entiendan el valor que tiene ese trabajo.
P. Sin embargo, muchas veces las familias no se implican tanto. ¿Puede un niño avanzar en la escuela si no hay un apoyo de los padres?
R. Este apoyo es indispensable. Si las familias desconocen o no son activas en los centros escolares, a lo mejor es porque no les hemos abierto la puerta. La realidad es que a día de hoy pocos centros abren sus puertas al cien por cien a las familias porque es verdad que las escuelas deben estar preparadas en una serie de contextos para que las familias participen. Lo más importante, el respeto, la anticipación, el hablar desde abajo, el que siempre haya un lenguaje positivo para que las familias puedan entender que también forman parte de ese proceso y que puedan aprender con nosotros otras maneras de educar y de acompañar a sus hijos.
P. ¿Qué significa ser una buena profesora de infantil?
R. Un buen docente en cualquier etapa, pero especialmente en infantil, indiferentemente de las carreras, de los idiomas, de los másteres y de todo lo que pueda tener, ante todo tiene que tener una sola característica y esa es el respeto. Si fundamentas todo el proceso de acompañamiento en base al respeto, podemos entender los procesos de desarrollo, las necesidades de los niños y las niñas, escuchar y saber lo que necesitan. Nos permite ser docentes conscientes, preparados para acompañarlos, entender su desarrollo natural, que nadie es igual y que son las competencias del docente las que se deben adaptar a la pluralidad, a la infancia de colores, a las características de cada uno de los niños y las niñas. Además, tiene que tener habilidades sociales, emocionales, un alto grado de humanidad. Si un docente no es feliz en su faena cómo va a hacer que otros pequeños seres humanos entiendan qué es ser un buen ser humano.
P. ¿Por qué la educación infantil es una etapa clave en la formación de un niño?
R. Porque los primeros seis años de un niño son vitales. Es el momento de más evolución a nivel motor, cerebral, pedagógico, del lenguaje. Todo lo que se va a utilizar en un futuro se aprende en la infancia.
P. ¿Qué se le enseña a un niño de 0 a 3 años?
R. A ser un buen ser humano, a empatizar con los demás iguales, a entender el dolor, la emoción, a saber qué es lo que le pasa, a ponerle nombre a las emociones para que luego tenga recursos de autoregulación en un futuro. En la primera infancia somos seres humanos emocionales y el trabajo es que entiendan las emociones y las reconozcan para que puedan empatizar con las de los demás. También se les enseña a ser autónomos, a aprender a vivir el mundo... y luego añadimos contextos curriculares.
P. ¿Cómo organizáis las clases en tus escuelas?
R. Es una escuela que permite el movimiento libre, con unas pautas. No confundir crianza respetuosa, con movimiento libre, con una escuela para niños cabras y profesoras hippies, no tiene nada que ver. Al contrario, requiere de muchas más habilidades, de una disciplina positiva que dice lo que es negociable y lo que no. El día a día se transmite con libertad, con alegría, con pautas muy claras en los que ellos de forma autónoma desarrollan su día a día. No hay intervención adulta en el proceso de autonomía, ni en el de acompañamiento a la hora de la actividad. La actividad es una invitación a que cada uno ponga sus habilidades y sus dones. Se basa en el arte, en la música, en la danza creativa, en que el material que proporcionamos a los 'nanos' sea tan rico para que de forma individual cada uno exprese su yo interior.
P. Y con un niño difícil ¿Cómo se trabaja con él?
R. Toda conducta en la primera infancia tiene un por qué. Otra cosa es que el docente esté competentemente preparado para saber cuáles pueden ser los posibles orígenes. Si un niño muerde, puede ser por varios aspectos: porque tiene una falta de lenguaje, una frustración, está en un momento en el que le están saliendo los dientes, no sabe comunicar, le falta desarrollo sensorial… Pero todo tiene un por qué. No hay una sola conducta en la primera infancia que no esté relacionada con algo que el adulto no esté gestionando. Todo tiene una razón, un origen. Y esto se hace desde una observación activa, desde el respeto, desde la escucha activa, desde la pauta, desde el qué necesitas, cómo te puedo ayudar…
P. Y ¿Cómo se consigue lo mejor de un niño?
R. Desde la escucha. Desligándonos del papel de adulto que hemos venido adoptando desde hace décadas, en el que entendemos que educar es transmitir. Y educar es experimentar. Y la experiencia solo se consigue si lo haces en primera persona, si lo hace uno. Entender que el proceso de aprendizaje, de desarrollo, de acompañamiento es un proceso de humildad en el que el adulto es el puente entre los recursos y las habilidades del niño para que desarrolle sus propios aprendizajes. Hay que desligarse de ese concepto caduco donde nos relacionamos con la educación comercial y queremos que los niños cumplan un canon como si habláramos de un producto donde valoramos el proceso de aprendizaje de un niño del 1 al diez. Realmente lo que deberíamos valorar del 1 al diez son las competencias que tiene el educador para las necesidades actuales.
P. ¿Hay diferencias entre niños y niñas en esta etapa?
R. No, la diferencia es evidente cuando el adulto hace que lo que es natural sea diferente. No hay diferencias. Son niños y niñas. Todo lo que se pueda pautar y ser diferente es porque el adulto ha transmitido ese mensaje.
P. ¿Se puede vislumbrar como será un niño de adulto?
R. Por supuesto. Las personalidades, las habilidades, las competencias, si el adulto es humilde, calla, observa y escucha se ve totalmente. Los niños tienen su propio yo. Sabes quién es extrovertido, introvertido… ellos siempre nos están transmitiendo un mensaje. El problema es que los adultos olvidamos hace mucho tiempo, con este invento de sociedad rápida, lo que significa escuchar y acompañar.