Santiago Miranzo, mediador escolar: "Los testigos del acoso deben diferenciar entre chivatos y valientes"


Mediador durante 18 años en un colegio, Miranzo es uno de los mayores expertos en resolución de conflictos a nivel escolar
"Hay una regla de oro y es que todo se puede malinterpretar en las redes sociales; no se puede prejuzgar"
"No podemos olvidarnos del acosador; él también es un alumno y necesita ayuda pedagógica"
Mediador escolar durante 18 años en el colegio concertado Padre Piquer en Madrid, Santiago Miranzo (1974, Olot, Girona) es uno de los mayores expertos en resolución de conflictos a nivel escolar. Doctor en Ciencias de la Educación, actualmente es profesor del máster en Mediación y Gestión del Conflicto de la Universidad Internacional de Valencia y en noviembre será director de otro máster de mediación escolar de la Universidad Europea de Madrid. Este lunes 2 de mayo se celebra el Día internacional contra el acoso escolar.
Pregunta. ¿En qué consiste exactamente la mediación?
Respuesta. La mediación es una manera de resolver los conflictos en la que todos ganamos y nadie tiene que perder. Al ser en el ámbito educativo es pedagógicamente adecuada porque permite entender que somos capaces de respetarnos, de entendernos y de resolver los conflictos sin utilizar la violencia.
P. Ponga un ejemplo de su trabajo.
R. Una vez medié un conflicto entre un tutor y un alumno de 15 años, que en junio cumplía los 16. Estábamos en marzo, y el alumno se estaba comportando mal en clase porque quería dejar los estudios y ponerse a trabajar. El tutor no podía más. Yo, como mediador, hablé con el tutor y con el alumno. Ambos se desahogaron de lo que pensaban el uno del otro y llegamos a un acuerdo de cómo sería la convivencia hasta que terminaran las clases para que el profesor recuperase la autoridad y el alumno pudiera sentirse también a gusto en en el colegio. Gracias a esa mediación, la convivencia fue mejor y el profesor pudo dar las clases sin problemas.
P. Entiendo que también hace mediación entre alumnos.
R. Sí. En este caso, yo he formado a mediadores, alumnos del colegio Padre Piquer o de cualquier otro colegio que me haya contratado, para que medien con sus propios compañeros. Después de dar unas sesiones a toda una clase sobre resolución de conflictos, preguntas a los alumnos que quién quiere formarse como mediador escolar. De los que levantan la mano, la tutora y yo escogemos a unos 8 o 12 alumnos, a quienes voy a formar como mediadores. En la hora de tutoría se vienen conmigo y les enseño habilidades sociales, escucha activa o las fases de la mediación para que sean ellos los mediadores con sus propios compañeros.
P. Cuando hacéis la selección para formar a los mediadores, ¿buscáis un perfil específico de alumno?
R. Algunos dicen que lo mejor es escoger a los que mejores habilidades sociales tienen. Yo no estoy de acuerdo con eso. En los 10 años que he estado aplicando programas, me he dado cuenta de que los que más aprenden y mejor experiencia se llevan de esto son los alumnos que formo como mediadores. Así que escojo a gente que represente a los distintos colectivos y sensibilidades que hay en la clase. Es decir, alumnos muy brillantes a nivel de notas; alumnos que suspenden; los que son líderes positivos para la clase, porque se llevan bien con todos; los que son líderes negativos, que llevan a la clase por donde no debe ir; alumnos de colectivos de inmigrantes… De esta forma, cuando llegan los conflictos y hay que mediar, pueden contar con sus compañeros. Lo más bonito del programa es cómo esos mediadores que empiezan llevándose mal aprenden a respetarse y a comportarse mucho mejor.
P. Cómo debe actuar un chico que es mediador?
R. Nosotros tenemos dos tipos de mediación, la formal y la informal. La formal es la que hacen con el coordinador de mediación informando que en el colegio hay un servicio de mediación. La informal está pensada para aquellos alumnos que no se atreven a denunciar que están siendo acosados. Los mediadores están preparados para que en los pasillos, en los patios, en las clases donde haya un conflicto aparezcan y hagan una mediación informal en ese momento para ayudar a resolverlo.
P. ¿Hay más conflictos ahora o hay los mismos que antes?
R. Han ido evolucionando. Cuando yo empecé la formación allá por el año 2000 no teníamos redes sociales y los móviles estaban empezando; la violencia era más física o social, de dejar alguien fuera. Desde que han comenzado las redes sociales, el ciberbullyng y el ciberacoso son las principales formas de acoso.
P. ¿Hay alguna máxima que un alumno mediador deba seguir ante un conflicto en redes sociales?
R. Ellos están formados para no criticar directamente por muy fuerte que sea lo que vean. No se puede responder rápidamente aunque algo que estás viendo te enfade porque alguien esté machacando a otro. Hay una regla de oro y es que todo se puede malinterpretar en las redes sociales; no se puede dar nada por hecho ni tampoco prejuzgar. Hasta que no se habla con la persona en directo, no se puede dar nada por hecho. Así se evita que los mediadores reaccionen visceralmente.
P. Muchas veces los conflictos entre alumnos los desconocen los profesores, ¿qué se puede hacer entonces?
R. Los mediadores están preparados para estar atentos a tres grandes aspectos a los que hemos puesto nombre de animales: búhos, delfines y camaleones. Los búhos tienen que estar mirando para detectar conflictos; los delfines tienen que vigilar cómo se maneja la comunicación en el centro, si hay gente gritándose, insultándose o que no se comunica con nadie. Los camaleones son los mediadores, los que se adaptan al que está enfrente para hacer mediación con lo que detecta.
P. ¿Qué mensaje hay que transmitir a un niño que pueda estar siendo acosado?
R. El principal mensaje que hay que darle es: podemos ayudarte a salir de esto. Muchas veces ha intentado ya todo y es importante que vea que alguien de su edad le apoya, el primer eslabón que le dice: "Vamos a hablar con alguien, ya sea un mediador o un profesor, yo voy a estar contigo".
P. ¿Cómo se consigue que un niño o adolescente se abra a un adulto y le cuente lo que le pasa?
R. Es importante tener enganches, es decir, personas facilitadoras de dar ese primer paso y lo mejor es que sean alumnos, iguales. Para eso cada colegio necesita un suficiente número de personas que sean facilitadores.
P. Y al acosador, ¿qué se le tiene que decir?
R. Lo primero es la víctima, el que lo está pasando mal; pero también debe haber una intervención pedagógica con el acosador, en el que se le pueda enseñar habilidades sociales mínimas y empujarle a que reflexione sobre lo que ha pasado (más allá de que haya una denuncia por acoso que tendrá que responder). No se le puede olvidar porque él también es un alumno, y hay que seguir tratando con él pedagógicamente. Necesita ayuda para saber por qué se está comportando de esa manera, por qué cree que la mejor forma de resolver los asuntos es a base de acosar a los demás.
P. Y al resto de alumnos que no acosan pero son testigos, ¿qué se les dice?
R. Todos los programas de prevención de acoso escolar le dedican una parte importantísima a los testigos. Los testigos hay que transformarlos en valientes. En secundaria les cuesta muchísimo porque se sienten chivatos. Y lo que hay que decirles es que no son unos chivatos sino unos valientes que están defendiendo derechos de otras personas, y que si les pasara a ellos, les gustaría que alguien les defendiera.
P. ¿Hay un perfil de acosado y acosador, o cualquier podría asumir este rol?
R. Solemos decir a los profesores que existen signos que nos pueden dar pistas de que se está produciendo un acoso, por ejemplo, cuando un niño se aísla socialmente y prefiere estar con los profesores que con sus compañeros. Los acosadores suelen ser personas que tienen poca paciencia y empatía y que piensa que puede conseguir cosas a través de la violencia. Han aprendido a resolver los asuntos a través de la fuerza porque, probablemente, han visto en sus casas a sus padres comportarse así y lo han normalizado.
P. Y el del acosado?
R. Suelen darse en personas con alguna falla en el pilar de la autoestima. Desgraciadamente, acaban creyéndose que se lo merecen porque algo han hecho ellos mal. La timidez unida a otras cosas, como falta de habilidades como para no atreverse a pedir o a defenderse o a solicitar algo a lo que se tiene derecho es un caldo de cultivo para que luego alguien, con esa otra pauta que he mencionado anteriormente, diga: “A este le voy a quitar el bocadillo porque, total, no protesta…”.